Bruselas ve inevitable la reforma de las reglas fiscales tras la pandemia
La UE busca acompasar la revisión en profundidad de su política fiscal y monetaria
Luces largas para preparar la Europa poscovid. Bruselas amasa ya una nueva propuesta para reformar las reglas fiscales tras el golpe que la pandemia ha asestado a las arcas públicas de los Veintisiete. La Comisión Europea quiere relanzar entre los socios del club comunitario el debate, que se antoja cuanto menos apasionado, antes del verano. Y pretende hacerlo, además, en paralelo a la revisión a fondo que el BCE está llevando a cabo de su estrategia para lograr la estabilidad de precios. La presidencia de la UE y la Eurocámara también trabajan para impulsar el proceso para modificar las normas fiscales.
Bruselas asume ya que la pandemia volverá a aparcar el despegue de la economía tras el peor bache desde la fundación del proyecto europeo. A corto plazo, las duras restricciones que impone la nueva oleada de contagios y los retrasos en las entregas de vacunas comprometen la recuperación hasta el punto que Roma o París se preguntan si los 750.000 millones del plan de recuperación serán suficientes para relanzar la economía. Y todavía con la incertidumbre de si el sur de Europa podrá gozar de una cierta normalidad para la temporada de verano, los Gobiernos siguen tendiendo redes de seguridad para evitar una mortalidad masiva de empresas o una pérdida acelerada de puestos de trabajo.
El mensaje en Bruselas es claro: todavía es muy temprano para plantearse retirar ese apoyo a la economía. Y dado que nadie puede garantizar cuán largo es el túnel, se imponen las tesis de quienes creen que las reglas fiscales deberían quedar también suspendidas en 2022. “Es muy importante no retirar los estímulos demasiado pronto, sino garantizar que la cláusula de escape [que suspende de facto las reglas] se mantenga hasta que la economía no vuelva a niveles de antes de la crisis”, sostuvo el ministro portugués de Finanzas y presidente de turno del Ecofin, João Leão en una comparecencia esta semana ante el Parlamento Europeo.
El debate, en todo caso, arrancará en primavera y se prolongará a lo sumo hasta verano. Las miradas están puestas en cuál será la posición de La Haya, que encabeza el grupo de halcones, pero que se halla inmersa en las elecciones del 17 de marzo. Aun así, las instituciones comunitarias garantizan que no se pasará de la barra libre a la ley seca. “Permítanme subrayar que no se trata de una retirada inminente del estímulo fiscal”, dijo el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, sobre esa primera negociación.
“Si la cláusula general de escape se mantiene activada en 2022 sí veo una ventana de oportunidad para la reforma de las reglas fiscales”, sostiene el vicepresidente de los liberales de Renew, Luis Garicano. El Parlamento Europeo está trabajando en un informe de iniciativa sobre gobernanza económica y reglas fiscales, cuyo primer borrador espera tener a punto el próximo mes de marzo. Ese documento será el primer hito para el debate de la reforma. El coordinador de los socialdemócratas europeos para la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de la Eurocámara, Jonás Fernández, cree que podría culminarse bajo la presidencia francesa del primer semestre de 2022.
Las capitales de momento aguardan la propuesta de Bruselas. La Comisión cree que las reglas deberán adaptarse a unas finanzas que estarán lejos de los sacrosantos límites que fija el Pacto de Estabilidad y Crecimiento: un déficit público equivalente al 3% del PIB y una deuda del 60%. Las últimas previsiones de la Comisión apuntaban a que los países de la UE cerrarían 2021 con un déficit del 9% y una deuda del 111%, con Grecia rebasando el 200%, Italia por encima del 150% y España y Francia acercándose al 120%. Y lo más probable es que esas previsiones de otoño hayan envejecido deprisa y mal.
