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Escabechina invernal en el mercado libre del gas: facturas de hasta 900 euros después de que las energéticas disparen sus tarifas

Los clientes que aún no se han pasado a la tarifa regulada, mucho más barata, sufren la escalada de precios en diciembre y enero, en plena temporada de calefacciones. Pese a la avalancha de los últimos meses, la mayoría de hogares sigue sin hacer el cambio

Factura del gas
Un consumidor consulta una factura de gas en su móvil.Óscar Corral
Ignacio Fariza

Los primeros compases del año están siendo un suplicio para los clientes domésticos que aún no habían cambiado a la Tarifa de Último Recurso (TUR) del gas, cuyo precio fija trimestralmente el Gobierno. Quienes no pudieron dar el salto en otoño o pensaron que la diferencia con el mercado libre no sería tan abultada, llevan días recibiendo abultadísimas facturas: las correspondientes a los meses de invierno, en los que las calefacciones disparan el consumo y en las que la revisión tarifaria, con unos precios por kilovatio hora (KWh) hasta cuatro veces mayores, ya se había producido en la mayor parte de los casos. Aunque centenares de miles de clientes se han pasado en los últimos meses al mercado regulado, más de la mitad de los usuarios sigue aún en el libre.

A Inmaculada (prefiere no revelar su apellido), de 39 años, residente en Madrid y clienta de Iberdrola, le acaba de llegar una factura de 930 euros por un solo mes de consumo: la segunda quincena de diciembre y la primera de enero. La sorpresa ha sido mayúscula, no solo por el importe total, sino por la tarifa aplicada: los poco más de 8 céntimos por KWh de gas que pagaba hasta principios de noviembre pasaron a ser casi 34. El 1 de enero, esa cifra se disparó aún más, hasta rozar los 36. Su decisión ha sido drástica: hace 10 días se ha cambiado a la TUR, donde pagará alrededor de 7 céntimos. Es consciente de que tenía que haberlo hecho antes, pero nunca es tarde: “No sabía a dónde tenía que llamar. En cuanto lo encontré, lo hice; pero tardé mucho en averiguar cómo”, relata.

Sylvie Z., de 44 años y vecina en San Sebastián de los Reyes (Madrid), ha pasado de pagar alrededor de 160 euros de gas cada dos meses en invierno a abonar 270 en su última factura. “Y eso que en diciembre estuvimos muchos días fuera de casa...”, dice por teléfono. El problema no fue el consumo, sino el precio por KWh, que se disparó hasta los 18 céntimos. Fue otra persona de su comunidad la que le avisó de la posibilidad de cambiarse a la TUR. Lo hizo de inmediato. Los casos de estas dos mujeres no son ni mucho menos únicos. En los últimos días, las redes sociales se han llenado de mensajes de sorpresa e indignación, a medida que los usuarios iban recibiendo su primera factura invernal.

Antonio B., de 48 años, admite que “fue dejando pasar” el cambio del libre al regulado. “Tengo mucho trabajo, y pensé que iba a ser como la luz, que la gente se volvió muy loca con que estaba subiendo mucho y yo apenas he notado subida... Pero no”, reconoce con pesar este vecino del municipio madrileño de Móstoles. Incluso consumiendo menos —ahora su termostato no pasa nunca de los 20 grados—, ha pagado 640 euros en el recibo de diciembre y enero. El precio por KWh había pasado, de golpe y porrazo, de alrededor de 7 céntimos a 24. Así que, en cuanto le llegó la factura, lo primero que hizo fue pasarse a la TUR. “Esos 640 euros son un palo, pero afortunadamente he podido pagarlos. Otros no: a una compañera de trabajo de mi mujer, en cuanto le llegó la factura, ha dejado de poner la calefacción”, cuenta.

“Las comunicaciones que reciben los clientes sobre las subidas de precios tienen que ser claras, y creemos que no lo están siendo: eso ha provocado que muchos no lo hayan visto venir”, apunta Enrique García, de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Las empresas energéticas niegan este extremo y afirman comunicar cualquier subida tarifaria con un mes de antelación.

La OCU advierte, además, una falta de transparencia en la renovación de los contratos: “Las ofertas iniciales son para todos, pero cuando llega el momento de renovar, las empresas aplican una tarifa individualizada a cada cliente, que no la publicitan en ningún lado, ni siquiera en el comparador de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia)”, critica García. “Estamos hablando de familias que van a tener serias dificultades para pagar estos facturones, habiendo consumido exactamente la misma cantidad que otros inviernos o incluso menos”.

