Mucho cuidado al escoger bróker digital
Hay que seleccionar con cuidado el operador para invertir en Bolsa si queremos evitar ser objeto de un fraude
Los supervisores avisan: operar en Bolsa de la mano de algunas plataformas digitales puede suponer para un inversor sin experiencia algo parecido a meterse en la boca de un lobo. Las pérdidas que causa el trading por Internet de la mano de algunos brókeres alcanzaría, según datos de la policía, cifras millonarias. Las denuncias se multiplican, pero las plataformas juegan con un as en la manga: manejan importantes presupuestos que les permiten contratar personajes famosos para su publicidad e incluso patrocinar equipos deportivos. Una parte de estos operadores no están regulados ni registrados. Inducen a tomar posiciones a los clientes, incluso por encima de su patrimonio gracias a sus ofertas para invertir con apalancamiento (deuda). Además, su estrategia comercial es muy agresiva, con llamadas telefónicas recurrentes. Otro de sus rasgos es el de dificultar cualquier tipo de reclamaciones. Los gastos, a veces con comisiones encubiertas, pueden ser muy voluminosos.
Estos son los riesgos a tener en cuenta por operar en Internet, a través de quien no debe hacerlo, en acciones, divisas, contratos por diferencias (CFD) o criptomonedas, según los expertos consultados. “Es un mundo gigantesco. En los últimos 10 años, las plataformas de trading y los brókeres digitales se han multiplicado gracias a la tecnología”, explica Melodía García, del equipo de Brokeronline.com, quien además advierte de que el primer problema que plantean es incluso la propia terminología.
Plataformas
Las plataformas tipo Metatrader 4 y 5, XStation, Visual Chart, Pro Real Time, NinjaTrader o TradingView, entre otras, son las herramientas de trabajo, algo así como las marcas blancas del software de la inversión, puntualiza García. Algunas de ellas tienen sus propios brókeres —necesarios para comprar y vender activos—, pero también pueden ser utilizadas por otros intermediarios. Dentro de estos últimos brókeres, los hay que tienen su propia mesa de negociación, los llamados market makers, que ofrecen contrapartida a las distintas posiciones de inversión y los que, al no disponer de ella, transmiten únicamente las órdenes de sus clientes al mercado. Estos market makers, al no negociar en un mercado organizado y transparente, “tienen como objetivo ganar dinero con los spreads, diferenciales que aplican en cada una de esas órdenes de compraventa”, añade García.
Este modus operandi, según Eduardo Montero, responsable de contenido de Invertirenbolsaweb.net, debe completarse con un “si nosotros ganamos, será a costa de lo que él pierde, de ahí que haya ya de salida un conflicto de intereses”. Para este experto, antes de empezar a invertir hay que comprobar no ya el tipo de bróker con el que se trabaja, sino si “está o no regulado, es decir, si tiene o no licencia para operar en los mercados financieros con capital ajeno porque, si no es así, existe la posibilidad de que sea un fraude y no vamos a tener a quien acudir en caso de cualquier reclamación”. Una vez comprobado que el bróker es legal, “debemos averiguar si tiene o no una política de gestión de conflicto de intereses, un modo de resolver cualquier incidente para que no queden en una serie de decisiones arbitrarias”.
Comprobar la regulación, el registro del bróker en cuestión y que éste no ha sido objeto de advertencia por parte de ninguna autoridad de supervisión es, según la CNMV, el primer paso que hay que dar para evitar lo que comúnmente se conoce como chiringuito financiero, pues son “peligrosos e intentan engañarle”.
La cuestión es, como explica Fernando Navas, del bufete Navas & Cusí, que incluso se encuentran con algunos brókeres de trading que han conseguido su autorización en países como Malta o Chipre y que, por tanto, gozan de pasaporte europeo, pero plantean serios problemas. “Nos llama la atención la falta de contratos firmados; el enorme porcentaje de personas sin vinculación legal con la compañía de inversión que simplemente han marcado la pestaña del ‘Acepto términos y condiciones’ o que han firmado un minicontrato de tres folios que remite para todo lo demás a las condiciones generales de contratación”, destaca Navas. “Incumplen de principio a fin las normativas Mifid I, Mifid II y todas las recomendaciones de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA)”.
En sus críticas, el abogado de Navas & Cusí va más allá: “A través de alguna de estas plataformas vinculadas a distintos brókeres online se ha estado vendiendo a gente sin ningún conocimiento de mercado productos complejos. Hemos llevado el caso de una persona que invirtiendo 30.000 euros y por el apalancamiento ha perdido exactamente 247.000 euros”. Mauro Jordan, de Chávarri Abogados, subraya que algunos de estos brókeres, cuyos principales clientes son muchas veces jubilados y estudiantes influenciados por las redes sociales, “aplican gastos sobre posiciones abiertas que anulan completamente cualquier beneficio obtenido y que en ocasiones derivan en la pérdida total del dinero invertido”. Tal y como reconocen estos dos letrados, se han encontrado además con prácticas de churning, que se da cuando “los brókeres se enriquecen a expensas de sus clientes haciendo constantes operaciones en su nombre con el único objetivo de obtener ingresos vía comisiones”.
Otro riesgo de estos operadores está en los productos complejos que ofrecen. Mayoritariamente operan a través de CFD, en los que un inversor y una entidad financiera acuerdan intercambiarse la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta de un determinado activo subyacente (acciones, índices, divisas, tipos de interés…). Tal y como señalan desde la CNMV, son productos de alto riesgo cuya operativa genera pérdidas en más de un 75% de los casos y está restringida en España para los clientes minoristas. Mauro Jordan da un triste ejemplo real de la gente que cae en el cebo de los brókeres fraudulentos: “Señora de 69 años con un 50% de discapacidad. Leyendo una noticia sobre un famoso presentador español salta a otra página en la que pone sus datos. A partir de ahí recibe llamadas telefónicas constantes que acaban en una inversión real en CFD de 10.000 euros, un préstamo personal de 23.000 euros y finalmente, debido al apalancamiento, unas pérdidas de 109.000 euros”.
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