¿Estás quemado en el trabajo? Síntomas y consecuencias de un trastorno agravado por un año de pandemia
El estrés laboral crónico puede ocasionar graves problemas en la salud física y mental de los trabajadores, además de afectar negativamente a la productividad de las empresas
No se trata de un fenómeno surgido a raíz de la pandemia, pero sin duda ha contribuido a empeorarlo: la incertidumbre y los cambios en el entorno laboral, junto con el uso (y abuso) del teletrabajo, han difuminado aún más la separación entre la vida personal y profesional de las personas, hasta el punto de que casi tres de cada cuatro españoles reconocen ser incapaces de desconectar del trabajo y casi la mitad de ellos (el 45 %) sufren estrés laboral, según un estudio de la aseguradora de salud Cigna sobre el impacto global del coronavirus. Si ese estrés se hace crónico, puede dar lugar al burnout o síndrome del trabajador quemado, una condición reconocida por la OMS desde 2019 y que si no se trata puede degenerar en trastornos de tipo físico, emocional e incluso conductual.
Independientemente del colectivo al que se pertenezca, “la pandemia ha aumentado los niveles de estrés en todas las profesiones (…). El cambio drástico de rutinas y hábitos y la disminución de recursos personales y colectivos para hacerles frente han provocado un desgaste emocional que no se debe solo al burnout laboral, sino también a cuadros de ansiedad, depresivos o ansioso-depresivos que muchas veces pueden solaparse”, explica Andrés Córdoba, psicólogo de BluaU en Sanitas. Un fenómeno que se ha producido con mayor intensidad “en aquellas profesiones con mayor trato al público, como Enfermería, Medicina, Psicología, Profesorado o Trabajo Social” incluso con anterioridad a la covid-19.
¿Dónde empieza el ‘burnout’?
Este trastorno tiene su origen en la exposición prolongada a situaciones de estrés por factores como una excesiva carga de trabajo, falta de motivación y reconocimiento y unos compañeros o un ambiente de trabajo tóxicos, entre otros. Circunstancias que se traducen “en una sensación de cansancio tanto físico como emocional, de insatisfacción laboral y de pérdida de compromiso en relación con la empresa”, afirma Carmen Rodríguez, directora del área de Intervención Psicológica de Affor, especialistas en bienestar psicosocial. Unos síntomas que suelen aparecer de forma más habitual entre aquellos especialmente implicados con la compañía, al sentir que su dedicación no se ve suficientemente recompensada.
La falta de concentración y la debilitación de rutinas a consecuencia de la pandemia pueden producir niveles elevados de estrés “que se pueden manifestar en una intolerancia mayor, en dificultades para la comunicación social o en aspectos relacionados con la salud, como alteraciones del sueño, la alimentación o la forma física”, argumenta Roel Koppens, director general en España de la empresa de e-learning Goodhabitz. El fenómeno, ahora agravado, afecta en mayor o menor grado a la mayoría de los trabajadores, hasta el punto de que el 67,58 % de la población activa en España presenta síntomas de ansiedad como nerviosismo, irritabilidad y tensión (presentes en el 86 % de los trabajadores); alteración del sueño (84,7 %); dolor de cabeza (68,8 %) y sensación de agobio (61,5 %), según un reciente estudio de Affor. Todo ello se deja ver también en el uso de medicamentos ansiolíticos y antidepresivos, que experimentaron un aumento del 4,8 % en 2020 (con picos de hasta el 14 % durante el confinamiento), más del doble que el año anterior (cuando crecieron un 2 %).
“En Goodhabitz hemos visto un mayor consumo de cursos relacionados con el estrés y la incertidumbre, y por eso elaboramos un curso interactivo para que, en poco más de tres horas, una persona pueda aprender lo que es el burnout, sepa reconocer las señales y qué hacer para prevenirlo”, cuenta Koppens. En poco más de dos meses, más de 50.000 trabajadores españoles han accedido a esta formación a través de sus respectivas empresas y sectores. “Como Recursos Humanos y como empresas, tenemos una responsabilidad social con el bienestar de los empleados, pero también para garantizar la productividad y la continuidad de su organización”, añade.
El estrés, no obstante, puede ser bueno si se experimenta de una manera controlada: “Cuando se mantienen en unos niveles adecuados, las respuestas de estrés nos ayudan a concentrarnos mejor e incluso a ser más productivos. Pero cuando superamos esos niveles —bien por intensidad o por duración—, producen el efecto contrario: se convierten en bloqueadores, en generadores de malestar”, argumenta Rodríguez. Conviene recordar que el estrés laboral provoca casi el 30 % de las bajas en España, y que las incapacidades laborales por este motivo (el 6 % del total) se extienden durante una media de 83 días, según el Instituto Nacional de la Seguridad Social.
