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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

A la luz de la crisis del Creditansalt

Las lecciones de 1931 en Austria pueden ayudar a afrontar el problema de Bankia

Hace 81 años, el banco austriaco Credit Anstalt anunciaba su insolvencia. Era el banco más importante de Austria, uno de los mayores de Europa central. Evitar su caída se convirtió en una prioridad para el Gobierno austriaco. Tanto el sistema bancario como el buen funcionamiento del resto la economía estaban en juego.

Sin querer hacer los paralelismos obvios con otras crisis bancarias mayores, existen tres aspectos interesantes de dicho episodio con respecto a Bankia. Primero, las causas mismas que propiciaron la bancarrota de Credit Anstalt. Segundo, la manera en que el Gobierno austriaco manejó la crisis, dadas las difíciles condiciones domésticas e internacionales. Tercero, las consecuencias a mediano plazo de dicha operación.

Austria pasaba entonces por una situación delicada. Con mucho esfuerzo había logrado regresar al patrón oro, gracias en parte a políticas fiscales y monetarias que le permitieron estabilizar el valor de su moneda y mantener un equilibrio fiscal desde 1923. Estas políticas económicas habían sido las condiciones para el apoyo de la Sociedad de Naciones (que llegó a ejercer un papel similar al del FMI) y de otros países europeos a través de la emisión internacional de un préstamo al puro estilo eurobono —los títulos estaban garantizados por esos países—. Pero el crecimiento económico continuó siendo raquítico durante varios años, siempre acompañado por un paro elevado y una balanza comercial desfavorable.

El crack en Nueva York en 1929 y el retiro masivo de depósitos extranjeros en la mayor parte de las plazas europeas fragilizó aun más la ya delicada posición de muchos bancos del continente. Credit Anstalt se encontraba particularmente expuesto a los vaivenes de los mercados internacionales. La mala situación económica del país, la concentración sectorial y regional de sus activos y la obligada absorción del banco Bodenkreditanstalt (que se encontraba en una situación mucho peor) tenían a Credit Anstalt al borde del abismo. Con la congelación de los préstamos interbancarios en 1931, la situación era insalvable.

El Gobierno austriaco optó por inyectar capital a través de la compra de acciones (de facto, una nacionalización). El plan era que, una vez que la situación económica mejorara, las acciones serían vendidas y se evitaría así cualquier coste para los ciudadanos. Las perdidas del banco, no obstante, continuaron los meses siguientes. Un tiempo después, el Gobierno comprobó que el banco había ocultado perdidas mayores anteriores a 1931. Esto solo sirvió para fomentar las dudas sobre otros bancos austriacos.

Probablemente aquí terminen los paralelismos. Pero solo probablemente: el banco central austriaco no dudó en apoyar su sistema bancario. Primero mediante préstamos directos y después mediante emisión monetaria. Eso provocó, no obstante, que los inversores dudaran sobre el compromiso del banco con el mantenimiento del patrón oro. Las fugas de capitales aumentaron a pesar del aumento de los tipos de interés por el banco central. Con la introducción de control de cambios y el racionamiento interno de divisas extranjeras, Austria habia abandonado, de hecho, el patrón oro.

La situación pudo haber sido distinta con una colaboración internacional más eficiente. El banco central austriaco solicitó un préstamo internacional desde el inicio de la crisis. Las negociaciones resultaron tan largas que cuando se concluyó el acuerdo, el monto fue demasiado pequeño para las necesidades del sistema bancario. La cooperación entre bancos centrales fue igualmente lenta y limitada, retraída como consecuencia de la desconfianza y porque los demás bancos tenían sus propios problemas domésticos. En realidad, existió poca voluntad para actuar conjuntamente.

La crisis austriaca terminó por extenderse al resto de Europa y posteriormente, al mundo entero. Uno tras otro, los países optaron por abandonar el patrón oro, por introducir controles de cambio y por cerrar sus economías al comercio exterior. El resultado fue la agudización de la crisis y las desgracias que todos conocemos. Mas allá de dramatismos y alarmas infructuosas, la restauración de la confianza, la cooperación internacional y la importancia del banco central parecen factores clave en la gestión de una crisis bancaria.

El seguro a los depósitos fue una de las grandes innovaciones financieras del siglo XX. Pero si el Estado garante se encuentra en dificultades financieras, el banco central debe apoyar a su sistema bancario. En la duda, y si los recursos parecen insuficientes, la cooperacion internacional tiene que contar con mecanismos rápidos y eficientes de apoyo mutuo. Es cuestión de racionalidad, sobre todo entre socios: todo lo que afecta a tu vecino, terminará por afectarte también. Y esta lección parece olvidada.

Juan H. Flores es profesor de Economía de la Universidad de Ginebra.

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