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Entrevista:Nicolás Sartorius | Álvarez Abogado y periodista | Miradas sobre Euskadi

"Si Bildu no juega honestamente se quedará fuera"

A mediados del siglo XIX, Luis José Sartorius, conde de San Luis, jefe de Gobierno y posteriormente presidente de las Cortes, decidió seguir a la reina Isabel II y veranear en el País Vasco con la corte real y parte de la aristocracia española. En la localidad playera de Zarautz se construyó una hermosa mansión, que durante décadas se llamaría Villa San Luis, y en donde, casi un siglo más tarde, su biznieto Nicolás iniciaría sus largos veraneos y sus primeros encuentros con los vascos.

Hoy, Nicolás Sartorius Álvarez de las Asturias, a sus 73 años, ha regresado a Euskadi para dar una conferencia sobre la "izquierda europea y la globalización" en la Fundación Mario Onaindia. Como siempre elegante, visiblemente satisfecho, y hasta emocionado en algún momento por este reencuentro con su pasado, Sartorius, sentado en la cafetería del histórico Hotel Zarautz, mira fijamente y con gesto lento diluye el azúcar de su té. Con nostalgia, pero con precisión, quiere recordar sin que se le escape ningún detalle. "Representaba el paraíso. Era la mejor época del año, el mar, la playa, y el no tener que estudiar...la libertad en cierto sentido. La libertad de movimiento, todo lo contrario de mi vida en Madrid, donde nunca ibas solo. En cambio, en Zarautz el instrumento de esa libertad era la bicicleta, o el fútbol en la playa y la pelota. Ahí empieza mi estrecha relación con el País Vasco". Son los maravillosos años de la adolescencia, que vuelan rápidamente.

"Zarautz representaba el paraíso, la libertad de movimiento"
"Para los vascos católicos el marxismo era una ideología perversa"
"Arzalluz me expuso sus tesis soberanistas, y le pedí que fuese más honesto con la gente"
"A nuestros actos iba mucha gente, pero luego se votaba al PNV o al PSOE"
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"Ormazabal tenía muy mala leche, pero era muy íntegro"
"La idea no era solidarizarse con ETA, sino evitar la sentencia de muerte"
"Unos por mala leche, otros por ignorancia, no saben cómo funciona la democracia"
"En la cárcel, desde 1963 hasta 1975, no coincidí con ninguno del PNV"
"En la cárcel jugando a pelota, con Josu Ibarrola, les ganábamos a todos"
"Cuando ETA mató a Carrero Blanco en 1973 se inició el juicio del 1001"
"El Gobierno debe seguir contra ETA, encarcelando a etarras, y no bajar la guardia"
"Arrizubita nos adelantó lo que iba a pasar con el PNV, y acertó"

Así, pocos años más tarde llegará la época de la Universidad, de los primeros "follones", de sus compromisos en la lucha contra el franquismo, y su militancia en el Frente de Liberación Popular (FLP), que en Euskadi se llamara ESBA (Euskadiko Sozialisten Batasuna), y en donde conoce a José Ramón Recalde, "que era la cabeza" del Felipe, pero también a Pablo Bordonaba, Carlos López, Jon Elorrieta, o Luciano Rincón. Entonces, Nicolás se traslada a menudo al País Vasco a traer propaganda y a reunirse clandestinamente con sus compañeros de organización, hasta que se produce la gran "caída del aparato Felipe" en 1963, después de la histórica huelga de Asturias. Coincide con muchos de ellos en la cárcel de Carabanchel, en donde viven angustiosamente el juicio y el fusilamiento de Julián Grimau, el militante del Partido Comunista. "Me acuerdo que cuando Grimau regresó del juicio y le rodeamos preguntándole, como le había ido, contestó: lo consideran como delito continuado. Al hablar de delito continuado, Recalde, como abogado, enseguida apostilló: '?!Uf! esto es muy malo, porque une los delitos de la guerra con los de ahora. Me huele muy mal". Efectivamente, lo condenaron a muerte y lo fusilaron. "Me enteré de manera insólita, a través de un preso común que nos metió por debajo de una rendija un papelito lleno de faltas de ortografía, 'A buestro compañero preso lo an matao'", recuerda.

