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CINCO AÑOS DEL 'PRESTIGE'

Cuiña: "Después de mí cayeron todos"

El ex conselleiro informaba cada noche al "abatido" Fraga "para que pudiera dormir"

Sonia Vizoso

Tras muchos años de intrigas, fue el chapapote del Prestige el que decidió qué sector del PP gallego iba a tomar el timón del partido tras la era Fraga: el de la boina o el del birrete. La crisis desatada en Galicia por la marea negra rompió el precario equilibrio interno que el veterano presidente había logrado mantener desde su llegada a la Xunta en 1989. Xosé Cuiña Crespo, el líder de la fracción de la boina, salió del Gobierno gallego en enero, sólo dos meses después del naufragio.

La relación de las empresas de su familia con la venta de material para limpiar la costa sirvió para desencadenar su marcha, aunque la tormenta que realmente la provocó venía de muy atrás. "Después de mí cayeron todos; y quien mejor lo sabe es don Manuel", afirma el ex conselleiro de Política Territorial, que fue sustituido en el cargo por quien ahora preside el partido, Alberto Núñez Feijóo.

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Cuiña insiste en que durante aquellos días se portó como un hijo con un Fraga "absolutamente abatido". Cada noche, a las nueve, le enviaba "un parte" a Monte Pío a través de su jefe de gabinete para comunicarle los logros de su gestión. Y no esperaba a la mañana, explica, para que el presidente de la Xunta "pudiera conciliar el sueño". "Como si fuera mi padre", remacha. "Tuve con él un comportamiento humano y filial".

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Una de aquellas noches le comunicó una buena nueva que se le volvió en contra. "Don Manuel, hemos encontrado un lugar donde meter el fuel", le comunicó Cuiña al presidente. Para lograrlo, el conselleiro de Política Territorial había echado mano de sus contactos entre los empresarios gallegos. El almacenaje del chapapote se lo pidió a Epifanio Campo, que le respondió: "Pepe, me vas a hundir". Según el ahora diputado en el Parlamento gallego, los industriales que atendieron sus peticiones lo hicieron "poniendo en juego sus intereses" y, añade, confiando en su "modesta credibilidad".

La intendencia la dirigía Cuiña a través de una comisión creada al efecto, "con discreción, por debajo de la mesa", tal y como, asegura, le recomendó Fraga. Estaban los tiempos revueltos. Faltaban botas, mascarillas, de todo. Entre las puertas que golpeó Cuiña en busca de ayuda, está la de los empresarios de O Deza, la comarca en la que actúan las sociedades de su familia. Según su versión, una "empresita" familiar facilitó un material valorado en 34.000 euros. Cuando trascendió aquella información, Fraga le destituyó. Pese a todo, el de Lalín dice mantener su "afecto" por el de Vilalba: "Yo no he conocido a nadie tan entregado a Galicia. Y eso que me cesó, lo cual me da autoridad para decirlo".

Cuiña sostiene que disponía de "datos irrefutables" que demostraban que "nadie" en su familia "pensó en ganar un céntimo" durante la catástrofe, pero que en el partido no le dejaron defenderse públicamente. "Fue lo que más me dolió", confiesa cinco años después.

En aquella destitución pesó mucho la estrategia que Cuiña defendió dentro de la Xunta durante los primeros días de la crisis. En el Consello de la Xunta que se celebró en Santiago horas después de la multitudinaria manifestación del 1 de diciembre de 2002, el conselleiro de Política Territorial le recomendó a Fraga que dejase de obedecer a Madrid y "actuara como un verdadero Gobierno gallego". Aquella propuesta llegó a oídos del partido en la capital de España y algunos de sus dirigentes interpretaron que Cuiña quería formar una administración paralela en Galicia.

Esta desconfianza no era generalizada. El de Lalín afirma que sólo ocho días antes de su destitución, recibió una llamada del entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, para felicitarle por las gestiones que estaba realizando en plena crisis. Cuiña aún recuerda sus palabras. "Pepe eres un fenómeno y sin ti no sé cómo hubiéramos resuelto esta situación", repite el ahora diputado en la oposición.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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