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Crítica:ALEXANDER PAYNE, visto por Fernando León | Heterodoxos de la imagen
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Científico y mago

El cine ha hablado antes ya de las difíciles elecciones ante las que la vida, no sin cierto sadismo, nos sitúa a menudo. Dilemas morales, encrucijadas: conflictos que difícilmente podrán librarse sin daños ni bajas. Quizá el cine nuevo sea así el que cuenta lo viejo con nuevos ojos.

El rincón desde el que Alexander Payne contempla el mundo es único. Tiene su cine una sencillez aparente que filtra la realidad, descomponiéndola en miles de pequeños matices que hasta ahora nos habían pasado inadvertidos. Como un científico, como un mago experto (las dos aptitudes deseables para el contador de historias), Payne nos muestra lo que quizá se nos ha mostrado antes ya; pero desde su mirada nos resulta nuevo. Ésa es, creo, la excelencia del narrador.

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Francotiradores del cine

Sus películas son un espejo en el que duele verse porque muestra con insoportable nitidez nuestros incontables defectos. Sus balas a menudo nos rozan, cuando no nos hieren. Pero también sus caricias.

Un proyecto compartido nos llevó hace tiempo ante la puerta de la casa de una anciana en Los Ángeles, una pionera que, en los años cincuenta, había sido agente de importantes figuras de la música. Tocamos su timbre y, mientras aguardábamos, conscientes los dos de la fortuna que suponía conocer a aquella mujer, recuerdo a Alexander decirme: "Este oficio nuestro es un privilegio, ¿no crees?".

Disfruta conversando de historias, proyectos, filmes, porque sabe que al hacerlo conversa, al fin, sobre la vida. Y entiende su oficio como una revelación constante, como una puerta siempre a punto de ser abierta, como un privilegio: el de contar el mundo desde su rincón, ¿qué más se puede pedir?

Alexander Payne (Omaha, Nebraska, 1961) fue candidato al Oscar al mejor guión con su primer filme, Election. Su talento para los perdedores anónimos le llevó a triunfar con A propósito de Schmidt (2002) y con Entre copas (2004), Oscar al mejor guión adaptado.

Fernando León (Madrid, 1968) ha ganado el Goya al mejor director con cada uno de sus tres primeros filmes: Familia (1996), Barrio (1998) y Los lunes al sol (2002). Princesas (2005) le dio un inmenso éxito de taquilla.

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