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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Realidad y metáfora

¿Qué sentiría un humano si fuese un lobo? Un humano, por supuesto, lo suficientemente sensible, que reaccionara ante el medio que le rodea y que meditará acerca de lo que es su vida y sobre lo que su naturaleza le inclina a hacer. En esencia, tal es la trama de esta maravillosa y conmovedora novela (por caracterizarla de alguna manera; también podríamos pensar en ella como un elegante y sutil tratado sobre la naturaleza animal).

Por supuesto, la idea de hacer protagonista de una novela a un animal no humano no es nueva. Todavía, por ejemplo, permanece en las librerías Firmin, la rata aficionada a los libros ideado por Sam Savage, y recuerdo, entre otras manifestaciones no muy alejadas en el tiempo de este tipo de literatura, Yo, el gato, de Soseki Natsume. Sin embargo, en estos dos casos, al igual que en muchos otros, se trata de animales contaminados por las costumbres y valores humanos: Firmin, la rata lectora; el gato de Natsume, observador y crítico de la sociedad japonesa. Por el contrario, Joseph Smith trata de adentrarse en lo que, si poseyera el tipo de facultades mentales y juicios valorativos de que disponemos nosotros, pensaría un lobo que busca alimento en el bosque, durante un frío invierno, a la postre, su último invierno. Lo que mueve a este animal -tan poco simpático para la mayoría de nosotros- es la necesidad de alimentarse, pero no por ello es ajeno a lo que ve y a lo que hace, ni tampoco deja de ser consciente de que hace lo que tiene que hacer, aquello para lo que, como acaso diríamos hoy, está programado y que da sentido, y dignidad, a su vida. Tras fracasar con su primer objetivo, una no identificada bestia, se dice a sí mismo que, aunque cansado y hambriento, y enfurecido por la ocasión pérdida, está "orgulloso de corazón" por lo que es y "orgulloso por lo que la bestia ha hecho por escapar de lo que yo hago". Tampoco deja de advertir la naturaleza que le rodea: "Al despertar descubro que ha parado de nevar y hace un día espléndido", nos dice, y con él recuperamos sensaciones que el mundo actual, con sus ciudades de vidrio, cemento y acero, y ubicuos caminos de asfalto, no nos facilita, la maravillosa sensación de "un día invernal perfecto, sin viento, con un aire luminoso y claro y olor a fresco y limpio y todo radiante bajo la brillante luz amarilla del sol que empapa todas las cosas, reluciendo en la nieve blanca azulada y centelleando en el hielo que cuelga de los árboles".

El lobo

Joseph Smith

Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

Mondadori. Barcelona, 2009

121 páginas. 13,90 euros

El llop

Traducción de Ernest Riera

Amsterdam Llibres. Barcelona, 2009

136 páginas. 15,95 euros

Acuciado por el hambre, el lobo tiene que traicionarse a sí mismo contentándose con una simple liebre, y se lamenta por ello. Aun así, no le es suficiente, y a la vista y olor de un rebaño de ovejas se ve obligado a abandonar el bosque y adentrarse en el territorio del hombre. Pero éste lo descubre y siente miedo: "¡El terror! Ésa es la fuerza que me ha lanzado colina arriba como una centella, de vuelta a la seguridad de los árboles". Llega entonces lo que constituye el clímax de la novela: la confrontación entre el lobo y el astuto, aunque herido y desvalido, zorro. Al igual que con la bestia y otros animales que aparecen en la obra, ambos hablan entre sí, comunicándose a través de las miradas y de los gestos, un sutil y elegante recurso que introduce Smith en su, en este sentido, innovadora novela.

Podría continuar esbozando la trama de este libro, pero no debo. Basta con recomendar su lectura, advirtiendo que se trata de un texto que al mismo tiempo que nos habla de "los otros animales" lo hace también de nosotros mismos, del sentido de nuestros actos, de cómo asumimos o dejamos de asumir la responsabilidad de lo que hacemos, al igual que de nuestra relación con la naturaleza, cada vez más un "objeto" en el que apenas reparamos. En este sentido, El lobo es más que una historia circunstancial, delicada y bien narrada. Es una alegoría sobre la práctica y el sentido de la vida en este planeta nuestro. -

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