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Reportaje:

Las estrellas del 'capitalismo rojo'

China coloca a tres empresas de mayoría estatal entre las compañías con mayor capitalización bursátil del mundo

Menos de un año después de su espectacular salida a Bolsa, el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) es ya la tercera empresa del mundo por capitalización, sólo superada por los gigantes estadounidenses Exxon Mobil y General Electric. Al cierre del viernes, el banco valía en el mercado 204.000 millones de euros, más que Citigroup, más que Bank of America y más que todos los bancos españoles juntos. Otras dos compañías con capital público, China Mobile y PetroChina, se han colocado entre las 10 primeras con valores en bolsa de 190.000 y 180.000 millones de euros, respectivamente. El éxito en Bolsa de los colosos chinos es sólo el preámbulo de su expansión internacional.

El mercado espera que los grandes bancos y empresas chinas usen sus beneficios para expandirse fuera de sus fronteras

El ICBC protagonizó en otoño pasado la mayor salida a Bolsa de la historia. La euforia se desató en el mercado de Hong Kong cuando inversores de todo el mundo efectuaron órdenes de compra por valor de 260.000 millones de euros. Finalmente, sólo unos pocos consiguieron hacerse con acciones del banco, cuya oferta de venta se cerró con una recaudación de 16.000 millones de euros. Desde aquel 31 de octubre, el valor de las participaciones del banco ha subido un 109%.

Los otros dos gigantes, China Mobile y PetroChina -quinta y sexta en el escalafón de las empresas con mayor cotización bursátil del mundo-, también se negocian en el mercado de Nueva York. El precio de las acciones de la primera casi se ha duplicado en un año y las participaciones de la segunda han subido un 29%.

¿Cuáles son los motivos del boom?Para el economista Frank Jurgen Richter, que organiza anualmente un encuentro entre altos directivos chinos y europeos, la fiebre responde al deseo de los inversores extranjeros de no perder el tren chino y al hecho de que se trata de empresas con fundamentos muy sólidos y cada vez mejor gestionadas. La decisión del Gobierno chino de autorizar a sus ciudadanos a invertir en la Bolsa de Honk Kong ha sido otra de las claves. Muchos se han entregado a ello con entusiasmo tras pedir créditos para comprar acciones, como lo han venido haciendo masivamente en el mercado de Shanghai. El índice Hang Seng de la Bolsa hongkonesa ha subido un 37% en el último año; el índice compuesto de Shanghai, un 214%.

Actores globales

"Un factor fundamental del auge de las Bolsas chinas son las expectativas de que los grandes bancos y empresas aprovechen sus enormes beneficios para lanzarse a comprar en EE UU y Europa y convertirse así en actores globales", afirma Richter, que desde su empresa Horasis asesora a compañías occidentales interesadas en China y a inversores chinos que miran a Occidente.

La internacionalización de los bancos chinos ha comenzado. En su primera operación fuera de su país, ICBC compró el año pasado el pequeño banco indonesio Halim. El pasado miércoles anunció la adquisición, por 427 millones de euros, de un 80% del banco Sen Heng, de Macao, convertida en Las Vegas de Oriente por su boyante industria del juego. En el mercado se da por seguro que pronto habra más compras y de más envergadura. El ICBC seguiría así la senda marcada por del Banco de Desarrollo de China (CDB), que el 14 de julio pagó 2.200 millones de euros por una participación del 3,1% en Barclays Bank para apoyar la oferta de compra por la entidad holandesa ABN Amro.

Las cifras del ICBC dan vértigo: 350.000 empleados, 17.000 sucursales y un beneficio neto de 4.775 millones de euros en 2006.

China Mobile también pone a punto su expansión internacional. Con la mayor red de telefonía móvil del mundo -330 millones de abonados, 100 millones más que Vodafone y 200 millones más que Telefónica-, la empresa dirigida por el carismático Wang Jianzhou ha lanzado una ofensiva para llevar la telefonía móvil a las zonas rurales, donde viven dos terceras partes de los 1.300 millones de chinos. La cobertura de China Mobile llega ya al 97% de la población del país e incluso a la cima del Everest. Todos los días, gestiona 1.200 millones de mensajes de texto. Y su rápido crecimiento no ha mermado sus beneficios: en 2006 ganó 4.600 millones de euros, un 24% más que el año anterior, con una facturación de 28.000 millones.

Conocida en los mercados como "la empresa más rentable de China", PetroChina desbancó a Royal Dutch Shell como segunda petrolera del mundo tras anunciar su intención de cotizar también en la Bolsa de Shanghai. La compañía tiene previsto lanzar al mercado cuatro millones de acciones con el objetivo de recaudar 4.500 millones de euros.

El índice principal de la Bolsa de Shanghai ha cuadruplicado su valor en los últimos dos años y los inversores no sacian su sed de acciones. Se espera que muchas empresas sigan este año el ejemplo de PetroChina, pues muchas de ellas cotizan en Hong Kong pero no en la capital financiera de la República Popular China.

PetroChina desató una ola compradora a principios de mayo al anunciar el descubrimiento de 7.500 millones de barriles de crudo en la bahía de Bohai, en el noreste del país, el mayor yacimiento de Asia en 30 años. La compañía está presente fuera de las fronteras chinas, al haber adquirido en diciembre pasado un 67% de PetroKazakhstan.

Panel electrónico de cotizaciones de la Bolsa de Shanghai.
Panel electrónico de cotizaciones de la Bolsa de Shanghai.KEVIN LEE / BLOOMBERG

Occidente desconfía

La irrupción de las empresas chinas en la escena internacional, fruto de una peculiar combinación de libre mercado y autoritarismo, despierta recelos entre inversores y gobiernos occidentales. Las reglas del juego, subrayan los críticos, son demasiado distintas en un país donde empresas como ICBC, China Mobile y PetroChina son mayoritariamente estatales y cuyos directivos están sometidos a la disciplina del Partido Comunista. A ello hay que sumar la falta de transparencia y las sospechas de corrupción que sacuden con frecuencia los poderes político y económico del país oriental.

La semana pasada, la canciller alemana, Angela Merkel, anunció medidas para defender los intereses nacionales de "inversores estratégicos problemáticos". Sin decirlo, se refería a las ambiciones de las grandes empresas y fondos chinos y rusos.

Muchos inversores sostienen que la dependencia del Gobierno -a la vez accionista mayoritario y regulador de los mercados- será a la larga perjudicial para las empresas. Algunos analistas apuntan, por ejemplo, que PetroChina comenzará a cotizar en la Bolsa de Shanghai no en su propio interés, sino en el de los jefes políticos de Pekín. Hasta el Banco Mundial ha criticado que los bajos precios de las salidas a Bolsa proporcionan grandes beneficios para gestores y bancos de inversión, que se reservan acciones y se aprovechan de la rápida subida de los precios.

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