_
_
_
_
_
me cago en mis viejos III

SEIS

Yo, al contrario que el personaje del relato que pretendo escribir, soy invisible todo el tiempo, y para todo el mundo, incluidas las lumis de Montera y de Ballesta, calles que atravieso sin escuchar un ahí te pudras. Para cortarse las venas, si piensas que estas tías se timan con los sujetos más impresentables. ¿Qué pasa conmigo, qué vibraciones de mierda despido para que en los bares vacíos tenga que pedir el café siete veces antes de que me lo sirvan? Cabrones, les da miedo hasta cobrarme. Y a todo esto, el móvil, cadáver total. Ni una puta llamada perdida ni un mensaje, no suena el bicho ni por error. A veces me dan ganas de timbrar a mi vieja para decirle: que tienes un hijo, tía. Pero me corto antes de marcar, como si pedir socorro fuera una rendición.

Papá prefirió no decir nada, pero sabemos que eres Carlos Cay desde el principio
Más información
Me cago en mis viejos I, por Carlos Cay
Me cago en mis viejos II, por Carlos Cay
Me cago en mis viejos III, por Carlos Cay

Y un día, cuando ya estoy a punto de entregarme sin condiciones, porque necesito un médico o un psicólogo o un cura o un brujo, no sé, alguien que me examine el coco y me administre unas pastillas o un caldo de cocido o unos besos (lo digo como lo siento, aunque parezca una mariconada), abro el correo electrónico y me encuentro con un mensaje de mi vieja. Querido hijo, dice, espero que estés bien. Quizá te extrañe nuestro silencio, que no significa que te hayamos olvidado, sino que seguimos disgustados contigo. Papá prefirió no decirte nada el día que comisteis juntos, pero sabemos que eres Carlos Cay casi desde el principio. El primer verano, aunque no nos hizo mucha gracia, la verdad, lo dejamos correr porque se veía que intentabas al menos cambiar algunas cosas para que no se nos reconociera del todo. Pero lo del segundo fue intolerable. Nos ha parecido una mezquindad esa exposición pública de nuestras interioridades, sobre todo a tu hermana, a la que mira cómo agradeciste su hospitalidad. ¿Cómo no iba a separarte de su hijo, sobre quien influías de un modo tan negativo? No te deseamos ningún mal, pero tampoco podemos seguir aparentando que no ha ocurrido nada. Esperamos que recapacites sobre tu actitud, que rectifiques y endereces tu vida. Para ello, puedes contar con nuestra ayuda.

Punto pelota. Así que de repente me he quedado sin viejos, sin familia, como si hubieran tenido un accidente de coche. ¿O soy yo el que se ha estrellado?

Lee aquí las entregas anteriores deMe cago en mis viejos III.

EDUARDO ESTRADA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_