Brasil sufre una caída del 0,1% del PIB y entra en recesión técnica
El ajuste en los datos de abril a junio contribuye al resultado de dos trimestres consecutivos de desempeño negativo con el fin del ciclo de las materias primas
El Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil ha sufrido una caída del 0,1% durante el tercer trimestre de este año en comparación con los tres meses anteriores. Los datos divulgados este jueves por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) muestran una economía que seguía sin lograr recuperarse en aquel periodo, con la covid-19 en alza y la vacunación arrancando. El IBGE también difundió la revisión de los datos desestacionalizados del trimestre anterior, lo que modificó el resultado del PIB de abril a junio sobre los tres meses anteriores. De esta forma, el PIB del segundo trimestre pasó del 0,1% positivo al 0,4%. Con estas cifras, Brasil se encuentra en una recesión técnica, lo que indica que recuperar la actividad en el último trimestre será una tarea más difícil. En comparación con el mismo período de 2020, el PIB ha avanzado un 4%. En el acumulado del año, este indicador ha aumentado un 5,7%.
El desempeño de la agricultura en el tercer trimestre también ha sido determinante para el exiguo resultado del periodo. El sector experimentó un descenso significativo, con una caída del 8% respecto al trimestre anterior, lo que señala el final de un ciclo de oro de los commodities. La caída del sector agrícola es del 9% con respecto al mismo periodo del año pasado. El retroceso de la actividad en el campo también afecta a las exportaciones, que han caído un 9,8% entre el segundo y el tercer trimestre. Según Rebeca Palis, coordinadora de Cuentas Nacionales del IBGE, el retroceso del sector agropecuario fue consecuencia del fin de la cosecha de soja especialmente. “Al ser el principal producto básico brasileño, la producción agrícola tiende a ser más baja a partir del segundo semestre. Además, la agricultura viene de una base de comparación alta, ya que fue la actividad que más creció durante el periodo de la pandemia y, para este año, las perspectivas no fueron tan positivas”, asegura en un comunicado publicado por el IBGE.
La buena noticia provino del consumo de las familias, con un crecimiento positivo por segundo trimestre consecutivo. Aumentó un 0,9% en comparación a abril, mayo y junio, con el inicio de la recuperación del empleo y la expansión del crédito. El resultado coincide con un período en el que la vacunación empezaba a cobrar fuerza, pasando del 12,7% de personas vacunadas con las dos dosis en julio, al 43% a finales de septiembre. “Con el avance de la vacunación contra la covid-19 y el consiguiente aumento de la movilidad y la reapertura de los negocios, las familias empezaron a consumir menos bienes y más servicios”, apunta Palis. El economista André Perfeito, de Necton Investimentos, ve las cifras con cautela, ya que la revisión ajustada del PIB anterior expuso una base de comparación muy baja.
Lo mismo vale para la Formación Bruta de Capital Fijo, que mide lo que las empresas invirtieron en maquinaria de producción durante el tercer trimestre en relación con el mismo periodo de 2020. Este indicador retrocedió un 0,1% en comparación con el segundo trimestre, pero aumentó en un 18,8% con respecto al año pasado, cuando la economía estaba paralizada debido a la pandemia. La tasa de inversión registrada por el IBGE fue del 19,4% del PIB, frente al 16,4% del tercer trimestre de 2020.
Industria y construcción
Los números del IBGE destacan el sector de la construcción, que tuvo un incremento del 3,9% en el trimestre (respecto al segundo), y del 10,9% en comparación con el año pasado. Estos datos son un reflejo de la expansión del crédito en el sector, que estimuló un boom de lanzamientos en el sector inmobiliario. La construcción impulsó las cifras de la industria, que creció un 1,3% durante el periodo.
El sector de electricidad, gas y agua, sin embargo, retrocedió un 4,6%, con el incremento de las tarifas eléctricas, debido a la escasez de agua. El coste de la energía también incidió en el desempeño de las industrias manufactureras, que cayeron un 0,7%, afectadas por los descensos en la fabricación de productos alimenticios, muebles, bebidas, material eléctrico y equipos informáticos. El sector servicios avanzó un 5,8% frente al mismo periodo del año anterior.
Si los datos pasados de los primeros nueve meses son malos, el futuro muestra que la recuperación será lenta y con varios obstáculos por el camino. Si, por un lado, el desempleo sigue cayendo y un 60% de la población ya tiene la pauta de vacunación completa, por otro, existen incertidumbres por delante con la nueva variante ómicron. El propio IBGE mostró que el desempleo, pese a haber descendido, aún afecta a 13,5 millones de personas. También los ingresos de los trabajadores son los peores en casi 10 años. Comparándolos con octubre del año pasado, la bajada fue del 11,1%.
La inflación también afecta al consumo y a las proyecciones de crecimiento futuro, como mostró la Confederación Nacional de la Industria (CNI) el mes pasado. Según la organización, solo los precios de la electricidad, que subieron con la crisis hídrica de este año, supondrán 8.200 millones de reales [unos 1.454 millones de dólares] menos para el PIB de 2021. “Este mismo año, estimamos que los efectos directos e indirectos del aumento del precio de la energía generen una pérdida de alrededor de 166.000 puestos de trabajo en relación con la cantidad de personas que estarían empleadas sin los precios de la energía no aumentaran”, dice el estudio. “El impacto económico del precio de la energía”.
Brasil también se enfrenta a la desorganización de las cadenas globales con la pandemia. Para la CNI, este cuello de botella solo se resolverá a mediados año que viene. Mientras tanto, los nudos logísticos seguirán ejerciendo presión sobre los costes, manteniendo alta la inflación.
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