Dentro del marco de la Estrategia 2030, algunos Gobiernos ya están poniendo en marcha acciones dirigidas al cuidado de la salud mental de sus ciudadanos. Así, por ejemplo, destaca el Protocolo de vigilancia de riesgos psicosociales en el trabajo, empleado en Chile desde 2013 y que contempla cotizaciones adicionales para aquellas empresas con índices de absentismo por encima de la media nacional, al reconocerlo como indicador de riesgo psicosocial. Una situación muy diferente a la que, por ejemplo, se vive en España, donde la ratio de psicólogos por cada 100.000 habitantes (6) es tres veces más baja que la media europea (18). Ya en enero de 2020 (antes del inicio de la pandemia), el Defensor del Pueblo pidió un aumento de los recursos de atención psicológica en el Sistema Nacional de Salud.
Cómo prevenir el desgaste profesional
Puesto que este síndrome se desarrolla en el entorno laboral, prevenirlo desde las propias organizaciones se antoja esencial para reforzar el compromiso y la motivación de los trabajadores, fomentando la comunicación constante entre empresa y empleado y contribuyendo a evitar el desarrollo de trastornos emocionales (baja autoestima, depresión, ansiedad o falta de atención), conductuales (como impulsividad y agresividad) o físicos (cefaleas, problemas gastrointestinales o de sueño o enfermedades cardiovasculares) que afecten a su calidad de vida y a su productividad. Unas acciones que los expertos de Goodhabitz resumen en seis áreas:
- Carga de trabajo acorde a las capacidades del trabajador, para que este no se sienta abrumado.
- Control: la empresa debe favorecer la autonomía con las herramientas necesarias para que el empleado no desvíe su atención.
- Recompensa: el trabajo bien hecho merece un reconocimiento adecuado.
- Comunidad: ya sea físicamente o por videoconferencia, es responsabilidad de la compañía crear una comunidad de ambiente positivo.
- Justicia: establecer un sistema de trabajo equitativo es un factor clave.
- Valores: la empresa debe conocer los valores de sus empleados, hablar con ellos y comprobar que están alineados con los de la empresa.
Gestionar de una manera adecuada los recursos humanos en la empresa (desde el estilo de liderazgo a la existencia de un plan de desarrollo de carrera y el acceso a programas formativos) da garantías de bienestar y reduce al mínimo el riesgo de burnout en la plantilla. El teletrabajo, por ejemplo, requiere otro tipo de liderazgo; uno más enfocado en la obtención de resultados y objetivos que en la gestión por actividad o tiempo. Y aunque los trabajadores españoles reconocen tener una buena relación con sus compañeros (79 %) y superiores (67 %), tan solo la mitad (49 %) goza de oportunidades de formación y desarrollo profesional dentro de su empresa. "Todavía hay que educar a la gente sobre cómo organizar un día trabajando en remoto, sea donde sea. Requiere otras habilidades, y eso lo está aplicando muy poca gente... Muchos de nuestros clientes hablan de una quinta ola que no vendrá provocada por el virus, sino por el desgaste mental, por estar quemado y estresado por todo lo que vamos dejando atrás", advierte Koppens.
¿Qué es la psicología laboral?
Esta rama de la psicología se especializa en el entorno de trabajo, tanto respecto a la persona en el ejercicio de su labor profesional como a sus relaciones con el resto del equipo y del clima laboral. Con frecuencia se integran dentro de los departamentos de Recursos Humanos de las empresas, con todo lo que ello implica, y suelen participar en tareas de selección de personal, coaching o gestión de carrera, y su ámbito de actuación incluye desde el desarrollo de las llamadas habilidades blandas (o soft skills) y los procesos de liderazgo a las dinámicas de los equipos y de la organización.
La formación más habitual para los psicólogos que se especializan en este ámbito son los másteres de Recursos Humanos, de formador de formadores y de cazatalentos (headhunters), “pero es importante que tengan conocimiento de gestión emocional, que cada vez resulta más determinante dentro del ámbito de la empresa”, explica Rodríguez, mientras que “la formación sanitaria sigue siendo imprescindible para el psicólogo, independientemente de dónde ejerza su labor”.
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