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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Amos Manor, el espía del Shabak

Fue jefe de los servicios secretos internos israelíes durante 10 años

Amos Manor murió el 5 de agosto en Tel Aviv a los 88 años a causa de una larga enfermedad, llevándose consigo elogios, secretos y la fama que le dieron varios capítulos de espionaje durante la guerra fría. En los archivos de los servicios de inteligencia de Estados Unidos (CIA) y sobre todo del KGB soviético, el nombre de este israelí de origen rumano tiene un lugar preferente.

El principal motivo, conseguir en abril de 1956 una copia del discurso del secretario general del Partido Comunista de la URSS, Nikita Jruschov, en el que denunciaba "el régimen sanguinario" de Iósif Stalin. Tras obtener el permiso de su primer ministro, David Ben Gurión, Manor entregó la copia del incendiario y secreto discurso de Jruschov a la CIA, que lo valoró como "un impresionante logro de espionaje". Un texto que fue filtrado posteriormente al diario The New York Times.

Manor nació el 8 de octubre de 1918 con el nombre de Artur Mendelovich en Sighet, una pequeña aldea en la zona de Transilvania, que estaba controlada entre Hungría y Rumania. De joven formó parte de movimientos sionistas antes de irse a Francia, a estudiar Ingeniería. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se alistó en el Ejército húngaro. En 1944 fue de los primeros en ser enviado desde Budapest hasta el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Consiguió sobrevivir al Holocausto, un infierno programado que acabó con la vida de gran parte de su familia.

Al acabar la guerra y durante dos años fue agente del Mossad (los servicios secretos externos) en Bucarest, donde ayudó a los judíos a huir a Israel desafiando las leyes del Mandato Británico. En junio de 1949 decidió emigrar a Israel, adonde llegó con un pasaporte checo falso. Al cabo de un mes, fue reclutado por el Shabak.

Por temor a represalias contra familiares suyos en la Rumania soviética, decidió adoptar oficialmente como nombre Amos, su apodo en los servicios secretos. El apellido se lo puso el ministro de Asuntos Exteriores, Moshe Sharet. Por su origen y el dominio perfecto de siete idiomas, se especializó en el bloque oriental europeo. Su meteórica ascensión, acompañada de un gran carisma, le llevó a ser nombrado jefe del Shabak con tan sólo 35 años.

El éxito de conseguir el discurso secreto de Jruschov fue una de las tramas más llamativas en duelo de cerebros y espías que mantenían los dos grandes bloques durante la guerra fría. En realidad, el texto llegó más por casualidad que otra cosa en manos del periodista judío polaco, Víctor Grayevsky, que a su vez se lo entregó a un representante del Shabak en la Embajada israelí en Varsovia.

La entrega del discurso a la CIA supuso una determinante y decisiva mejora en la relación entre los organismos de inteligencia y espionaje de Israel y Estados Unidos. De hecho, gracias a Manor, el Shabak recibió de la CIA el deseado polígrafo, muy valioso en las investigaciones e interrogatorios.

Otro famoso caso en el que estuvo muy involucrado fue el interrogatorio a Zeev Ovni, que trabajaba como agregado económico de Israel en Bruselas, Atenas y Bulgaria, pero en realidad era un espía soviético. Manor consiguió personalmente arrancar la confesión de espionaje y traición, cargos con los que fue condenado.

El actual ministro israelí de Seguridad Interna y ex jefe del Shabak, Avi Dichter, fue de los primeros en lamentar lo que llamó "la pérdida de un hombre que colaboró significativamente en la seguridad y defensa del país". En el comunicado oficial del Shabak destacan que "el principal éxito de Amos Manor fue convertir el organismo en algo institucional y sólido".

Tras dejar el Shabak, Manor se dedicó a los negocios, siendo representante de varias empresas locales e internacionales, promotor de una red de hoteles y miembro destacado de algunos consejos de dirección.

Lo que ha quedado claro también es que Amos Manor, o Artur Mendelovich, se lleva a la tumba muchos secretos que nunca verán la luz.

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