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Gracia Querejeta presenta en Vigo su última película

Eran las más esperadas pero hubo que conformarse con ver su duelo en pantalla. Blanca Portillo y Maribel Verdú no pudieron acompañar a Gracia Querejeta ayer en el preestreno de la película Siete mesas de billar francés en unos cines de Vigo, ciudad en la que se desarrolló parte del rodaje hace un año. La gira teatral que impidió a Portillo recoger en Donosti su Concha de Plata continúa reteniéndola y Verdú sigue ahora la disciplina de José Luis Cuerda, con quien rueda en Ourense. Junto a la realizadora estuvieron el gallego Ricardo Barreiro y el debutante Jesús Castejón, un actor curtido en los escenarios teatrales que aborda con soltura y credibilidad su primer papel protagonista en el cine.

El reconocimiento a la interpretación de Blanca Portillo, en la piel de Charo, la compañera sentimental del padre de Ángela, personaje que encarna Maribel Verdú, y el premio del jurado al mejor guión a Gracia Querejeta y David Planell constituyen una inmejorable tarjeta de presentación de una película que llegará a las salas el próximo viernes.

Con todo, estos galardones no colman las expectativas del equipo. A Querejeta le hubiera gustado un ex aequo para las dos protagonistas: "Soy perro viejo en esto. Es complicado que un jurado los conceda, a veces una película pasa de maravilla por un festival y después no se lleva ningún premio. A partir de ahora, la película se moverá y cada cual tendrá su recompensa como trofeo. San Sebastián fue el primero".

"Fe inmensa" en la película

Castejón tuvo claro desde el principio que sería un éxito porque "hay una fe inmensa en la película". Interpreta a Antonio, amigo del padre de Ángela y eterno enamorado de Charo. Lo del billar fue uno de sus retos. "Tuvimos un profesor un mes", dice. "A las tres semanas me dijo que ya colocaba bien el cuerpo, con lo que sólo tuve una semana para aprender las carambolas. No había cogido un taco en mi vida".

En su quinta película, la directora se ha estrenado en las labores de producción junto a su padre, Elías Querejeta. "Es una historia compleja que cuenta cómo somos capaces de levantarnos cuando sólo tenemos dificultades". Charo se acaba de quedar viuda, su madre está enferma y no puede afrontar las deudas del local de billares de su compañero. Ángela tiene que apechugar con la muerte de su padre, a quien llevaba años sin ver, y la repentina desaparición de su marido, pero se muda desde Vigo con su hijo y regresa a Madrid a hacerse cargo del negocio familiar ante la incredulidad de Charo.

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La evolución de los personajes sigue una progresión ascendente, rescatarlos de sus conflictos es una marca de la casa. Tan habitual en la filmografía de la madrileña como la ausencia de la figura del padre, el ambiente urbano de Coslada y el recurso a Galicia. "En su último plano en Vigo, Ángela se asoma a un ventanal en el que se recortan las Cíes con la luz del amanecer. El siguiente plano es el horror de Madrid, el caos de coches".

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