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Crítica:FERIA DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tragando quina

Salieron los victorinos a rematar la feria. No se lo habían puesto fácil al avisado serrano los de Jandilla. Por si acaso, él ya había atajado: "He traído la corrida mejor presentada de la historia de esta plaza". Apretaron la balanza. Pero los tres primeros -584 de media-, inservibles. No así el resto.

Salía Cruz del hotel, tras el renco andar de los piqueros, pálido y nervioso, con la mirada perdida; signos palmarios de triunfo seguro. A Maletón, albaserrada clásico, que recortaba saltarín en el capote, le dio breve vara. Subía un olor fuerte, a toro y caballo, cuando le avisó en chicuelinas. No se hizo esperar y pronto prendió, aparatoso y sañudo, al banderillero M. A. García. Cebóse tres veces, y milagrosamente, sólo desbarató el traje. Intentólo de nuevo con Cruz, que, valeroso, veía escapar el pitón ávido de la tela con pérfidas intenciones. Y hasta logró un derechazo y uno de pecho. En un silencio insoportable se sufrió la faena. Con la media estocada las palmas crecieron y Cruz sonrió tímido, aliviado. Los cerveceros traían vasitos de tila. El veleto quinto galopaba y el diestro le robó dos medias rápidas. Le animó a brindar, se dobló a enseñarle y con la derecha trazó las curvas urgentes y cercanas que el animal pedía. Las atemperaba mientras los rabillos de los ojos de diestro y siniestro se escrutaban; y, al fin, largos y templados, aparecieron los naturales que viajaban desde el hotel en su mirada perdida. Cortó una oreja Vilches. No pudo sacarle un pase al tercero, que reculaba al enseñarle la tela, amagaba al toque, derrotaba al iniciar el viaje... Raro que no saltase y, desde el callejón, disparase al torero.

Victorino / Chaves, Cruz, Bolívar

Toros de Victorino Martín bien presentados, alimañas los tres primeros y con casta y dificultades el resto; el bravo quinto se aplaudió. Domingo López Chaves: pinchazo, atravesada y dos descabellos (silencio); pinchazo, caída y descabello -aviso- (silencio). Fernando Cruz: media (vuelta); cuatro pinchazos, casi entera -aviso- (saludos). Luis Bolívar: pinchazo, estocada y descabellos (silencio); estocada y descabello (oreja). Plaza de Illumbe, 18 de agosto. Octava. Media entrada.

El sexto fue otra cosa. Apareció Luis con el capote en torrente: larga arrodillado, verónicas, delantales, revolera... Como era de casta, arreó al penco, derribó y le punteó un anca. Vilches, tras dudar un natural, lo toreó a derechas, templando entre enganchones. Dos colombianos, en la grada, hacían gestos triunfales. En la estocada se subió a la cuerna y voló tres metros hasta encontrar la arena por la que paseó la oreja. Chaves esquivó el bulto oscuro y avieso del primero. Y equilibró de fuerzas en el cuarto entre lo que el torero le enseñó y el toro había aprendido. Cuando terminaba llevaba una lija en la lengua que le lastimaba el labio.

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