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ARCO 2009 | País invitado

Un mosaico de modernidades

Algo que cabe esperar de una exposición titulada India moderna es el cuestionamiento de la visión eurocéntrica del desarrollo de la modernidad como un curso unilineal. El comisario, Juan Guardiola, ha logrado enfatizar la diversidad de las modernidades (y de las incontables tradiciones) puestas en juego en el panorama -inabarcable- en ese inmenso subcontinente que es India a lo largo de los últimos dos siglos. La muestra del IVAM se articula en seis secciones en las que, aun por orden cronológico, no dejan de evidenciarse las complejidades que en cada momento alimentaban ese universo. El recorrido empieza en el siglo XIX, entre el final de la Compañía de las Indias Orientales y la incorporación de la joya a la Corona: tiempos coloniales, en los que se introdujo a la vez el concepto occidental de las "bellas artes" y la fotografía (ésta destinada a la descripción de las posesiones imperiales: arquitecturas, paisajes, tipos), en la que destacaron Samuel Bourne y Felice Beato.

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India fuera de sí

Ya en el siglo XX, se documenta la "modernidad" peculiar de los primeros destellos de cultura nacionalista, sobre todo en Bengala, donde predominó el influjo de Tagore, fundador de Shantiniketan, centro educativo dedicado a la formación de artistas en un entorno natural apacible, espiritual, y orientado entre la recuperación de las tradiciones artesanales y el interés por lo nuevo universal (Tagore llevó a India, en 1923, una exposición de la Bauhaus). Con aquellos esfuerzos se vinculó la obra de Jamini Roy o Nandalal Bose, combinando motivos vernáculos con formas contemporáneas. Caso aparte, en los años treinta, es el de Amrita Sher-Gill, "la Kahlo india", con sus delicados pero enérgicos retratos femeninos.

El acceso a la independencia de la "Madre India" en 1947, tras las marchas de Gandhi y bajo el Gobierno de Nehru, fue homenajeado por Cartier-Bresson, y sus tensiones fotografiadas por Werner Bishof. La política de "no alineación" y la voluntad de construcción de un Estado allí donde no había sino una colonia dispersa y multiétnica produjo efectos culturales de ida y vuelta: artistas indios como el lúcido Husain (hoy perseguido por los integristas) o Newton Souza (agresivo retratista) hallaron reconocimiento exterior, mientras se invitaba a figuras americanas y europeas, anticipando el viaje iniciático a Oriente impulsado por el neobudismo contracultural (la Karma Cola) de los años sesenta. Finalmente, llama la atención cómo los cambios de modelos políticos y artísticos en India, pero también de Occidente en las últimas décadas del siglo XX, condujeron a orientaciones más previsibles: la neofiguración de Khakhar, el neoexpresionismo de Sheik, la pintura narrativa de Patwardhan, la crispada melancolía de Malani o la teatralidad de Nair, el populismo de Dodiya, el sesgo queer de Gupta. O las fotografías y esculturas de Gowda (como la realizada con excrementos de vaca), las poéticas de Kapoor o de la gran maqueta urbana de hojalata de Upadhyay... Entre lo local y lo global (contando con la exclusión, la miseria y la violencia) parece que el arte indio tiende a corresponderse cada vez más con el arte que domina la escena en el mundo. Supongo que tanto para bien como para mal.

India moderna. IVAM. Centro Julio González. Valencia. Hasta el 15 de febrero www.ivam.es/

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