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Análisis:El futuro de las diócesis de Euskadi
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La izquierda y los mercados

Los partidos políticos de izquierda están en serio peligro de perder a su electorado tradicional si su reacción ante la crisis se limita a tomar las medidas de austeridad, más o menos racionales, que se necesitan para reducir el déficit. Ya decía el viejo Marx que cuando las fuerzas productivas se mueven, las ideologías también se deben mover, y hoy la izquierda clásica, si quiere sobrevivir, necesita demostrar que es capaz de enfrentarse con éxito a los nuevos amos del orden internacional, los celebres mercados financieros.

Un partido de izquierda actual, si quiere servir para algo, tiene que demostrar que tiene un programa realista capaz de hacer pagar impuestos al capital financiero internacional y controlarlo para que no pueda volver a provocar una crisis como la que han provocado y que venimos padeciendo. A favor de una política de este tipo está el hecho de que los técnicos saben perfectamente lo que habría que hacer: otra cosa es saber si los partidos de izquierda se atreven a poner el cascabel al gato.

Por ejemplo, hay que combatir el uso de los paraísos fiscales por parte de estos "mercados", que les permite eludir impuestos y especular sin traba alguna. De hecho, en otras áreas de la economía real, como el sector alimentario, por ejemplo, ya hace años que se ha impuesto la prohibición de vender un producto si quien lo vende no asegura su "trazabilidad", es decir, la capacidad de las autoridades para, si resulta necesario, identificar el origen real de todos los componentes del producto. Por ello, bastaría con exigir a todas las empresas financieras que trabajen en los países de la OCDE que aseguren la "trazabilidad" de todos los fondos financieros que manejan para que esas mismas financieras tuvieran que optar entre trabajar en la OCDE sin usar los paraísos fiscales o trabajar con paraísos fiscales e invertir en otras partes del mundo.

También los expertos saben como combatir el mal uso que los mercados hacen de los llamados CDS, con los que están atacando masivamente a las deudas de Grecia, Irlanda, Portugal y España. Un CDS no es en el fondo más que una especie de póliza de seguro que intenta proteger al titular de un bono frente a la posibilidad de que el bono no se pague al vencimiento por quiebra del titular que lo ha emitido. Es, por lo tanto y en principio, algo tan inocuo como contratar una póliza de seguro contra incendios de su vivienda.

Pero lo que hace de un CDS un "arma de destrucción masiva financiera", en la afortunada definición del financiero Soros, es su peculiar uso especulativo. Sería algo así como si una banda de pirómanos contratara seguros contra incendios sobre las viviendas de sus vecinos, no sobre las propias, y después se pusieran a provocar incendios para cobrar la indemnización correspondiente. Esta situación sería intolerable en la economía real, pero es, en realidad, lo que pasa en los mercados financieros. Por ello, las soluciones posibles para evitar lo que está ocurriendo en los mercados de deuda es controlar los CDS de manera que solo puedan contratar estos seguros quienes previamente posean un bono que deba ser asegurado; así, siguiendo con el ejemplo de las casas, nadie estará tentado de prender incendios gratuitos.

Tampoco es tan difícil pinchar la aguja de la especulación en divisas, que es otro de los factores que alteran el equilibrio del mercado mundial y en donde se mueve un volumen de transacciones 70 veces más grande que lo que corresponde a las mercancías que se exportan. El propio G-20 ha propuesto en su última reunión de noviembre que se aplique una tasa sobre las transacciones especulativas en divisas, que además de recaudar 20.000 millones de dólares anuales serviría para alejar a los fondos especulativos de ese mercado inflado por la especulación.

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En resumen. Se sabe cómo controlar a los "mercados" y, sin embargo, en el debate político no queda claro qué partidos están a favor de este tipo de propuestas y quiénes están en contra, de modo que el ciudadano normal cree que no se está haciendo nada y que, en definitiva, solo se busca hacer pagar la crisis a los ciudadanos de a pie, lo que terminará por dinamitar al electorado de izquierdas.

¿Por qué los partidos de izquierdas no son capaces de articular una política clara y coherente en esta materia y hacerla bandera principal de sus propuestas? Yo no lo sé, pero intuyo que los partidos tradicionales son presas de su propio pasado. La mayor parte de las nuevas medidas a proponer se deben adoptar a nivel de Unión Europea, como mínimo, o incluso a niveles de un G-20. Son, por lo tanto, políticas que dejan en evidencia la insuficiencia del Eestado-nación y que nos recuerdan la necesidad de una revolución política para adaptarnos a esta nueva economía y a esta nueva sociedad. Y, desgraciadamente, los partidos de izquierda son muy nacionalistas y tienen a su electorado mecido en la cuna del nacionalismo; por eso tienen pavor a embarcarse en aventuras de políticas verdaderamente transnacionales y prefieren seguir coordinando las políticas nacionales, aun a sabiendas que eso no es lo que pide la realidad. Pero ya lo dijo el viejo Marx: toda fuerza política o social que se oponga al avance de los cambios productivos será barrida por la historia. Claro que hoy ya casi nadie recuerda al viejo Marx.

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