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El BCE advierte de la “notable exuberancia” de los mercados y teme correcciones en Bolsa y vivienda

Guindos alerta de los peligros del exceso de deuda empresarial en los países más dependientes del sector servicios

Álvaro Sánchez
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.

En 1996, el entonces presidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, popularizó la expresión “exuberancia irracional” en un discurso que pretendía llamar la atención sobre las valoraciones desmedidas de los mercados financieros. Las Bolsas reaccionaron a sus palabras con caídas. Y pocos años después, la burbuja tecnológica pinchó. Este miércoles, el Banco Central Europeo (BCE) ha rescatado el término de las hemerotecas al hablar de una “notable exuberancia” en los mercados, y advertir así de un posible recalentamiento. “Los últimos seis meses han visto repuntes continuos en muchos mercados financieros y precios más altos en los mercados inmobiliarios residenciales de la zona del euro, aumentando la preocupación por la sobrevaloración y el potencial de correcciones abruptas del precio de los activos”, ha señalado la entidad en su informe de estabilidad financiera.

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Bolsas como la estadounidense o la alemana se mueven estas semanas en zona de máximos históricos, aunque en general en Europa se sitúan en niveles “más moderados” que al otro lado del Atlántico, donde parte del océano de liquidez con que la Casa Blanca ha inundado a los hogares ha acabado en Wall Street. El BCE cree que los boyantes índices bursátiles están desconectados de unos fundamentales todavía débiles, y las caídas de los últimos días, desatadas por los temores a la vuelta de la inflación en EE UU, no son suficientes: las valoraciones siguen siendo “elevadas”.

El texto recoge varias inquietudes más allá del impacto de una corrección en los mercados. Y están distribuidas de forma desigual. Para el vicepresidente Luis de Guindos, “una mayor carga de la deuda empresarial en los países con sectores de servicios más grandes podría incrementar la presión sobre los Gobiernos y los bancos en estos países”. Aunque no se la menciona, España, muy dependiente del sector turístico, y de los servicios en general, encaja perfectamente en esa descripción.

El supervisor se felicita de que las políticas públicas hicieron caer las insolvencias empresariales a mínimos históricos durante la pandemia. Pero alerta de que la retirada gradual de esas ayudas puede ir acompañada de turbulencias si las insolvencias aumentan, un escenario que “no puede descartarse”, contagiando a los Estados y bancos que las respaldaron, y provocando desempleo.

El banco explica que la renta de los hogares ha estado sostenida hasta ahora gracias al salvavidas público (medidas como los ERTE o ayudas a autónomos, por ejemplo), unas tasas de ahorro récord entre aquellos que han conservado su puesto de trabajo, la solidez del mercado inmobiliario, y la recuperación de las Bolsas. Pero cree que las vulnerabilidades están ahí: por la alta dependencia de las ayudas públicas, por la posibilidad de que la debilidad económica se prolongue y caiga el empleo, y por un aumento del endeudamiento de los hogares a través de las hipotecas, en medio de un mercado residencial que considera que presenta señales de estar sobrevalorado en la zona euro.

Fráncfort actúa así de aguafiestas frente a la euforia de pensar que el inicio de la recuperación es suficiente para compensar los desequilibrios que se han acentuado durante la pandemia. Reconoce que el sentimiento de mercado hacia los bancos ha mejorado “sustancialmente”, con sus subidas en Bolsa como prueba, pero lanza un triple aviso: la rentabilidad bancaria sigue siendo débil; la demanda de préstamos, incierta; y el riesgo crediticio puede aparecer con retraso, por lo que recomienda aumentar las provisiones para hacer frente a insolvencias.

El análisis también incluye en esta edición referencias al impacto del cambio climático sobre el sector financiero. “Una parte significativa de los préstamos bancarios a empresas podría estar sujeta a un alto nivel de riesgo relacionado con el clima, que afecta directamente a la actividad de las empresas”, apunta.

Y lanza la enésima andanada contra el bitcoin, aunque ve limitado su riesgo para la estabilidad financiera, dado que su uso como medio de pago es residual, y las grandes entidades del euro generalmente no están expuestas a los fuertes vaivenes de su precio. “El aumento en los precios de bitcoin ha eclipsado burbujas financieras anteriores como la fiebre de los tulipanes y la burbuja de los Mares del Sur en los años 1600 y 1700. Si bien esto ha sido impulsado en gran medida por inversores minoristas, algunos inversores institucionales y sociedades no financieras también están demostrando un interés creciente. Su volatilidad de precios convierten el bitcoin en arriesgado y especulativo, mientras que su exorbitante huella de carbono y su posible uso con fines ilícitos son motivo de preocupación”, concluye.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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