Pero, también, en esa época se produce la famosa detención del líder Ramón Ormazabal, y de muchos militantes vascos del PC. "Ramón era todo un personaje. Tenía muy mala leche, pero era muy integro", recalca Sartorius. En esa "caída" estaban los dos hermanos Ibarrola, Vidal de Nicolás, Enrique Múgica, o Antonio Jiménez Pericas, que posteriormente sería magistrado en Euskadi. "Pericas era un joven profesor ayudante del catedrático, García Gallo. Le conocí porque él daba las clases prácticas en primero de Derecho, y luego, me sorprendió mucho verle en el patio de Carabanchel. Era un tío estupendo, lleno de vida y de conocimiento. Posteriormente, mantuve una gran amistad con él".

No todos son malos recuerdos, y los hay también más agradables: "Jugábamos mucho a pelota, e hice pareja con Josu, el hermano del pintor Agustín Ibarrola. Les ganábamos a todos". Allí, también conoció a gente de la primera ETA, como Olaskoaga, Goikoetxea, Uriarte, Urbizu, López, entre otros, y del PC de Bilbao. Mantuvo buena relación con todos ellos, porque además coincidieron en la misma galería, la histórica Sexta de Carabanchel. Recuerda que entonces muchos presos políticos no querían ir a misa, y tras unas huelgas de hambre consiguieron que se cambiase el reglamento, y no fuera obligatorio. Según Nicolás, los vascos católicos hablaban mucho de Jacques Maritain, el pensador francés demócrata cristiano, y consideraban al marxismo como ideología "perversa" o "terrible". "No me sorprendió demasiado porque sabía que era gente que procedía del ambiente católico vasco; muy de los curas, de los seminaristas, como los de Derio, muy de ese mundo nacionalista de las juventudes del PNV, de EGI. Nada que ver con los futuros militantes de ETA".

Nicolás Sartorius, tras un consejo de guerra, es condenado a tres años, y al salir de la cárcel su obsesión es volver a Zarautz. Le reciben bien. "Mi familia, como siempre, y alguna gente del pueblo ya me ve de otra manera. Ya no soy el señorito veraneante, y empiezan a decir, 'si este ha estado en la cárcel, es de fiar'. Algunos se acercaron a mí. Ahora bien, ya desde pequeño me di cuenta de que aquí había un fuerte sentimiento nacionalista, y que ellos guardaban silencio porque vivíamos en dictadura, y no se fiaban de la gente que venía de fuera".

A partir de entonces, sus contactos con el País Vasco son a través de sus numerosos viajes y que hace clandestinamente para relacionarse con los primeros militantes de CC OO de Euskadi. Viaja a Vitoria, a Barakaldo, a Bilbao, para reunirse con Tomás Tueros, David Morín, y José Unanue, los futuros dirigentes de CC OO. En ese periodo de "semi-libertad" se celebra el Juicio de Burgos en diciembre de 1970. Entonces, se convoca una reunión de todas las fuerzas políticas clandestinas en Madrid, en la que participan Tierno Galván, y una serie de personalidades. Incluso se espera la presencia de Joaquín Ruiz Jiménez. La famosa Reunión de la Avenida del Mediterráneo, hoy en los libros de historia, es una cita que la policía detecta, pero que sirve para coordinar, entre todos los grupos, la petición de suspensión de la pena de muerte contra los seis militantes de ETA. "La idea no era solidarizarse con ETA, sino evitar la sentencia de muerte. Llegó la policía, nos detuvo, pero con la fatalidad de que pusieron luego a todos en libertad, menos a mí, porque estaba en libertad provisional. Y de nuevo a la cárcel para otro año y pico".

