ELA reclama su protagonismo
El sindicato de José Elorrieta no disimuló su incomodidad ante el frustrado proceso de paz. No porque no desee la desaparición del terrorismo, sino porque el procedimiento de la doble mesa (del Gobierno y ETA, y entre los partidos), le privaba del protagonismo que considera que le corresponde y, además, no aseguraba que desembocase en un esquema de su agrado. No hay más que recordar el desapego con el que recibió la iniciativa de LAB de conseguir un documento sindical transversal de apoyo al proceso.
Enterrado éste por ETA, el sindicato mayoritario, al igual que ha hecho el lehendakari Ibarretxe con su nueva propuesta, pretende volver a recuperar presencia perdida en la escena política. Pero la central no se muestra dispuesta a sumarse a la fórmula de Ibarretxe. Y no sólo porque desconfía de la voluntad real del lehendakari y del PNV de llevar el desafío de la consulta hasta sus últimas consecuencias. La razón fundamental es que, de hacerlo, quedaría condenado a un papel de mero acompañamiento, cuando se concibe como una fuerza principal y de vanguardia dentro del mundo nacionalista.
El esquema asambleario y de acumulación de fuerzas nacionalistas aplicado en Lizarra se acomoda mucho mejor a las aspiraciones de ELA, consistentes en trasladar al ámbito social y político la hegemonía que ejerce en el campo sindical. De ahí su rechazo a la transversalidad y la vuelta a Lizarra, que propugna a través de la constitución de un "polo social y político por la autodeterminación".
El pasado 11 de junio, el Comité Nacional de ELA se planteó como objetivo hacer del sindicato "un agente político y social eficaz". Sin embargo, en una sociedad democrática ese desdoblamiento resulta problemático. La fuerza que le da su elevada afiliación sindical no puede traducirse en términos políticos si antes no la ratifica directamente pasando por el filtro de las urnas.
