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La OMC prevé un avance del comercio mundial de solo el 1,7% para 2023 y avisa de los riesgos financieros

El FMI alerta de que el repliegue de los bloques comerciales pone en jaque la estabilidad

Organizacion Mundial del Comercio
La directora general de la Organización Mundial del Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala, el pasado mes de marzo en Washington.OLIVIER DOULIERY (AFP)
Lluís Pellicer

Las tensiones financieras y geopolíticas harán mella este año sobre el comercio global, que ya estaba muy tocado por el repliegue proteccionista de los grandes bloques que se intensificó tras la pandemia. La Organización Mundial del Comercio (OMC) prevé que los intercambios comerciales crezcan en 2023 un 1,7%. Esa subida es superior a la augurada por la misma institución el pasado otoño –cuando pronosticaba un pobre aumento del 1%–, pero muy inferior al avance registrado en 2022, del 2,7%, y al promedio de la última década, del 2,6%. Aun así, la OMC ve todavía muchos riesgos que puedan dejar esa mejora en papel mojado: desde los elevados niveles de deuda hasta el endurecimiento de la política monetaria.

El comercio global crecerá este año por debajo de la economía global, que el organismo con sede en Ginebra estima que se expandirá un 2,4%. Eso ya da una idea de las barreras en los grandes bloques comerciales, que siguen lanzando planes para proteger a sus industrias estratégicas. La OMC cree que el mundo por ahora ha evitado un repliegue total, puesto que ese extremo se hubiese plasmado en un crecimiento comercial de solo el 0,5%. “La fragmentación se ha prácticamente evitado”, sostienen los economistas del organismo, que advierten: “Se mantiene una amenaza importante (…). El hecho de que se evitasen los peores escenarios en 2022 no debería ser motivo de complacencia”.

A pesar de que el año cerró en positivo, la OMC constata un deterioro en el cuarto trimestre. El organismo que dirige Ngozi Okonjo-Iweala lo justifica en un frenazo de la demanda de importaciones a causa de la inflación. En Europa se notó el encarecimiento de la energía tras el cierre de suministro del gas ruso, mientras que Oriente Medio y África sintieron “profundamente” los elevados precios del trigo y otros cereales por la guerra de Ucrania, aunque finalmente pudieron hallar otros suministradores. “Esta respuesta podría no haber sido posible sin un sistema de comercio multilateral abierto e inclusivo para anclar la economía mundial”, recuerda el informe. También influyó en esa caída el aumento de las infecciones de covid-19 en China en el tramo final del año, que llevó a la economía del gigante a asiático a estancarse en ese periodo.

La OMC atribuye ese resfriado en la economía global también a la subida de los tipos de interés que los bancos centrales de todo el mundo están llevando a cabo para aplacar la inflación. Según el organismo, las debilidades financieras que ha desvelado ese proceso pueden llevar a una mayor inestabilidad financiera. “Las recientes crisis bancarias en Estados Unidos y Europa subrayan la posible existencia de más vulnerabilidades derivadas de un cambio en el entorno de los tipos de interés”, señala el informe, que añade: “Un error de cálculo puede tener consecuencias negativas para la economía global y el comercio”.

Precisamente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado este miércoles otro capítulo de los informes que dará a conocer por completo la semana que viene, en las Reuniones de Primavera que celebra con el Banco Mundial. En el documento, el FMI advierte de que “las preocupaciones sobre la fragmentación económica y financiera global” se han “intensificado” en medio de las crecientes tensiones geopolíticas derivadas del choque entre Estados Unidos y China y la invasión rusa de Ucrania. El organismo con sede en Washington advierte de que ese repliegue tiene “implicaciones importantes para la estabilidad financiera global” al afectar la inversión transfronteriza, los sistemas de pago internacionales y los precios de los activos.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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