Luego, vendrán más detenciones durante los estados de excepción, y hasta la última vez con ocasión de la "caída" de junio de 1972, cuya causa se convertirá en el famoso Sumario 1001. En este, también es juzgado otro vasco, Pedro Santiesteban, a quién defiende un abogado donostiarra, Guillermo García Lacunza. Se da la coincidencia de que el juicio 1001 se iniciará el mismo día en que matan al almirante Carrero Blanco (20 diciembre de 1973). "En el momento en que ETA puso la bomba, nosotros estábamos en el banquillo de la sala del juzgado. Allí nos enteramos del atentado a través de unos gestos que me hizo mi primo Jaime [abogado defensor]. ¡Claro! el juicio se suspendió. Nos mandan a los calabozos, y es cuando Joaquín Ruiz Giménez y José María Gil Robles [padre], los dos letrados defensores, van a ver al juez Mateu, y este se pone como una furia y les dice: 'A mí lo que me pide el cuerpo, es quitarme la toga de juez y salir a la calle con una pistola". Ese era el ambiente. Otros tres años de cárcel. Muere Franco, todos los acusados del 1001 son indultados por el rey, y llega el espíritu de febrero y la Transición.

A partir de ahí, Sartorius renueva su relación con el País Vasco, porque hasta el año 1982 pertenece a la dirección de CC OO. Llega el primer Congreso del sindicato en Euskadi, e interviene en él junto a Tueros, Unanue, y Pérez, el guipuzcoano. Luego, y como miembro del Comité Federal del PC, vendrán sus primeros contactos con Roberto Lerchundi Bubi cuando este toma el mando del PC-EPK. Y se vive el tema de los renovadores, y la crisis. "Es un periodo muy triste", recuerda. Hace pocos días, el exdirigente comunista ha estado repasando la documentación del IX Congreso del PC, el primero legal, y en ella se recuerda como Lerchundi estaba de acuerdo con lo que Sartorius planteo sobre el terrorismo. Intervención que fue muy aplaudida, hasta el punto que sacó más votos que Santiago Carrillo a la hora de elegir el Comité Federal. Carrillo tomó la decisión de no publicar los resultados de esa votación. Luego con Bubi mantendrá una larga amistad. "También me acuerdo que en Álava el dirigente del PC era Carlos Alonso Zaldivar Charly, [luego embajador en Corea, Cuba y Brasil], y más listo que el hambre. En las primeras elecciones de 1977, el partido organizó un mitin en la plaza de toros de Vitoria abarrotada, y en el que participé junto a Charly y Ramón Tamames. Me acordaré de ese mitin toda la vida, fue impresionante. Pero luego, efectivamente, sacamos muy pocos votos. Eso nos pasó en esas campañas electorales. A los actos iba una masa de gente impresionante, y luego a la hora de votar se inclinaba por el PSOE o UCD".

En cuanto a sus relaciones con los nacionalistas del PNV, Sartorius afirma hoy, que en la cárcel no vio a ninguno. "El PNV por las cárceles españolas, cero, excepto alguno por Basauri. Desde el año 1963 cuando empecé mi primera detención y hasta 1975 en que fuimos indultados por el rey, no coincidí con ninguno del PNV. Ahora bien, sé que tuvieron caídas en el País Vasco".

No obstante, años antes en la época del Felipe se relacionó con un vasco curioso, Martín de Arrizubieta, nacido en Mundaka, un exgudari y sacerdote, que había participado en la guerrilla italiana contra Mussolini, en el mismo grupo que Sandro Pertini. Vuelto a España, recibido y "perdonado" por al arzobispo franquista Pla y Deniel se reintegró a la Iglesia. Con una vida de novela, Fermín Zubizarreta acabó de párroco en Córdoba, en la iglesia de Santa Marina. "El, siempre nos decía: '!No os equivoquéis!, el PNV va a tener mucha fuerza. Porque ellos no luchan contra la dictadura, ellos tienen sus contactos, su propia vida. No aparecen, pero están ahí. ¡Yo lo sé!, y tienen mucha relación con la Iglesia vasca'. Nos adelantó lo que iba a pasar con el PNV, y efectivamente acertó. Era todo un personaje".

Sin embargo, después y durante las tres legislaturas en la que es elegido diputado, sí tiene contactos con el PNV, sobre todo con Iñaki Anasagasti, con Marcos Vizcaya, con Emilio Olabarria y su grupo parlamentario. Dice que con todos ellos siempre tuvo una relación muy cordial.

-¿Y con Xabier Arzalluz?

