El mito de la discapacidad psíquica
La palabra discapacidad psíquica acostumbra a suscitarnos ternura y la asociamos a docilidad. Cuando a la discapacidad intelectual le añadimos enfermedad mental, el drama de la realidad supera a la ficción. ¿Recuerda alguien la película Rain man? Atender 24 horas a un hijo adulto como aquel personaje y compaginarlo con el resto de obligaciones cotidianas, se convierte en un camino donde los obstáculos son imposibles de sortear. No recibimos pautas de ningún profesional, no contamos con red social de apoyo, no tenemos centros residenciales para atender a estas personas. Las familias acabamos destrozadas y enfermas. Los responsables de las administraciones públicas conocen nuestro drama, pero se lavan las manos. Sencillamente, somos invisibles. No existimos.