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Entrevista:DESAYUNO CON... LIZ MOHN

"Éste no es un mundo mejor. Nos faltan refugios"

Juan Cruz

Liz Mohn es una mujer de una enorme energía, que alimenta con una disciplina que también fue norma de su marido, Reinhard Mohn, el constructor de Bertelsmann, uno de los conglomerados editoriales más influyentes del mundo. Él murió en octubre de 2009, y ella es ahora la presidenta de la Fundación Bertelsmann. Como hizo el legendario editor, desde ahí Liz Mohn impulsa la educación y la lectura, consciente de que leer saca a los pueblos de la incultura y, por tanto, de la miseria.

Estaba ayer en Madrid porque se presentaba un libro, Cultura de la empresa del siglo XXI, publicado por el Club de la Excelencia y la Fundación Bertelsmann y escrito por el profesor Miguel Ángel Rodríguez Badal. En el prólogo, Liz Mohn dice: "La crisis nos abre una ventana hacia nuevas soluciones". La frase lleva el sello de su optimismo. "Sí, claro. La crisis sirve para que las empresas reflexionen sobre lo que hicieron mal. Y esa reflexión abre nuevos caminos". Ella ha reflexionado sobre los defectos de la economía social de mercado, "y creo que hay que llegar a la conclusión de que hemos de seguir por ese camino. Pero con correcciones". Se han perdido valores "y se ha perdido confianza; todo se ha hecho demasiado en torno al poder, al dinero y a los intereses de las empresas".

La presidenta de la Fundación Bertelsmann pide otra cultura empresarial

Ella cree que ahora el mundo ha de mirar hacia "el ser humano, al que hay que ofrecer la posibilidad de mejorar al tiempo que mejoran las empresas". Uno de los valores a los que debe volver la sociedad para aprovechar "las ventanas de la crisis" es "la disciplina". Una disciplina que afecta a directivos y empleados. "No se pueden delegar funciones en las empresas si éstas se malversan", pero sin la delegación de funciones las empresas no marchan.

Es por la mañana y tiene por delante una agenda repleta. Pero ahí está, ante un zumo de naranja, agua, pasteles; echa de menos, claro, los desayunos mallorquines, que toma en su casa de Alcúdia, su lugar de reposo (y de trabajo) durante más de 40 años. Allí, ella y su marido prolongaron su pasión por crear bibliotecas de uso público. Y allí vuelve, parte de sus raíces ya son baleares.

Le pregunto por la razón de su energía. Y vuelve a referirse a la disciplina como su palabra talismán: disciplina para el trabajo, para correr por las mañanas, "para escuchar lo que me tengan que decir los empleados...". Hay un momento en que el rostro radiante de Liz Mohn se ensombrece, y es cuando le preguntamos por el estado del mundo. "No, no es un mundo mejor que el que tuvimos. A mucha gente le falta el refugio que hubo en la familia, en la política, en la religión... Todo es peor desde el 11-S; estamos cada vez más inermes ante el terrorismo y otras catástrofes, y los jóvenes tampoco lo están pasando bien. No tienen trabajo, sienten la incertidumbre que a todos nos ahoga...".

A ella le parece que en este panorama la idea cada vez más global de la igualdad del hombre y la mujer es un estímulo para el futuro. Ahí vuelve la cara de Liz Mohn a ser casi tan luminosa como la luz que hace afuera. Ya que no almorzamos termino preguntándole qué hubiera comido de estar en Mallorca. "Sopa de verdura y pescado". No le han puesto ensaimada; acaso eso hubiera desayunado en Alcúdia.

Liz Mohn defiende valores como la disciplina.
Liz Mohn defiende valores como la disciplina.ÁLVARO GARCÍA

Hotel Intercontinental. Madrid

- Zumos, agua, cafés, fruta y pasteles de desayuno.

Total dos bufés: 64 euros.

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