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La vida en los pueblos con menos renta de España: “Aquí no hay ningún rico, eso seguro, pero tampoco somos pobres en dinero”

Las realidades de El Palmar de Troya e Iznalloz oscilan entre el optimismo por revertir la inercia de una economía basada en la temporalidad y la falta de servicios y el desánimo por no poder salir de esa dinámica

Vecinos de la localidad sevillana de El Palmar de Troya, el 10 de octubre en la calle Rodríguez de la Fuente, peatonalizada recientemente.
Vecinos de la localidad sevillana de El Palmar de Troya, el 10 de octubre en la calle Rodríguez de la Fuente, peatonalizada recientemente.PACO PUENTES
El Palmar de Troya | Iznalloz -

En las calles del municipio sevillano de El Palmar de Troya (2.340 habitantes) apenas hay vecinos a media mañana. La mayoría son hombres jubilados o que están a la espera de enganchar una nueva campaña agrícola, que se reúnen en los veladores de los bares del pueblo: aún es pronto para tomarse un vino o una cerveza como aperitivo y es demasiado tarde para un café, así que las mesas están vacías. Tampoco son muy locuaces en su conversación, pero cuando intercambian palabras es la lluvia —la poca que ha caído esta madrugada― la que domina la conversación. En El Palmar de Troya casi todos los residentes viven del campo o de preparar catering para las ferias de los pueblos vecinos, y la sequía es el principal nubarrón —vacío de agua, eso sí― que se cierne sobre su futuro inmediato. Muchos ignoran que desde el 7 de octubre encabezan el listado de localidades con menos renta de España, y los que se habían enterado tampoco parecen sorprendidos. “Aquí no hay ningún rico, eso seguro, pero tampoco somos pobres en dinero, en todo caso en falta de servicios”, comenta con ironía Pedro, que no quiere dar su apellido, tractorista jubilado.

El Atlas de Distribución de Renta de los Hogares, publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), traslada los datos correspondientes a 2020 y señala El Palmar de Troya como el municipio con menor riqueza de España, con una media de 6.785 euros de renta —565 euros al mes, igual que el Ingreso Mínimo Vital―. Este municipio no es una excepción en Andalucía, que lidera este estudio año tras año. De hecho, 24 de los 30 pueblos con más de 2.000 habitantes más pobres de España están en esta comunidad, de acuerdo con la última edición. En este listado de localidades con menos renta neta anual media por habitante le siguen las granadinas Iznalloz, con 7.036 euros, y Albuñol, con 7.061 euros.

“La buena noticia es que no existe ningún determinismo económico que condene a Andalucía a una mayor pobreza relativa en el futuro”, señala José Ignacio Castillo, profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. “La mala es que no parece existir una dinámica natural que vaya a corregir de forma automática nuestro rumbo. Más bien todo lo contrario, nuestra posición geográfica, ultraperiférica, sometida a un clima más extremo, hace que nuestras cartas estén empeorando y eso nos obliga a una mejor ingeniería social para fortalecer nuestras instituciones”, abunda.

El alcalde de El Palmar de Troya, el socialista Juan Carlos González, considera los datos del INE “muy preocupantes” y explica la situación desde una perspectiva eminentemente local. “Nosotros nos constituimos como Ayuntamiento independiente en 2018 y nuestro presupuesto y nuestra capacidad nos limita a la hora de presentarnos a muchas subvenciones y fondos que vienen del Gobierno central o de la Junta”, explica. El Palmar de Troya era una pedanía dependiente de Utrera —el municipio con más paro de la provincia de Sevilla― hasta hace cuatro años, una circunstancia que, señala el regidor, les limitaba a la hora de beneficiarse de inversiones para vivienda social o suelo industrial. “No tengo suelo industrial, lo que significa que, si un vecino tiene una iniciativa de emprendimiento, no tenemos ningún espacio para que se ubique”, se lamenta.

A poco más de dos horas y media por carretera, ya en la provincia de Granada, Santiago Díaz mira la tele en su frutería y droguería de Iznalloz (5.140 habitantes). El local no tiene clientes. “Vivir aquí es navegar un río sin agua”, afirma. Es el resumen de quien dice que tenía algún dinero para invertir, pero que ha decidido que ya no. “Este era un gran pueblo hace años, se vendía bien. Antes, además, vivían aquí el juez, los médicos, los maestros y muchos funcionarios”. En eso, Díaz coincide con José Rodríguez, propietario de una panadería pastelería y único concejal de Podemos en la localidad, la segunda con menor renta de España. “Aquí trabajan más de 300 funcionarios, entre maestros y profesores, médicos y gente de otras administraciones, pero no viven aquí”, cuenta Rodríguez. Gente con formación y sueldo fijo de la que no queda rastro en la ciudad fuera de las horas de trabajo.

Rodríguez cree que el municipio granadino ha entrado en el segundo lugar por la cola de esa clasificación porque dos pueblos que dependían de Iznalloz, “y eran más ricos”, se han independizado. Justo el camino inverso que inició en 2018 El Palmar de Troya. “Hemos dado un paso gigantesco con la segregación, pero tenemos déficit de infraestructuras y servicios”, reconoce el regidor palmareño. La iglesia que ha hecho famoso al municipio tampoco es una gran fuente de ingresos. “Pagan el IBI y la tasa de basura”, indica su alcalde, que quiere impulsar el turismo rural dando protagonismo al cercano Pantano de la Torre del Águila.