-"Solo cuando vine a dar una conferencia a Bilbao, invitado por la Fundación Sabino Arana, porque Arzalluz fue diputado en el periodo Constituyente, en el que no estuve. Recuerdo que en el almuerzo que tuvimos en Sabin Etxea, Arzalluz me expuso sus tesis soberanistas y le pedí que fuese más claro y más honesto con la gente. Qué dijera cuál podría ser el coste de esa posible deriva independentista, como por ejemplo la marginación de Europa, o la pérdida del euro". Entonces, Sartorius ya se había incorporado a la Fundación Alternativas, en la que lleva 14 años como vicepresidente.

Hoy, su relación con el País Vasco es menor, pero siempre procura volver, de vez en cuando, a San Sebastián, y siempre acercándose a Zarautz, como cuando alquiló un piso durante un mes para pasar unas vacaciones con su mujer y su hija. Sin embargo, la situación convulsa, las amenazas, los atentados y la obligación de llevar escolta le alejaron durante unos años de Euskadi. "Era algo desagradable, y nos fuimos hacía Cantabria. Pero siempre me ha tirado esto, y ahora procuro volver más a menudo".

-¿Y ahora cómo ve la situación desde fuera?

-En esto hay que ser muy reservado, en el sentido de no hay que hablar mucho. En las cuestiones de terrorismo cuanto menos se hable, mejor. Y cuanto menos se habla, hay más posibilidades de hacer más cosas. Sobre la legalización de Bildu, me parece que hay que estar a lo que dicen los tribunales, y con la discusión que esta ha generado, me quedo muy sorprendido de lo ignorante que es la gente sobre las instituciones de este país. Unos por mala leche, y otros por ignorancia, porque no saben cómo funciona la democracia. La ilegalización de Bildu hubiera dado más argumentos a los sectores más duros de ese mundo. Quiero pensar que con su legalización a ese mundo se le pone muy difícil, casi imposible, volver a actos de violencia. Además, la posibilidad del engaño está muy limitada porque con la reforma de la Ley Electoral puede producirse una ilegalización sobrevenida. Por lo tanto, ahí existe una garantía. Tengo la esperanza que con este Bildu, que ha tenido muy buenos resultados en estas recientes elecciones, ellos se den cuenta de que en ese trabajo en las instituciones, o son leales o se van fuera. Si no juegan honestamente se irán fuera. Pero cuando tienes que gobernar o gestionar, es distinto.

-¿Y qué puede pasar con ETA?

-El peligro que tiene es doble. Que se convierta en una especie de GRAPO, o que se divida, y que unos digan ¡se acabó! y otros quieran seguir el camino de la violencia. Son los riesgos. Pero en general el panorama es el más favorable que ha habido en toda la historia de ETA, por su debilidad, y porque ese mundo de Bildu creo que tiene clarísimo que la vía violenta se ha terminado. ETA, hoy, es una cosa absolutamente estrambótica en Europa. Es el último movimiento violento en nuestro continente, y completamente sin sentido. La sentencia del Tribunal de Estrasburgo les ha golpeado durísimamente.

-¿Qué puede hacer el Gobierno en este proceso, para algunos final?

-El gobierno debe seguir persiguiendo a ETA, encarcelando a etarras, no bajar la guardia y continuar en ese sentido. ETA tiene que comprender que metafísicamente es imposible que un Estado como el español y el francés le haga concesiones políticas. Eso sería liquidar la democracia. Y en el tema de los presos, si abandonan definitivamente y para siempre la violencia, es evidente que para aquellas personas que no tengan delito de sangre habrá que buscar alguna fórmula para resolver este tipo de cuestiones. Yo siempre he dicho lo mismo, y es que donde hay que derrotar al terrorismo es aquí, porque en Soria siempre ha estado derrotado. Al terrorismo se le liquida cuando no tiene base social. Es la famosa teoría del pez en el agua. Si le quitas el agua se ahoga. ETA ahora es el pez que ya no tiene agua porque ha perdido su apoyo social. O cede o lo machacas.

El abogado y periodista Nicolás Sartorius.
El abogado y periodista Nicolás Sartorius.ÁLVARO GARCÍA

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