Nuevo escenario
La presidencia portuguesa, que también quiere relanzar el debate, considera igualmente que la UE se halla en un escenario completamente nuevo e inhóspito: en apenas una década ha pasado por las dos mayores crisis desde la Segunda Guerra Mundial, las deudas públicas se han disparado y los tipos de interés siguen en un terreno negativo.
El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, recogió esta semana el guante. En un seminario interno con funcionarios de su departamento, defendió que la UE necesita “normas comunes”. Sin embargo, advirtió de que eso “no significa simplemente volver atrás, a las reglas fiscales anteriores”. “Reanudaremos la revisión de nuestras reglas e intentaremos hacerlo en paralelo con la revisión de la política monetaria por parte del BCE”, anunció Gentiloni, quien garantizó que esa “interacción” no invadirá la “independencia” de la institución que preside Christine Lagarde.
Alemania y Francia mandan señales de que apoyan la reforma. Las de París son inequívocas e incluso querrían ir más allá para revisar en profundidad toda la política de control económico, incluyendo las ayudas de Estado. El presidente del Bundestag y exministro Wolfgang Schäuble, que encarna las esencias de los halcones, afirmó en una entrevista en Financial Times que simpatizaba con quienes piden una reforma de las reglas antes de que vuelvan a reactivarse. “Después de la pandemia, muchas cosas serán completamente diferentes a como eran antes”, sostuvo. Eso sí, se reafirmó en la necesidad de seguir con las reformas.
Las instituciones europeas temen, además, que el ritmo de reducción de la deuda pública de las actuales reglas ponga en peligro el crecimiento. “Las reglas van a cambiar sí o sí. Es imposible aplicarlas, por ejemplo, en cuanto a la deuda pública. Pretender que países como Italia o Francia la reduzcan al 60% a los ritmos de ajuste actuales es un desiderátum”, sostiene Jonás Fernández.
Sin embargo, también ahí cabe ver la postura de los halcones, que aguardan a la propuesta para mover ficha. El vicepresidente ejecutivo tercero de la Comisión, el conservador letón Valdis Dombrovskis, recordó que esa reforma de las reglas debe corregir el carácter “cíclico” de las actuales. “Estamos discutiendo los estímulos fiscales que hemos de emplear durante la crisis, pero durante los buenos tiempos vemos que un número de países no usaron la bonanza para reducir su deuda”, sostuvo en una entrevista a EL PAÍS.
La Comisión se decanta por no cambiar el tratado
Bruselas es consciente de que el debate sobre las reglas fiscales puede abrir la caja de los truenos. La opción de cambiar los límites del tratado —del 3% del PIB para el déficit y el 60% para la deuda— queda casi descartada. “No diría que es una cuestión de cambios del tratado. Tal vez eso pertenece más bien a la Conferencia sobre el futuro de Europa”, argumentó Valdis Dombrovskis. Sin embargo, sí gana enteros una reforma que, de entrada, relaje el corsé para que los países enderecen sus finanzas.
El vicepresidente de Renew Luis Garicano apuesta por una reforma que deshaga la maraña de indicadores que imponen las actuales reglas. En su lugar, propone una norma para limitar el gasto público neto. “Debe ser un mecanismo transparente, sencillo”, sostiene. Y a la vez, propone un viraje para quitar el peso de la excesiva reglamentación y apostar por la creación de instituciones independientes de control, tanto a nivel nacional como europeo, y de un ministro del Tesoro europeo.
El socialista Jonás Fernández cree que las actuales normas para reducir deuda no tienen sentido en el actual conexto económico, con países que duplican e incluso triplican el límite fijado en el tratado. Sin embargo, considera que las reglas deben tener en cuenta también el elemento del fondo de reconstrucción. “Por primera vez, la UE cuenta con un instrumento anticíclico con un calendario pactado para obtener recursos propios”, recuerda. Fernández considera que de la supervivencia o no de ese mecanismo dependerá que se puedan asumir márgenes más o menos estrictos. Otra carpeta más en la ya desbordada mesa de los ministros de Finanzas.
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