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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gringo cínico

No entiendo por qué rebautizaron como El diccionario del diablo lo que originalmente era un título (El diccionario del cínico), que cuadraba mucho mejor con la intención y la personalidad de su autor: Ambrose Bierce. Más cínicas que diabólicas parecen definiciones del siguiente tenor:

Abogado: profesional especializado en burlar la ley.

Éxito: único pecado imperdonable que nuestros amigos no nos perdonarán.

Precio: valor, más una suma razonable por el desgaste de la conciencia al exigirlo.

Taxi: vehículo de tortura en el que un pirata nos lleva dando tumbos por caminos tortuosos al destino equivocado, donde nos roba.

Este libro que sorprende a la par que divierte será especialmente apreciado (más bien recordado) por una tribu de aficionados a Bierce que, allá por los primeros años setenta, se sintieron especialmente fascinados por sus relatos macabros ambientados en tiempos de la guerra civil americana y editados, creo, por Akal. En uno de ellos se recogía con gran fidelidad (supongo, a falta de experiencia directa) las sensaciones de un ahorcado. Quien todavía se vaya más atrás y fuese de niño o adolescente lector asiduo de las novelas del Oeste de Silver Kane (seudónimo bajo el que se atrincheraba un escritor de la talla de Francisco González Ledesma, gloriosamente en activo todavía) sospecharán tal vez que éste debió ser lector de Bierce, ya que, con estilo tan cínico o más, recreaba una escena similar en una de sus novelas alimenticias y populares de venta en quioscos.

El diccionario del diablo

Ambrose Bierce

Traducción de Vicente Campos

DeBolsillo. Barcelona, 2007

477 páginas. 10 euros

Para esa cofradía, que presumía de ser muy restringida, fue una mala noticia que Bierce se hiciera tan famoso, que Carlos Fuentes le homenajeara en Gringo Viejo y que el cine le pusiera la cara de Gregory Peck, de tal forma que medio mundo se enteró de sus andanzas por México y su misteriosa desaparición allí, jamás aclarada, en 1913, cuando tenía 70 años. Con frecuencia sienta mal a unos pocos que lo que consideraban casi un patrimonio exclusivo pase a ser patrimonio común, como este El diccionario del diablo. O de los cínicos. Pero los muchos salen ganando. Y ahora, además, tienen a su disposición esta joya a precio de bolsillo. A eso se le llama justicia social. -

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