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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Víctor Olaeta, coreógrafo

Gran difusor de la danza vasca

Víctor Olaeta, fallecido el pasado domingo, 21 de octubre, a los 84 años, fue un coreógrafo extraordinario que difundió la danza vasca por Europa y América, en unos tiempos difíciles para la expresión de la cultura vasca lejos de las directrices del régimen franquista. Había nacido en 1922 en la localidad vizcaína de Lumo, muy cerca de Gernika, lugar donde abrió su primera academia de danza, en 1942, al volver del exilio en Francia. Posteriormente, fundaría un centro en Bilbao, desde donde difundió la danza vasca por medio mundo.

De aquella época son los recuerdos de su alumno Jesús Segovia. "Al volver del exilio debió hacer la mili y cumplió en el Cuartel de Garellano. Aún lo recuerdo, vestido de militar, acudir al Colegio Santiago Apóstol, para fichar a futuros componentes del que sería Ballet Olaeta". Víctor Olaeta no quería bisoños y captó a sus bailarines en grupos ya existentes como el Beti-Alai.

Su pasión por la danza le había venido heredada de su padre, Segundo Olaeta, histórico músico y coreógrafo. Junto a él y a su hermana Lourdes fundó los ballets de su apellido, en los que también colaboraron otras dos hermanas: Lide, fallecida el pasado año, y Miren Tere. "Era un coreógrafo extraordinario y un excelente profesor, aunque realmente exigente, como todos los grandes", recuerda Segovia.

Víctor Olaeta había estudiado composición en Bilbao y Barcelona; dirección de orquesta en Madrid, y danza clásica en la Ópera de París. Entre sus creaciones figuran Kasket y Oinka-mantenirin, con música de Jesús Guridi; Cuatro estaciones, de José Franco; Aiko Maiko, con música de Arambarri y guión de Ramón de la Sota; Atalayero de Matxitxako, de Ruiz Jalón, y la reciente Urbeltzeko lamiñak, con música del Padre Donostia. Más difuminada en su biografía aparece la intervención de su ballet en la inauguración de los estudios de TVE, ante la presencia de Carmen Polo de Franco, actuación a la que debieron acudir "por imperativo legal", como recuerdan los participantes en aquel evento.

Todos los que conocían a Víctor Olaeta destacan su impresionante vitalidad ya que, hasta días antes de su fallecimiento, permaneció activo.

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