El libre, aún mayoritario

En los últimos meses, centenares de miles de hogares han hecho ese tránsito del mercado libre al regulado. Pero —a la espera de que la CNMC haga públicas las cifras oficiales—, aún quedan más de cinco millones en el primero, mucho más caro. Las razones para cambiarse a la TUR están ahí: en la mayoría de los casos, la diferencia de precio (a favor del segundo) es de entre dos y tres veces, pero en aquellos en la que la escabechina está siendo mayor —como el de Inmaculada o Antonio— puede ser de entre cuatro y cinco veces. Así que esta tarifa se presenta como una suerte de seguro de vida en tiempos de precios disparados de la energía.

El mayor suministrador doméstico de gas en España, Naturgy —con una cuota de mercado cercana al 45%—, gestionó en 2022 más de 230.000 altas en el mercado regulado, más que en los tres años anteriores juntos. “Y solo en el primer mes de 2023 se han gestionado otras 83.000 más”, apunta un portavoz de la empresa, que enumera varias “iniciativas dirigidas a facilitar el traspaso a la TUR, cuyo coste es actualmente más bajo que el de mercado”. Según un portavoz de la CNMC —que a finales de octubre abrió una investigación a las comercializadoras por posibles trabas a quienes querían cambiarse—, “el mercado regulado ha permitido contener la subida en más del 50% en algunos casos”.

Fuentes de Iberdrola, que cuenta con alrededor de un millón de clientes de gas, añaden por su parte que la empresa siempre manda una comunicación a cada cliente del mercado libre un mes antes de la fecha en la que toque revisar su contrato, “informándole de lo que pagaba y de lo que pasará a pagar”. Como Naturgy, esta energética anima a sus clientes a pasarse al mercado regulado, mucho más conveniente en la actualidad. Otra de las grandes del sector, Endesa, anunció en noviembre su salida del negocio de comercialización de gas, aunque después matizo que la decisión únicamente afecta a empresas y no a hogares. Un mes antes, Holaluz puso fin a su actividad en gas, enviando a sus 70.000 clientes a la TUR.

Estimaciones desmesuradas

La brutal escalada de precios en el mercado libre no es el único motivo reciente de fricción entre clientes y comercializadoras. Con el cambio de año, las quejas también se han multiplicado en otro frente: el de las lecturas estimadas mucho mayores del consumo habitual.

Rosa Navarrete, de 39 años, vive habitualmente en Alemania y solo pasa algunas temporadas al año en su piso de Ciempozuelos (Madrid). Aun así, se pasó en noviembre a la TUR, justo a tiempo para evitar una factura desmesurada en invierno. La sorpresa, sin embargo, vino por otro flanco: en los últimos recibos, el consumo estimado por Naturgy ha sido mucho mayor que el consumo habitual. “Son facturas que no se corresponden con el consumo real, que es nulo porque solo estamos cuando vamos a España”, relata por teléfono. La diferencia no es menor: las estimaciones son hasta cinco veces mayores que los registros reales del contador en los meses anteriores.

Para más inri, el mayor de estos consumos quedó imputado en la última factura del mercado libre, que le llegó el 11 de noviembre, en la que la empresa ya había aplicado una fuerte subida tarifaria: ya eran 12 céntimos por KWh los que pagaba, casi el doble que en la TUR. “Lo único que quiero es que me devuelvan todo lo cobrado de más en los últimos meses”, pide Navarrete. “Estoy en una especie de pesadilla kafkiana: me piden fotos del contador, las envío por todos los canales posibles y siguen sin corregir las lecturas. Y en su servicio de atención al cliente, quienes responden son bots; es bastante frustrante, así que no me ha quedado otra alternativa que hacerme socia de Facua para que lo reclamen ellos”.

Como Navarrete, Rosa Pascual, de 41 años, también fue previsora: en vista de que los precios empezaban a subir, se cambió hace casi un año al mercado regulado. “Afortunadamente”, dice aliviada al otro lado de la línea telefónica. Sin embargo, también como a Navarrete, le han hecho una estimación muy superior a su consumo habitual: hasta 10 veces mayor. “No pasaron a leer el contador. No me sorprende que me hagan una estimación, pero en ningún momento esperaba esto”, explica esta clienta de Baser. Son casi 500 euros los cobrados de más. “Por suerte no necesito ese dinero para vivir, pero hay gente que no comería. Cuando llamo para reclamar me dicen ‘lo siento’, pero no me solucionan nada. Es lamentable”.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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