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Columna
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El caracol manzana

Otra vez con el alma en vilo. No nos habíamos recuperado aún del susto por la llegada del plumero de la Pampa y del mejillón cebra, y los medios nos vuelven a alarmar con la aparición de otra peligrosa especie invasora: el caracol manzana. Nuevamente, el Delta del Ebro se convierte en la puerta de entrada a la Península de incómodos visitantes. Con lo que les costó a los lugareños acostumbrarse a convivir con los enormes siluros de origen centroeuropeo, devoradores de patos y conejos, y ahora un molusco con nombre de fruta, procedente de América del Sur, amenaza con esquilmar sus arrozales. Las autoridades catalanas ya plantean medidas drásticas para combatir la plaga, como es desecar 10.000 hectáreas del Delta, lo que supondrá convertir un humedal en un secarral.

Medidas drásticas son también las que ha tomado Sarkozy frente a lo que él considera una especie invasora. La deportación de los gitanos rumanos decidida por el presidente francés sigue la estela de soluciones similares adoptadas por otros paladines en la lucha contra los huéspedes no deseados. Berlusconi ya marcó el modelo a seguir en 2008 con el destierro de extranjeros en situación "irregular" y su ejemplo también fue seguido por el Estado de Arizona y su polémica ley que criminaliza la inmigración ilegal.

Desde la Comisión Europea, especialmente a través de su responsable de Justicia, Viviane Reding, se ha afeado la conducta de Sarkozy. Éste, al parecer poco habituado a las críticas, se enzarzó en un rifirrafe con la comisaria Reding. Sorprendentemente, en esta polémica la mayoría de los jefes de Gobierno europeos se posicionaron con el inquilino del Elíseo. Zapatero no fue una excepción. A pesar de que Francia se ha considerado tradicionalmente tierra de asilo, una encuesta del diario Le Parisien, aseguraba que la mitad de sus habitantes apoyaba las expulsiones decididas por su presidente.

La tibieza mostrada por Zapatero ante su colega francés ha recibido diversas críticas desde sectores progresistas. Quizá es que nuestro dirigente no tiene del todo claro cuál es el sentir mayoritario de la población española ante este tipo de problemas. Probablemente, su confusión se ha incrementado al leer algunos de los comentarios que circulan por Internet. Hace unos días, un padre y su hijo de etnia gitana fallecían tras una reyerta en Valdepeñas. He aquí algunas de las opiniones que anónimos lectores dejaron en las ediciones digitales de diversos diarios (también en los de izquierdas): "Estoy contento"; "Hala, dos chachos menos"; "Qué envidia de franceses"; "Dadle balas gratis a ver si hay suerte"; "Son salvajes, están asilvestrados, sólo saben tener derechos, servirse del Estado"; "Si hace 100 años en España se hubiera hecho lo que ahora hace Sarkozy, tendríamos menos problemas de esa gentuza". ¡Qué afortunados son los gitanos españoles de no vivir en Francia!

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