_
_
_
_
_

Liberalización de las vacunas: ¿verdad o atrevimiento?

La UE deberá apoyar la exención temporal de los derechos de propiedad intelectual para garantizar la distribución de dosis a los países con menos recursos

Centro de vacunación en Kenia. / ROBERT BONET
Centro de vacunación en Kenia. / ROBERT BONET

Tras el seísmo provocado por la llegada de la Covid-19 al mundo globalizado, la incansable búsqueda, y lucha, entre los diferentes actores internacionales por encontrar la mágica cura que erradicase el virus, ha sido el punto prioritario y común a tratar en todas, o casi todas, las agendas políticas internacionales. Si bien antes de la eclosión vírica ahondaban profundas desigualdades socioeconómicas entre los hemisferios, que afectaban especialmente a los países pertenecientes al Sur global, estas diferencias se verían vastamente acrecentadas con el transcurso de la pandemia y expuestas de forma notoria en el momento que las vacunas saliesen al mercado.

A pesar de que esta situación fortuita podría haber supuesto una gran oportunidad para actuar conjuntamente ante una crisis global humanitaria, y fortalecer unas relaciones más igualitarias entre países que se caracterizasen por una solidaridad mundial, la realidad mostrada se aleja de tales premisas. Por el contrario, se ha constatado -para sorpresa de pocos- un fuerte potenciamiento del sentimiento nacionalista, concretamente por parte de las potencias occidentales, que han optado por inmunizar principalmente a su propia población civil frente a un fenómeno mundial que ha confirmado desconocer de fronteras y/o líneas divisorias artificiales, como se pudo comprobar con los primeros rebrotes en el continente asiático.

No obstante, las recientes declaraciones públicas por parte del Gobierno de Estados Unidos respecto a la propuesta que India y Suráfrica presentaron en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en octubre del pasado año, han podido provocar un cambio radical de escenario. Biden ha expresado su postura a favor de suprimir los derechos de la propiedad intelectual, con el objetivo de impulsar la producción de las vacunas, y facilitar su distribución a escala planetaria. Si bien la UE también ha mostrado su beneplácito en la apertura del debate acerca de la liberalización de las patentes, la Comisión ha preferido recientemente acaparar un alto número de dosis más por persona para los próximos años, en su último acuerdo con Pfizer. Es necesario señalar que tanto Estados Unidos como Europa, que poseen el mayor porcentaje de población inmunizada, son considerados actores esenciales para que se produzca el desbloqueo del debate sobre la supresión de las patentes de la OMC.

Acceso a dosis en el Sur global

La UE ha mostrado ser el principal exportador de vacunas, al haber proporcionado grandes cantidades a un significativo número de países extracomunitarios (90) -alrededor de 200 millones de dosis hasta el presente, exportando cerca del 50 % de toda su producción-, autodenominándose con satisfacción como la “farmacia del mundo”. Asimismo, la Unión ha apoyado varias de las iniciativas mundiales que promueven la distribución de vacunas a gran escala, a fin de satisfacer la demanda global sanitaria, como Coronavirus Global Response y COVAX. Sin embargo, estas propuestas no han resultado ser lo eficaces ni efectivas que se esperaba, por lo que, tenidas en cuenta las dificultades que han proyectado los países con menos recursos para acceder a los medicamentos, la sociedad civil europea también se ha involucrado en la causa, poniendo en marcha la propuesta Right2Cure, en la cual expertos y organizaciones sanitarias han participado para recolectar firmas que permitan ostentar un cambio legislativo concreto en la Comisión, y apoyar la propuesta de India y Suráfrica acerca de la exención temporal de los derechos.

España aboga por una acción solidaria de la comunidad internacional, como única respuesta multilateral válida que permita terminar con la situación pandémica

En efecto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha reconocido la urgencia de impulsar la producción y distribución de vacunas a nivel mundial, aunque no se haya pronunciado todavía respecto a la propuesta sobre la suspensión temporal de las patentes, y haya manifestado gran afinidad con las posiciones de las grandes corporaciones farmacéuticas. Por otra parte, actores internacionales como China y Rusia han eclipsado, en cierto modo, el trabajo de la Unión con el ejercicio de su diplomacia de ‘poder blando’, aportando a los países en vías de desarrollo una elevada cantidad de dosis y medicamentos. Estas potencias han aprovechado el escenario internacional que se ha presentado, como una oportunidad de la cual obtener beneficios geopolíticos, promover su capacidad y favorecer su imagen de ‘potencia responsable’.

En cuanto a España, el Gobierno de Pedro Sánchez ha incidido en la necesidad de reforzar la transferencia de conocimiento y tecnología, así como la exención de los derechos de la propiedad intelectual, afirmando que estos no deben constituir un obstáculo más que retrase la erradicación del virus ni dificulte el acceso equitativo y universal de dosis. Por tanto, el Gobierno español plantea potenciar las inversiones en el mecanismo global Gavi COVAX AMC, de la OMS, para acelerar la entrega de vacunas a los países del Sur global.

Las últimas pretensiones de España abogan por una acción solidaria de la comunidad internacional, como única respuesta multilateral válida que permita terminar con la situación pandémica. De ahí que haya lanzado igualmente un Plan de Acceso Universal a las Vacunas, de Cooperación Española, para una alta redistribución de los antídotos a escala global que corte de raíz las numerosas rémoras en el acceso, sin que el nivel del ingreso de los países constituya un criterio de discriminación, como se ha corroborado posteriormente.

Respuesta global a un problema global

Cierto es que las últimas acciones llevadas a cabo por el Gobierno de España muestran un mayor compromiso respecto a la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual, pero la UE todavía no ha tomado cartas en el asunto. Probablemente reste bastante camino para que haya un notable aumento de producción mundial y distribución de dosis a los países en vías de desarrollo, pero que la Unión se posicionara a favor de la exención temporal de los derechos supondría un buen comienzo. Es necesario que la teoría se convierta en práctica, para que esa igualdad y equidad que se pretende respecto al acceso de las vacunas constituya una realidad, y no una utopía más como corolario de promesas poco ambiciosas, donde prime el bienestar mundial y se coloque en el centro la seguridad del hemisferio sur.

Por último, es inevitable y justo recordar que la urgencia por la vacuna en Europa o Estados Unidos es la misma en África o en el resto del mundo -y que esta es el arma principal y única para combatir el virus-. Por ello, se deben establecer unos objetivos comunes y un enfoque de cooperación que atienda las necesidades sanitarias en los países más afectados, y no perpetúe el surgimiento de nuevas variantes víricas.

* Carolina Conde García es analista del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_