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Canadá busca respuestas en las “setas mágicas”

Varias empresas apuestan por la psilocibina, el principal psicoactivo de los hongos alucinógenos, por sus prometedores usos médicos

Las compañías estudian el uso terapéutico de los hongos alucinógenos.
Las compañías estudian el uso terapéutico de los hongos alucinógenos.

Tras décadas de cerrazón gubernamental, algunas sustancias alucinógenas han vuelto a estudiarse para tratar dolencias mentales. Pruebas efectuadas en distintos centros de investigación muestran cifras optimistas sobre su efectividad para reducir la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático, así como para combatir la dependencia al alcohol. Los expertos trabajan con el LSD, la mescalina y la DMT, aunque buena parte de sus investigaciones están enfocadas en la psilocibina, la molécula psicoactiva presente en unas 200 especies de hongos. Varias empresas canadienses están apostando por el poder curativo de las denominadas “setas mágicas”.

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Alexandre Lehmann, profesor de Neurociencias en la Universidad McGill, explica que el consumo de estas sustancias se realiza bajo la supervisión de un experto y en el marco de un trabajo psicoterapéutico. “Ignoramos aún varios aspectos relacionados con la forma en que actúan. Las neurociencias revelan que tienen una capacidad remarcable para modificar la estructura y la función de redes cerebrales y, por lo tanto, pueden catalizar el proceso psicoterapéutico haciendo que la persona sea más ‘maleable’ a los cambios y, así, más susceptible a abandonar un estado psicológico disfuncional”.

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Entre el 30% y el 40% de las personas con depresión no responde a los tratamientos convencionales. “El potencial para la depresión en general y, particularmente, para los casos resistentes a los tratamientos es muy prometedor con estas terapias”, señala Lehmann. Cita un estudio publicado en The New England Journal of Medicine por académicos del Imperial College de Londres (tanto esta institución como la Universidad Johns Hopkins cuentan con centros especializados en la investigación con psicodélicos). “Los resultados muestran que la psicoterapia asistida con psilocibina es al menos igual de eficaz que las nuevas generaciones de antidepresivos, posiblemente con menos efectos secundarios y sin necesidad de dosis repetidas”, agrega.

Producir psilocibina en laboratorios y cultivar hongos alucinógenos está prohibido en Canadá, al igual que su venta y consumo, como sucede en casi todos los países del orbe. Sin embargo, el ministerio federal de Salud otorga desde el año pasado algunos permisos de producción y uso para terapias e investigación. Su ingesta aún no está permitida con fines ceremoniales (aunque Ottawa ya ha dado luz verde a cinco asociaciones religiosas en el caso de la ayahuasca, que contiene DMT).

Distintos pueblos han consumido hongos alucinógenos desde hace miles de años. Especialmente en Mesoamérica, como han demostrado numerosos vestigios; también las crónicas de la conquista subrayan la importancia del teonanácatl (“carne de los dioses”, como se llaman estas setas en lengua náhuatl). Su consumo fue prohibido por los misioneros, pero sobrevivió en ciertas zonas. En 1957, R. Gordon Wasson publicó en la revista Life un texto que tuvo impacto mundial, donde contaba sus experiencias con hongos en la sierra de Oaxaca (México). El suizo Albert Hofmann —padre del LSD— logró en 1958 identificar y sintetizar por primera vez la psilocibina.

A raíz de los permisos especiales emitidos por Ottawa, Cybin se convirtió en la primera compañía cotizada que recibió autorización para fabricar psilocibina sintética. La empresa obtuvo en octubre de 2020 unos 30,6 millones de euros en una ronda de financiación; un mes después, llegó a Bolsa. Hoy tiene un valor de 195 millones de euros. La start-up Psygen, que cuenta con el mismo permiso, trabaja al alimón con un laboratorio de la Universidad de Alberta.

Otras compañías optan por el cultivo de los hongos para extraer psilocibina. En diciembre, Numinus se convirtió en la primera compañía cotizada (tiene un valor bursátil de 136 millones de euros) que extrajo legalmente la molécula de sus setas cultivadas. “Nos concentramos en la gente que busca un producto natural, que desea explorar posibilidades distintas a las de las farmacéuticas. Extraemos la psilocibina y otras sustancias. Estudiamos cómo la psilocibina puede complementarse con otros compuestos presentes en los hongos para ofrecer diversos beneficios para la salud”, comenta Payton Nyquvest, su consejero delegado. “Además, este método es más barato”. El coste de producir la molécula psicoactiva de forma sintética es aún alto debido al cúmulo de normativas.

“El acceso a las terapias es fundamental. Se requiere para ello desarrollar la infraestructura necesaria”, dice Nyquvest. El pasado febrero Numinus adquirió por 2,5 millones de euros Mindspace, empresa de servicios terapéuticos que trabaja con distintos alucinógenos. En diciembre, Cybin compró Adelia Therapeutics por más de 13 millones. Los analistas subrayan que el éxito del sector dependerá de un modelo que conjunte la producción de sustancias con su administración por expertos.

Optimi Health cosecha hongos para distintos usos; espera la autorización ministerial para iniciar el cultivo de setas alucinógenas. En su junta consultiva está Chip Wilson, fundador de Lululemon. Havn Life busca obtener el mismo permiso, aunque ya comenzó a cultivar estos hongos en Jamaica gracias a un convenio con Hypha Wellness. La regulación del país es una de las más laxas del mundo. Havn Life vale 42,9 millones de euros en el mercado bursátil.

7.000 millones

El mercado global de tratamientos a base de drogas psicodélicas podría rondar los 7.600 millones de dólares estadounidenses en 2028, según Bridge Market Research. “Será una revolución en la forma de tratar diversas dolencias, considerando que estamos en un periodo donde la crisis en salud mental jamás había sido tan severa”, prevé Nyquvest. Tania Gonsalves, analista de Canac­cord Genuity, señaló en una nota: “Las empresas que emergerán como ganadoras tendrán amplios recursos, productos patentables y una estrategia de reembolso bien planificada”.

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Gonsalves también subrayó ciertos cambios al sur de la frontera canadiense. El año pasado, Oregón aprobó la legalización de las terapias con psilocibina. En Oakland, Denver y Washington DC se descriminalizaron los psicodélicos provenientes de plantas y hongos. Y algunos movimientos bursátiles siguen esta línea, con compañías como la británica Compass Pathways (hoy valorada en 1.390 millones de dólares) o la neoyorquina MindMed aterrizando en el Nasdaq (ya estaba presente en las Bolsas de Toronto y Fráncfort).

El interés de los inversores, las adquisiciones y las estrategias de desarrollo evocan al escenario que se dio con la legalización de la marihuana recreativa en Canadá en 2018 (la terapéutica está autorizada desde 2001). Y varios ejecutivos del cannabis (como Bruce Linton, ex consejero delegado de Canopy Growth, y Vic Neufeld, antiguo director de Aphria) se han mudado al sector de los alucinógenos. Sin embargo, esta comparación resulta lejana, al menos, de momento. En Canadá, los permisos de producción y terapias son poco numerosos. “El verdadero dinero a ganar con los psicodélicos vendrá cuando la FDA apruebe estas drogas para el tratamiento de problemas de salud mental”, publicó OTC Stock Review.

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