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Análisis:GREC'07
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Michael Nyman, vendiendo grandilocuencia

Michael Nyman está por encima del bien y del mal. Tras algunos de sus éxitos cinematográficos, el compositor británico arrastra multitudes y acumula éxitos apoteósicos, haga lo que haga. Así, una vez alcanzado ese estatus, Nyman puede permitirse el lujo de seguir imitándose a sí mismo hasta la saciedad, sabedor de que todo será siempre bien recibido.

Ése sería el resumen de su paso por el Festival Grec en la noche del lunes. Agotó las entradas del anfiteatro de Montjuïc con varios días de antelación y consiguió un éxito clamoroso con su nueva actuación. Nyman presentaba en el Grec una producción de 2003 basada en la mítica película muda rusa de 1929 El hombre de la cámara, de Dziga Vertov, un hito de los albores del cine experimental al que otros ya habían puesto música con anterioridad.

Nyman intenta convertirse en el verdadero protagonista anteponiéndose al trabajo de Vertov

La imágenes de Vertov son todavía impactantes casi un siglo después y a pesar de todos los avances tecnológicos. Viéndolas se comprende que hayan atraído a diferentes compositores. Hoy por hoy, el mejor acercamiento musical a la película es, sin duda, el que pertrechó la Cinematic Orchestra poco antes de que Nyman escribiese el suyo y que en Barcelona pudo disfrutarse hace tres años en una recordada sesión en La Paloma.

La versión de Nyman queda muy lejos de la mencionada por una razón importante: la Cinematic se pone al servicio de las imágenes, mientras que Nyman intenta convertirse en el verdadero protagonista anteponiéndose al trabajo de Vertov. La habitual grandilocuencia del británico lo llena todo y el resultado es, sencillamente, molesto.

Nyman ante su piano y dirigiendo un banda de 11 músicos comenzó la velada interpretando algunas de sus más populares composiciones o imitaciones de las mismas porque, en el fondo, todo sonaba excesivamente igual.

En la segunda mitad recuperó su partitura para la película de Vertov que se proyectó (una copia magnífica) en una gran pantalla en el fondo del escenario tras los músicos. A Nyman le gustan las frases rimbombantes, hiperbólicas, y las repite hasta la saciedad llenando el ambiente de notas sin el mínimo contenido. Un auténtico mago creando música vacía y vendiendo grandilocuencia.

¡Qué lástima que esa noche no hubiera reinado el silencio más absoluto en el anfiteatro de Montjuïc para haber podido disfrutar, una vez más, de las imágenes de El hombre de la cámara sin las molestias provocadas por la música de Nyman!

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