Si en El Palmar de Troya se esfuerzan por tirar del fino hilo de optimismo que les ha dado perder el lastre de depender de Utrera, los vecinos de Iznalloz están hundidos en la desmoralización. “Aquí no hay futuro”, repiten muchos. Al contrario de lo que ocurre en otras localidades, en este pueblo la estadística parece coincidir con la realidad. Muchos locales cerrados y poco movimiento en la primera tarde de la semana. Lucía, que prefiere no dar su apellido, atiende en otro comercio del pueblo. “Tenemos un declive muy grande”. Ella tampoco ve futuro y sobre las dos hijas que tiene en la capital se muestra tajante: “Dios quiera que no vuelvan”.

Un joven pasea por las calles de Iznalloz, en Granada.
Un joven pasea por las calles de Iznalloz, en Granada.Fermin Rodriguez (Fermin Rodriguez )

Jóvenes sin apenas futuro

La preocupación por las nuevas generaciones también le quita el sueño al alcalde de El Palmar de Troya. “Mis vecinos reclaman más ayudas para la contratación que fondos sociales, porque prefieren trabajar, pero el problema son los jóvenes”, advierte González. La misma preocupación comparten Consu, de 19 años, que está estudiando Integración Social en Sevilla, y Nuria, de la misma edad, que hace el Bachillerato en Utrera, porque junto con FP son las únicas etapas formativas que no se pueden cursar en El Palmar de Troya. “He leído lo de que somos el pueblo más pobre de España”, reconoce Consu delante de un café. “Me ha sorprendido, yo no me siento ni me noto peor que mis compañeros de la Universidad, ni creo que viva peor, aunque es verdad que aquí estamos un poco aislados”, reconoce, en sintonía con el alcalde y con su vecino Pedro, que sigue sin pedirse nada en el bar de enfrente.

Para unir los 15 kilómetros que separan El Palmar de Troya de Utrera solo hay un servicio de taxi a demanda gratuito con un único horario: 9.30 para ir a Utrera y 13.30 para volver. “A mí me tienen que llevar en coche para ir al instituto”, señala Nuria. El alcalde ha reclamado a la Junta que restaure el servicio de autobús de línea que se eliminó porque los horarios tampoco se acoplaban a las necesidades de los vecinos. “Yo dependo de mi bici para todo”, cuenta unas calles más abajo Josefa, que tampoco quiere dar el apellido, y que ahora mismo está cobrando el paro porque no encuentra trabajo en la campaña de la aceituna —”por ser mujer y no tener fuerza suficiente para llevar la escalera”, sostiene― y que no sabe muy bien qué pasará en el futuro porque la pasada campaña de la fresa en Huelva acabó “muy mal con el empresario”. “Gracias a la tarjeta monedero que me ha dado el Ayuntamiento voy tirando”, subraya.

En Iznalloz también se vivía de la agricultura y particularmente del olivar. “Aunque lo que ha habido de siempre es mucho terreno en manos de terratenientes y muchas de esas hectáreas no producen nada”, dice el edil de Podemos en el municipio granadino. El porvenir se presenta difícil, incluso, comenta Rodríguez, en el cultivo que hace años que va bien, el de la marihuana. La actual decadencia del pueblo no parece, sin embargo, llegar hasta el hambre. “Aquí no se pasa hambre, pero cada tres o cuatro meses se reparten entre 40.000 y 50.000 kilos de comida del Banco de Alimentos”, cuenta Rodríguez.

El profesor Castillo coincide en la importancia de “mejorar la capacidad administrativa de los gobiernos regionales y locales tanto para prestar los servicios públicos esenciales, especialmente la educación, como en sus relaciones con los agentes económicos”. Pero cuestiona “la solidaridad automática, en forma de transferencias sociales, como el ingreso mínimo vital, las ayudas al desempleo…, para compensar nuestra peor situación en renta, que solo sirven para atajar los síntomas y no las causas estructurales”.

En El Palmar de Troya se busca mirar hacia el futuro, pero con realismo. El Ayuntamiento subvenciona formación a los jóvenes para la instalación de placas fotovoltaicas y para la elaboración de tapas sofisticadas, para tratar de que salgan de la espiral de temporalidad de sus progenitores. Sus calles están impolutas, varios obreros trabajan en una nueva guardería junto al edificio de la Policía Local y Correos. El único ruido que se oye es el de la cortadora de césped que se afana en el recinto de las piscinas municipales. El pueblo cuenta con dos centros de Infantil, uno de Primaria y otro de Secundaria y tiene un ambulatorio. “Pero no un centro de salud”, apostilla Pedro. Sus compañeros de tertulia se han animado y sobre las mesas ya reposan una caña y un tinto de verano. “Con la sequía se trabaja menos en el campo y vamos menos al bar”, bromea. A su lado, Antonio, que también rehúsa dar su apellido, y al que le quedan dos años para jubilarse después de 20 años dedicado al catering de feria en feria, apunta: “Este es un pueblo chico y lo de que nos cuesta llegar a fin de mes lo llevamos escuchando años, seremos los más pobres de España, pero sabemos disfrutar de estos ratos”, abunda.

El reto: combinar el 'Andalusian way of life' con una mayor convergencia en renta y empleo

José Ignacio Castillo, profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, recuerda que, además de los indicadores de renta, de los 70 indicadores que utiliza el U.S. News en el ranking más reputado de los países, España ostenta el primer puesto en accesibilidad a la cultura y a la diversión, “valoraciones que no se obtendrían sin Andalucía”. “El reto sigue siendo combinar este modo de vida, este Andalusian way of life, internacionalmente reconocido y apreciado, con una mayor convergencia en renta y empleo sostenida en el tiempo”.

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