_
_
_
_
_
Reportaje:42º FESTIVAL DE JAZZ DE SAN SEBASTIÁN

Unos se llevan la fama...

La VAO demuestra que es casi perfecta, Marcus Miller da un concierto agradecido, e Isaac Hayes dinamita las leyes del buen orden musical

Es lo bueno que tienen los festivales de jazz, lo mucho que se aprende. Un ejemplo: el mito nace o se hace, cuestión peliaguda donde las haya. Aplíquese a Isaac Hayes, llegado a Donostia como si su mera presencia fuera a rescatar a la Real del pozo de la segunda. Un mito en la medida en que los medios se han empeñado en hacer de él un mito. Para ser un mito, el currículo de Hayes es tirando a corto: un tema, Shaft, cosecha del setenta y uno, y sanseacabó. Un total de 35 años lleva el hombre viviendo del asunto.

Así las cosas, Hayes se ha construido un show de hora y media sin otro propósito que el de hacernos pasar el rato hasta llegar al momento más esperado: la interpretación de Shaft. Cierto es que no está para tirar cohetes. El pecho lobo de los setenta es hoy un anciano renqueante que a duras penas se vale por sí mismo. Ni saxo -instrumento del que, se dice, es un consumado virtuoso-, ni piano apenas. Hayes sólo cantó y lo hizo a su modo, desafinando como un bellaco, lo que no es malo de suyo y aun remite a una larga tradición en la música popular desde Chuck Berry. Sus acompañantes, algunos de ellos, le secundaron en su labor de dinamitar las leyes del buen orden musical; o acaso es que no todos estuvieran interpretando la misma canción.

Doble actuación

Las cosas volvieron por su cauce con el doble concierto de la plaza de la Trinidad que debió haber sido de una manera -la Vienna Art Orchestra, primero, y Marcus Miller, después- y fue a la inversa por imperativos de la apretada agenda del bajista. Lo malo: que una buena parte del público que había venido por Miller le escuchó y se fue. Lo peor: que se perdieron a la VAO.

Miller ofreció un concierto en su línea de funky y jazz. Es un bajista contundente y un alumno agradecido, por eso en sus conciertos nunca falta el recuerdo a su maestro, el trompetista Miles Davis. Cierto es que las versiones de Jean-Pierre y Tutu no fueron exactamente memorables. Aun así, el gesto se le agradece.

Tras él hizo su aparición la VAO con todas sus estrellas y sin las filminas que suele proyectar durante sus espectáculos. En su lugar tuvimos un cartel con la conocida marca de cervezas que patrocina el asunto. A estas alturas, la indiscutible número 1 entre las big bands de jazz europeas es, casi, perfecta. Una verdadera máquina de swing y jazz y una fuente inagotable de sorpresas. En su recital tocaron los temas del segundo volumen de su reciente trilogía, 3, dedicado a los "visionarios europeos" (Leonardo da Vinci, Sigmund Freud, Emmanuel Kant, Copérnico...). Algunos nos quedamos a escuchar el que fue, sin duda, el mejor concierto vivido en el actual Jazzaldia. La mayoría se fue; quienes no habían venido a escuchar jazz sino algo distinto.

Un concierto de jazz en un festival de jazz, ¡pero dónde se ha visto semejante cosa!

Isaac Hayes, en el Festival de Jazz de San Sebastián.
Isaac Hayes, en el Festival de Jazz de San Sebastián.JESÚS URIARTE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_