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Tentaciones
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Reportaje:CÓMIC

Este abuelo entrañable es un sádico

Tras recibirnos en su casa de Tokio, presenta una a una a las tortugas de su terrario y sirve un té de cebada. Hideshi Hino es un tipo adorable. Un tipo adorable que lleva cuatro décadas aterrorizando al lector con mangas como La enfermedad de Zoroku, El hombre cadáver o Panorama infernal (editados en España por La Cúpula).

En 1985 cumplió además su sueño de juventud, dirigir una película, Flor de sangre y carne. Un filme gore de ínfimo presupuesto cuya polvareda llegó hasta Hollywood, donde un aterrado Charlie Sheen alertó a la Motion Picture Association of America creyendo que acababa de ver una cinta snuff real. "Y eso que en los créditos finales pusimos un rótulo bien grande diciendo que era ficción. Pero, claro, Sheen no sabía leer japonés". Lo recuerda con humor, a pesar de haber pasado momentos difíciles en Japón cuando la policía relacionó erróneamente el filme con el asesino en serie Tsutomu Miyazaki y la prensa sensacionalista empezó a hablar de "la película que hace que asesines a la gente". "Es difícil hacer entender que ese perfil de 'amante de la sangre' es solo una identidad artística", explica. "La gente cree que me encantan las vísceras, pero no me gustan nada. Soy muy familiar, acabo de ser abuelo…", cuenta enseñándonos la foto de su nieta que lleva en la cartera.

Hino, que visitará el Salón del Manga en octubre, acaba de publicar en España Historias de la máscara, una recopilación de cuentos de yurei (fantasmas japoneses) ambientados en una tienda de antigüedades. "Ahora ya no creo en espíritus. Por mi experiencia, sé que el miedo está dentro de uno, no fuera".

Artista marcial experimentado, amante de Ray Bradbury y el cine histórico japonés, Hino nació en Manchuria en 1946, el año después de que Japón perdiera la guerra y el dominio colonial de esta región china. Con la población local ansiosa por linchar a los nipones, su familia salió escopetada de vuelta al archipiélago poco después. "Mi padre no era granjero, como muchos creen por culpa de mi manga La serpiente roja. Era arquitecto. Pero mi abuelo sí que era yakuza", confiesa Hino.

Cuando empezó a dibujar a finales de los sesenta planeó dedicarse al manga humorístico, como sus adorados Shigeru Sugiura y Fujio Akatsuka. "Pero ninguna editorial quería mis obras", rememora. De esa angustia visceral surgen las historias de Zoroku; sus primeros tebeos purulentos, desasosegantes, enfermizos y también exitosos. Cada uno de sus grandes trabajos se convierte así en un desahogo personal plasmado en jornadas de dibujo nocturnas acompañadas de mucho whisky, shochu (un destilado nipón), tequila y kimchi (vegetales fermentados con picante al estilo coreano). "Ardía por dentro, literalmente", cuenta sonriente. Esta rutina le pasó factura a su organismo varias veces y hasta le supuso una embarazosa inspección rectal en el hospital. Todo por seguir aterrorizando a sus fans. "Hay lectores que me han contado que quedan tan traumatizados al leer mis tebeos que grapan las páginas o directamente los tiran por el retrete".

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<b>Hideshi Hino, luciendo barretina en su visita al Salón del Cómic de Barcelona, hace dos años.</b>
Hideshi Hino, luciendo barretina en su visita al Salón del Cómic de Barcelona, hace dos años.JOSEP MARIA BERENGUER
<b>Carátula del filme <i>Flores de sangre y carne</i> (1985), dirigido por Hideshi Hino</b>
Carátula del filme Flores de sangre y carne (1985), dirigido por Hideshi Hino
<b>Uno de los dibujos de Hideshi Hino</b>
Uno de los dibujos de Hideshi Hino

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