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Recuperar el espíritu de innovación

Dos pedacitos de Madrid, uno en Carabanchel (la Casa de Bambú) y otro en Vallecas (Eco-Bulevar) han conquistado Shanghai. El comité internacional de selección que visitó Madrid se quedó admirado por ese bloque de 88 viviendas sociales con piel de bambú, rodeadas de espacios libres, que Alejandro Zaera (Madrid, 1963) firmó en 2005 en Carabanchel. Entonces, ese jurado solicitó al Ayuntamiento que esa obra, ejemplo de una nueva visión urbanística y acostumbrada a las medallas -es premio a la excelencia que concede el Royal Institute of British Architects (RIBA)-, fuera el motivo del Pabellón de Madrid en la Expo de Shanghai.

Otro espacio, también con evocaciones a la naturaleza, Eco-Bulevar del equipo Ecosistema Urbano, sirvió de inspiración para crear el Árbol Climático que hace de antesala del Pabellón. Ambos ejemplos de ecología urbana están plantados en la zona de mejores prácticas urbanas.

"Esta ciudad es más capaz de incorporar otras culturas, otras razas", dice Zaera

"Me parece muy interesante el hecho de exportar conocimiento porque las Expos han perdido un poco su espíritu original, que era concentrar lo más innovador de cada país", explica Belinda Tato (Madrid, 1971) de Ecosistema Urbano. La arquitecta cuenta cómo ha debido adaptarse a las condiciones de China. "Allí hay exceso de humedad y había que generar sensación de confort creando corrientes de aire y ventilación". Acudió en su ayuda la tecnología mediante la colocación de unos toldos que rodean todo el perímetro del árbol y un ventilador de siete metros de diámetro que se mueve dependiendo del calor y de los usos del pabellón. Además, como el cielo de Shanghai suele estar encapotado, los paneles solares no servían para generar energía. En su lugar, crearon unos aerogeneradores, cuyo prototipo diseñaron en colaboración con una empresa de ingeniería asturiana. "Así recuperamos ese espíritu de innovación que tiene que tener una Expo", opina Tato.

¿Y qué puede vender Madrid en Shanghai? Alejandro Zaera, que concibió las viviendas de Vallecas como lugar para conectar a las personas, contesta con otra pregunta: "¿Dónde se ve esa densidad de gente relacionándose unos con otros como se ve una noche paseando por Huertas? Madrid no necesita disciplinas artificiales ni órdenes muy estrictas para aglutinar a la gente. Es una ciudad de aluvión y los madrileños vivimos en Madrid como si viviéramos en la selva, no tenemos la relación de cariño con la ciudad como los barceloneses, por ejemplo, y esa indiferencia la convierte en un modelo de ciudad más eficaz porque es más capaz de incorporar otras culturas, otras razas... A cambio, es menos bonita y educada que París o Londres, pero sus relaciones globales son las del futuro".

La arquitecta añade otro argumento a favor de Madrid: "China es un país sobrado de manufacturas y, sin embargo, está ávida de importar arquitectura y diseño, que es el fuerte de Madrid". Luego están su calidad de vida: la cocina, el transporte, el arte, el turismo, zonas verdes...

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De China, ambos arquitectos admiran, como dice Tato, "su tejido urbano y las formas de vivir, con la familia cerca". Zaera, que diseñó el pabellón español para Aichi en 2005, alaba de Asia "la consciencia que tienen los individuos de formar parte del colectivo del que se consideran a su vez responsables y que abarca a todas las clases sociales". Ambos están muy satisfechos también con su cliente, el Ayuntamiento: "Arriesgó con la tecnología", dice Tato. Y Zaera subraya: "Ha gestionado con inteligencia el presupuesto, demostrando que se pueden hacer cosas interesantes con menos dinero".

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