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“Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante”

La viuda de Camacho rememora sus últimas palabras en el acto de despedida

La esposa de Marcelino Camacho, Josefina Samper, junto al secretario general de CC.OO, Ignacio Fernández Toxo, durante la despedida de Marcelino Camacho en la Puerta de Alcalá de Madrid.
La esposa de Marcelino Camacho, Josefina Samper, junto al secretario general de CC.OO, Ignacio Fernández Toxo, durante la despedida de Marcelino Camacho en la Puerta de Alcalá de Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ

"Estaba juntito a él y vino una vecina a saludarle y, claro, como siempre, Marcelino hablando de lo mismo; medio se le entendía porque ya casi no podía hablar, pero le dijo: si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante". Josefina Samper, la mujer de Marcelino Camacho, se saltó la agenda y, después de cantar La Internacional puño en alto, pidió hablar. Quería dar el último adiós a su marido y agradecer a los miles de personas que fueron a despedirle a la Puerta de Alcalá, escenario de tantos acontecimientos reivindicativos que contaron con su participación, el cariño mostrado. Estuvo a pie firme todo el acto, igual que aguantó a su lado durante el velatorio.

Subida en el estrado y acompañada de sus hijos, Yenia y Marcel, su cuñada Vicenta y sus nietos, Josefina tenía enfrente una pancarta que decía "Hasta siempre, camarada". A su lado, los secretarios generales de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, y del PCE, José Luis Centellas, y alrededor, los anteriores responsables de esas formaciones: Santiago Carrillo (PCE), Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo (CC OO); el secretario general de UGT, Cándido Méndez, y su antecesor y viejo amigo de Camacho, Nicolás Redondo; algunos compañeros del Proceso 1001 (Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido, José Acosta, Fernández Costilla...), el ex presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, y el abogado Jaime Sartorius, defensores de aquellos; el coordinador de IU, Cayo Lara, y, entre otros, el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, que, como la mayoría, también acudió al cementerio civil.

Aplausos y consignas de aliento acompañaron al cortejo desde que salió de la sede de la federación madrileña del sindicato, frente al Museo del Prado, donde se instaló la capilla ardiente tras la muerte del histórico líder sindical la madrugada del viernes a los 92 años. "Viva la lucha de la clase obrera", "Ce, ce, o, o, sindicato trabajador", "Aquí se ve la fuerza del PCE" y "La lucha sigue, Marcelino vive" traspasaban las gargantas y se mezclaban con los aplausos de las gentes, muchas de ellas llegadas en autobuses desde distintas partes de España.

El hijo evocó su mensaje: "Libertad, justicia, paz; pero siempre igualdad"

La lluvia también se apuntó al homenaje en un principio, para retirarse después y mantenerse respetuosamente a la escucha del hermoso Viatge a Itaca que el músico catalán Lluís Llach dedicó a Marcelino y de las palabras que los oradores le rindieron con intensa devoción. No reapareció hasta pasada la inhumación. La escritora Almudena Grandes, que presentó el acto, agradeció a Camacho su entrega por los trabajadores tras decir que "fue uno de los auténticos padres de la democracia, uno de los autores de las libertades y de nuestros derechos, fue mucho más que un luchador por la libertad".

Marcel Camacho, hijo de Marcelino, representó a "una familia que luchó contra la dictadura y que decidió no quedarse en el exilio porque había que cambiar un país". Repasó la vida de su padre ("rehén del franquismo") y las penurias de su madre ("con marido e hijo en la cárcel") y logró sonrisas cuando recordó que su padre "siempre hablaba del régimen que se hundía..., y faltaban muchos años". También remarcó sus últimas reflexiones ("libertad, justicia social, paz, pero siempre igualdad", "el mundo no saldrá de esta crisis si no incorpora la igualdad como elemento esencial de la libertad"). Y, al final, los presentes estallaron en vítores al recordar la vieja contraseña: "Compañeros siempre adelante, siempre a la izquierda".

Centellas envalentonó a los militantes del PCE: "Nadie le ha doblegado y mira que lo intentaron". "Marcelino era un sindicalista sin matices y un comunista de una pieza", completó.

Toxo: "Tuvo un sueño, CC OO, y tres amores: su familia, su partido y su país"

Y Toxo se encargó de cerrar la honra. Destacó, al comienzo, el recuerdo de todos, "desde su peluquero hasta la Casa Real", mención esta que generó bronca entre un buen número de asistentes con banderas republicanas. Ante ello, levantó más la voz para resaltar que con esa evocación destacaba el afecto general de Camacho, sin distinción de colores: "Tuvo el reconocimiento unánime de toda la sociedad española porque es de las personas irrepetibles, de las que en un siglo apenas nacen unas pocas; de las que no mueren para siempre". "Nunca morirá entre nosotros el legado de Marcelino Camacho", sentenció.

Después, tras leer un texto que escribió hace 35 años Alfonso Carlos Comín para Camacho, continuó con un discurso apasionado: "Marcelino tuvo un sueño y a ese sueño dedicó toda su vida; también tuvo amores: el primero, su familia; el segundo, su partido; el tercero, su país, y el sueño, las Comisiones Obreras". Luego añadió: "Marcelino soñó con un sindicato unitario y desafortunadamente su sueño no se cumplió".

El actual secretario de CC OO rememoró dos hechos claves en la vida de Camacho: la dimisión como diputado del PCE en 1981, "porque se estaban recortando los derechos de los trabajadores, demostrando que se puede ser comunista y luchar en una organización obrera independiente", y la retirada como secretario general del sindicato en 1987, demostrando que era capaz de irse "cuando nadie renuncia". "Pero dejó, como legado, que la lucha por la justicia social ha seguido siendo su seña de identidad y que hay esperanza para la clase obrera".

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