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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tomar a González en serio

González, Felipe, proponía hace unos días una reforma sustancial de la Administración local, suprimiendo las Diputaciones y fusionando ayuntamientos. Haríamos bien en tomarlo en serio. Es tiempo de reformas en profundidad, de eliminar ineficiencias en la Administración y mejorar la participación democrática de los ciudadanos. Desde la izquierda tenemos que diseñar un itinerario de viabilidad para el conjunto del sector público que mantenga (y modernice) la provisión de bienes públicos y sociales. El fortalecimiento del sistema fiscal, en la línea defendida en estas mismas páginas por S. Lago (El desafío, 4/6/2011) ha de complementarse con la búsqueda de la eficiencia en la prestación de servicios.

En Dinamarca, que nos duplica en habitantes, redujeron en 2005 los municipios a menos de 100

Las Diputaciones son en sí mismas una ineficiencia mayor. Conviene repetir que no tienen amparo constitucional (aunque sí las provincias); y que no existen como tales en algunos territorios: en las autonomías uniprovinciales se han subsumido con aquellas, en Canarias hay cabildos insulares, por ejemplo. Es una Administración que duplica sus funciones o bien con la autonómica o bien con la local, gestionando recursos que suponen aproximadamente un 1% del Producto Interior Bruto de Galicia. Y que además es de complicada elección indirecta, muy sesgada en contra de los municipios más poblados; resulta opaca, por ser sus "clientes" los propios Ayuntamientos; y de muy limitada responsabilidad fiscal, financiándose mediante transferencias. Todas ellas características que conspiran en contra de un uso ponderado y razonable de los recursos públicos.

Claro que existen Diputaciones bien gestionadas. Pero toda su idiosincrasia como institución favorece el clientelismo. Y siendo así, condiciona para mal el funcionamiento de los pequeños ayuntamientos, de fiscalidad mínima y extremadamente dependientes de las subvenciones o servicios que proveen las Administraciones de rango superior.

También se puede hacer mucho mejor con los ayuntamientos. Dinamarca, que tiene 5,5 millones de habitantes, el doble que Galicia, y una extensión 1,5 veces mayor, con una parte insular, aprobó en 2005 una reducción a un tercio del número de ayuntamientos, dejándolos en algo menos de 100. Proporcionalmente, a Galicia le corresponderían 50: es, aproximadamente, el número de comarcas. Se trata de una referencia sensata, multiplicando por seis el tamaño medio actual, eliminando las demarcaciones por debajo de cierto umbral de habitantes (en Dinamarca fue de 20.000) y reduciendo el diferencial de tamaño entre ellas. No estamos proponiendo este resultado, que precisará estudios y consensos varios; únicamente indicando una referencia plausible.

Hemos calculado que si los ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes tuviesen un coste de funcionamiento per cápita de sus servicios generales similar al de los municipios de entre 20 y 50.000 habitantes ahorrarían casi un 40%. Además de estos efectos estáticos de escala (que serían similares en otras áreas de provisión de servicios), una Administración más fuerte generaría mejoras de eficiencia por un diseño más adecuado de sus servicios o el incremento de su poder de negociación con los proveedores.

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Y todo ello con un incremento de la calidad democrática: en los municipios más pequeños la representación de la pluralidad es menor; en los urbanos, haríamos coincidir usuarios con cuerpo electoral al extender la demarcación a los actuales ayuntamientos circundantes; sus pobladores participan de los servicios de la ciudad central pero no eligen a sus responsables. Sin que tenga que resentirse el componente de proximidad de la Administración municipal, pues la descentralización es una posibilidad siempre presente.

Sé que el proceso será largo y complicado; que solo podrá empezar con un gran consenso político, de difícil gestación; que los ahorros propuestos precisarán tiempo para materializarse y serán en parte impedidos por resistencias varias. Pero también sé que no tiene sentido que exista la misma planta administrativa municipal ahora que cuando, por ejemplo, Fonsagrada tenía tantos habitantes como Vigo, a comienzos del siglo XX: la desruralización ha cambiado todo. O ahora que cuando no existía el automóvil: las provincias se diseñaron para garantizar que en un día, de cualquier lugar de ellas, se alcanzase la capital. ¿Vamos a seguir siendo prisioneros de los determinantes tecnológicos decimonónicos?

Xoaquín Fernández Leiceaga es diputado y exportavoz del PSdeG en el Parlamento gallego

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