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Reportaje:

Un cineasta comprometido

Borau recoge en San Sebastián un premio por su defensa de los derechos humanos - "Es una responsabilidad estar a la altura"

Lo primero que piensa el cineasta José Luis Borau (Zaragoza, 1929) cuando le otorgan un nuevo galardón es que se trata de una injusticia, que no se lo merece. Luego intenta no mostrarse "tan autocrítico" y se dice a sí mismo que "por algo será", eso sí, consciente de la responsabilidad que conllevan esos reconocimientos. "Hay que estar a la altura", comentó ayer en San Sebastián unas horas antes de recibir el premio del Festival de Cine y Derechos Humanos de la ciudad por su defensa constante de la libertad.

La trayectoria de este director, guionista, escritor y productor con aspecto de afable abuelo, pero mirada de niño travieso, ratifica que está a la altura. En 1975, se negó a realizar los 40 cortes que la censura de un franquismo ya agonizante le exigía para dar luz verde a Furtivos. Borau venció en la pugna y la película, un drama que refleja sin complacencias la España profunda de aquel oscuro tiempo, ganó ese año la Concha de Oro en San Sebastián.

"La influencia del cine en la vida real, no nos engañemos, es escasa"
Un drama sobre los niños soldado obtiene el primer Premio del Público

Y lo mismo que se expresó contra la dictadura lo ha hecho contra el terrorismo de ETA. El 31 de enero de 1998, siendo presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, sorprendió sobre el escenario al público que acudió a la gala de entrega de los Goya con sus manos pintadas de blanco. Era su forma de condenar a una banda que acababa de matar al concejal sevillano del PP Alberto Jiménez Becerril y a su esposa.

Han pasado ya nueve años desde que se puso por última vez tras una cámara como director. Fue para dar vida a Leo, un filme en el que aborda el submundo del trabajo clandestino y que le valió el Goya a la Mejor Dirección en 2001.

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¿Hasta qué punto puede influir el cine de corte social en el modo de actuar de los ciudadanos? "La influencia del cine en la vida real, no nos engañemos, es escasa. El cine nos aprovisiona, en todo caso, de imágenes que nos han impresionado y que luego aplicamos a nuestra memoria en la vida corriente", responde.

"Igual que existe una lingua franca, hay una imagen franca", añadió el cineasta. Y lo ejemplifica: "Si un escritor dice 'era un tipo que se parecía a Bogart', ya no necesita más descripciones".

Borau, quien ve complicado volver a dirigir una película, recogió el premio durante la clausura del festival donostiarra, que bajó el telón con Checkpoint rock. Canciones desde Palestina, un documental fuera de concurso firmado por el músico Fermin Muguruza y el realizador Javier Corcuera.

El primer Premio del Público al Mejor Largometraje, de carácter honorífico, recayó en Johnny mad dog, de Jean-Stéphane Sauvaire, que relata el drama de los niños soldado en África. El Premio de la Juventud al Mejor Cortometraje, dotado con 3.000 euros, fue para Él nunca lo haría, de Anartz Zuazua.

Borau, con el premio que le ha otorgado la muestra cinematográfica donostiarra.
Borau, con el premio que le ha otorgado la muestra cinematográfica donostiarra.JAVIER HERNÁNDEZ

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