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Reportaje:Signos

El tiempo de la plata

Un palacete del siglo XIX se convierte en centro cultural del Levante almeriense

Hubo un tiempo en que la zona levantina de la provincia de Almería movía más población, transacciones económicas y caudales que la misma capital. Aquel esplendor económico se debió a la explotación minera, asentada sobre capitales extranjeros, que decayó con la I Guerra Mundial. La provincia está trufada de testigos mudos -sobre todo, arquitectura industrial- de aquellos años de auge que llegó a contabilizar más de 75 explotaciones y 6.000 trabajadores. El galerista Miquel Servera, ex director de la Fundación Pilar y Joan Miró, acaba de restaurar un palacete del siglo XIX en Cuevas del Almanzora heredero de aquel esplendor minero. Villa Anita, nombre del caserío, se convierte así en centro neurálgico de la cultura en la comarca.

El recinto acogerá exposiciones, conciertos y conferencias

Dicen que la verdadera morada no la elige uno; que es la morada quien elige a la persona que desea que habite en sus entrañas. Y algo así ha sucedido en esta suerte de aventura romántica entre este mecenas -no le gusta la palabra- cultural y el palacete que descubrió por casualidad, a punto de venirse abajo, hace cinco años. El caso es que Villa Anita ha visto crecer y decrecer la región. Primero con el auge y la crisis de las explotaciones mineras y ahora con el auge y declive de la fiebre del ladrillo que, por poco, enlosa todo el frente mediterráneo.

"Cuando yo vi esta casa llevaba en venta más de 13 años y unos 20 sin ser habitada. Es un exponente del tiempo de la plata. Porque se extraía más plata de Cuevas del Almanzora que del resto de España y colonias. Aquí hubo más población que en la capital allá por el XIX", explica Servera. Sin duda, su arquitectura inglesa de tipo colonial con abundantes elementos andaluces ofrece pistas sobre su propietario, uno de los hombres más ricos del pueblo y para cuya hija se erigió y culminó Villa Anita, en honor a su nombre. "La he comprado a los biznietos de esta señora. Prometí devolverle el esplendor que siempre tuvo y lo que la propia casa me pedía. Pero todo en un contexto que siempre ha permanecido así. Ahora la pongo a disposición de mis amigos y al servicio de la cultura y el arte", justifica el galerista.

Carlos García-Alix, hijo del que fuera ministro de Educación a principios del XX, contrajo matrimonio con Ana Manuela Soler, hija única; a esta última se le debe el nombre del palacete -Villa Anita- que aparece reflejado en sendas placas a ambos lados de la verja de hierro que da entrada a la antigua zona acotada del palacete, hoy convertida en travesía y espacio ajardinado públicos.

Villa Anita abrió sus puertas como nuevo centro de arte a comienzos de septiembre con una exposición del almeriense Eduardo Roca, bajo el título Un viaje incierto, que también expresa la aventura de la empresa iniciada por Servera, alejada de intereses económicos y rentabilidad financiera. "El título alude también a la excursión que realicé con Roca, que es un fuera de serie, desde el Cortijo del Fraile, que inspiró a García Lorca a escribir Bodas de sangre. El pintor y yo anduvimos por el Cabo de Gata y continuamos hasta Cuevas, donde yo le enseñé las minas. Un día en esta tierra se podrá hacer turismo de minas porque la Sierra Almagrera está hueca, con galerías de más de cinco kilómetros. Hicimos pues un viaje al pasado y llegamos a la casa, exponente de la minería. Sería una pena que hoy no existiera", dice el galerista.

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Está previsto que Villa Anita albergue, además de exposiciones, conciertos, conferencias y todo tipo de actividades relacionadas con el arte. Servera no oculta su empeño en que la pianista portuguesa Maria Joao Pires toque música de Schubert en aquel caserío, ni que para el próximo verano cuelgue allí sus obras el catalán Evru -un pintor desconocido cuyos trabajos, sin embargo, se exhiben en los "mejores" museos del mundo- junto a Miquel Barceló. "A esa exposición vendría España entera y lo culminaríamos con una cena en el patio del castillo de Vélez Blanco. Son las cosas que a mí me mueven y mueven al mundo. Cuando una cosa es buena, sale", remacha Servera.

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