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Reportaje:

Interruptus no se para

Una veintena de artistas expone en La Boca del Lobo una deshinbida visión del sexo

A veces una mala noticia puede inspirar una gran idea. Eso le pasó hace cuatro años a Mike Steel, un fotógrafo inglés afincado en Madrid desde hace 20. Mike, cuyos ojos azules y acento británico al pronunciar Newcastle -su ciudad de procedencia- son las únicas pistas que delatan su nacionalidad, vivió durante casi una década en un piso de La Latina hasta que llegó una orden de desalojo por remodelación del edificio. "Era un lugar de puta madre al final de una calle cortada, silencioso y sin problemas de aparcamiento", rememora con nostalgia.

Mike entonces pidió una prórroga de un mes (sin pagar) para darle una fiesta de despedida a su querida casa montando una exposición de arte sexual. "Lo mejor fue el final de la juerga, cuando no tuvimos que recoger. Lo dejamos todo destrozado. Dimos un portazo y nos largamos", confiesa.

Una veintena de amigos de Steel aportaron sus obras, desde pinturas a grabados o esculturas, y así nació la exposición Interruptus. La cuarta edición acaba de ser inaugurada en el espacio cultural de La Boca del Lobo (situado en la calle de Argumosa, 11). En esta ocasión se han reunido 26 artistas de diferentes géneros, edades y sexos para mostrar sus lascivos trabajos, que podrán verse hasta el 14 de octubre.

Un cocodrilo practicando un cunnilingus, la punta de una lengua posándose sobre un glande o varias mujeres atacando en actitud vampírica a un hombre son algunas de las escenas presentes en la galería. "No intentamos provocar", explica Steel, de 41 años y fotógrafo de profesión, quien también contribuye con una obra a la muestra. "Nuestra intención es plasmar el sexo porque nos gusta mirar, yo soy un poco voyeur. Me va el sexo un poco subido, soy más de Hustler que de Playboy. Aunque, en el fondo, exhibimos imágenes que todo el mundo ve todos los días, bueno, con un poco de suerte" matiza.

Cada uno de los participantes ha creado su obra ex profeso para Interruptus, donde no existe ningún tipo de censura ni normativa a la hora de abordar el tema del sexo. Las piezas, por lo tanto, son muy variadas, yendo desde el erotismo a la pornografía e inspirándose en la belleza, la excitación, la repulsión e incluso el humor.

La mitad de los artistas que exponen en esta cuarta edición ya lo hizo en la primera. Gran parte del público también repite cada año, aunque es difícil comprar las obras, no por problemas de calidad, sino porque, como explica Mike Steel, "a casi nadie le gusta tener el cuadro de una polla en su salón".

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Sin embargo, hace dos años desapareció de la puerta de La Boca del Lobo el cartel de Interruptus que mostraba un rostro configurado por órganos sexuales femeninos y masculinos. En el de este año un ojo azul, como el de Mike, se asoma dentro de una vagina.

A pesar del éxito el día de la inauguración, a la que acudió sobre todo gente joven, tanto chicos como chicas, Steel asegura que la próxima edición será definitivamente la última, pues le resulta excesivamente costoso coordinar a tantos artistas y llevar, junto con su novia, el peso de la exposición.

El único beneficio económico que obtienen los participantes en la muestra proviene de la venta de las obras, que cuestan entre 100 y 1.500 euros. Sin embargo, cada artista debe invertir 70 euros para financiar la página en Internet (www.interruptus.org), las 5.000 postales sobre la exposición, el vino y el grifo de cerveza, para el que hay que hacer cola cerca de la entrada.

Imagen del fotógrafo Jerónimo Álvarez incluida en la exposición <i>Interruptus 07.</i>
Imagen del fotógrafo Jerónimo Álvarez incluida en la exposición Interruptus 07.

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