_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Acátese pero no se cumpla

Aunque conocida, hay que empezar por la historia reciente por aquello de que quienes la olvidan están condenados a repetirla. En las autonómicas de 2007, el PP duplicó en el País Valenciano su diferencia de 2003 con el PSPV: 18 puntos frente a 9, un 52% más de votos frente al 26% precedente. En cualquier democracia consolidada el resultado convertía al candidato perdedor, el mismo en ambas convocatorias, en un cadáver político. Por contra, la dirección del PSPV, incluido el propio derrotado, se empecinó en que todo siguiera igual, posponiendo sine díe el análisis de lo ocurrido.

Mientras tanto, diputados y concejales electos, muchos de ellos (en modo alguno todos) muñidores de la desastrosa situación en la que nos encontramos los socialistas valencianos, iniciaron la cuarta versión PSPV de Night of the Living Dead que proseguirá sin remedio hasta 2011. Por su parte, el PP ya se frotaba las manos ante su éxito en difundir que todo lo malo, incluidas las competencias estrictas de la Generalitat, es responsabilidad de Rodríguez Zapatero. No era poco, pero no ha sido todo. Para las elecciones generales, se buscaron cabezas de lista de relumbrón, y se confió en el milagro. ¿El resultado? A pesar del enorme esfuerzo de Fernández de la Vega y de Jordi Sevilla, el PP ha más que duplicado la diferencia porcentual con el PSPV respecto a 2004 (desde el 4,3% al 10,3%) y la brecha de los 100.000 votos casi se ha triplicado.

En el PSPV se ha generado una espiral de barreras para cerrar el partido a la sociedad

Pues bien, la apertura del rosario de aspirantes a secretario general del PSPV previo a cada congreso ha tenido lugar como si todo lo anterior hubiera sucedido en otra galaxia, a años luz de esta sociedad. A fecha de hoy, ninguno de los aspirantes ha considerado oportuno comentar ni las causas de lo ocurrido ni menos sus soluciones. Todavía más. Junto a actos y declaraciones en desesperada busca del titular de prensa, se ha publicado por algún promocionado desde Ferraz un lastimoso remedo de aquel "no estamos tan mal" de Rodríguez Zapatero. Pues al menos que quede negro sobre blanco que algunos pensamos que como organización estamos todavía peor. La causa: la actuación de quienes vienen controlando en beneficio propio un partido que estaba repleto, y todavía está lleno, de gente honesta y voluntariosa; un partido que debiera ser una alternativa real a la Generalitat conservadora y clerical del PP.

Para nuestra desgracia, el silencio de los aspirantes no es casual. Desde hace ya años a los sucesivos núcleos de control del PSPV las ideas sobre las que articular la propuesta a presentar a los ciudadanos para otro País Valenciano que es posible les importan menos que nada. Es la consecuencia de que el necesario y complejo equilibrio existente en todo partido político entre aparato e individualidades de proyección social se rompió en el PSPV hace mucho en favor de los primeros -por no hablar de la nula renovación generacional-. Lo cual aceleró la reducción del respaldo ciudadano por la ausencia de proyecto para una realidad en rápida transformación y el deterioro de la credibilidad ante la invisibilidad como alternativa. La consecuencia ha sido la paulatina disminución de cargos disponibles. Con lo cual, quienes se ganan la vida de la política (y no están dispuestos a buscar otra forma de sustento) han generado una espiral diabólica de barreras de entrada para cerrar el partido a la sociedad, tanto más elevadas cuando menos son los puestos a repartir. Más participantes en el proyecto son más competencia y, por tanto, mayores riesgos para seguir disfrutando del cargo. Hoy esas barreras son insalvables para todos los no dedicados profesionalmente a la política. Esto es: para todos menos ellos y la familia. Pero al controlar la elección del secretario general ¿cómo va a osar un candidato a señalarlos como responsables de la situación ni menos a anunciar el fin a sus prebendas?

Lo relatado ayuda a explicar, entre otras cosas, las dificultades para aumentar el respaldo electoral mediante una mayor vinculación con la sociedad. En la cual no faltan problemas pero ha doblado su renta media por habitante (en términos nominales) en la última década, y la ha aumentado en un 50% en términos reales, lo que no ha beneficiado solo a una minoría. O que ha mejorado su cualificación educativa de forma que hoy tres cuartas partes de ella cuenta al menos con estudios secundarios. Porque ante cualquier atisbo o intento de reformar la situación interna del PSPV, desde aquí o desde Madrid, quienes lo controlan aplican el acátese pero no se cumpla. Fórmula que, como es conocido, declara la disposición a cumplir todo lo que se acuerde, pero siempre que no vaya en contra de privilegios, fueros o intereses creados. ¿Y qué más importante para quienes se han apropiado de la organización que mantener su nómina? Esa es la cuadratura del círculo que debiera resolver el próximo congreso. Pero para nuestra desgracia, nadie ha conseguido que la superficie plana contenida dentro de una circunferencia tenga cuatro lados iguales formando ángulos rectos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Jordi Palafox es catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universitat de València y militante del PSPV.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_