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Gardiner y el Coro Monteverdi se adaptan a la estrechez del Colón

En una más de sus ya habituales visitas a Galicia y por esas cosas del Xacobeo, John Elliot Gardiner, el Coro Monteverdi y los English Baroque Soloists cambiaron el calor de julio en Santiago por el frío de este extraño mayo coruñés. La idoneidad de la acústica y el espacio catedralicio compostelanos y su óptimo aprovechamiento en pasadas visitas contrastaban en el recuerdo de los aficionados con la realidad presente de la acústica y la estrechez del escenario montado para la ocasión en el Teatro Colón.

Nadie duda de que el Monteverdi es "el coro" por excelencia cuando uno se refiere a música de los siglos XVI a XVIII. La calidad de sus voces, tanto femeninas como masculinas, su limpieza y la redondez de sus timbres son una referencia absoluta. Por otra parte, John Elliot Gardiner, maestro indiscutible en este repertorio, sabe aprovechar a la perfección los mimbres de su coro y orquesta desde la autoridad serena de su gesto amable. Nadie como él es capaz de lograr tanto de un solo acorde, el primero del Kyrie y de la Misa, como para hacer que contenga todo ruego, humildad y arrepentimiento posibles.

Luego llegó la luz del Gloria, solos de voces dignas de cantar en coros celestiales (como el Monteverdi) o las fugas más claras en el múltiple protagonismo de sus voces... Y la sensación de una cierta frialdad en su perfección, que el público coruñés supo contrarrestar con el calor de una larguísima ovación.

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