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Necrológica:En memoria de Mikel Essery
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

¡Oh,Mikel!

Escribo desde la pena. Enterrado entre hayas, Mikel Essery, amigo, hermano de mi cuñado. Murió en Yemen. Este rubio de carnes magras y bigotes sonrientes, maestro y aventurero impenitente, se salvó de la malaria, de las fieras, de los volcanes... pero no se salvó del hombre. Desde hoy descansa bajo la tierra y yo, mujer, le lloro en un alto sobre el mar.

Lloro también la pena del matar. Y no puedo decir que tengo esperanza, pero tampoco puedo decir que no la tengo. Si sólo una persona, una, de las que alguna vez ha sentido un atentado, cualquier atentado, con complacencia... digo... si al menos una persona de ellas, una, cambia, con esta triste muerte, su percepción de lo que significa matar o que te quiten la vida, creería que su muerte, la de Mikel, tuvo algún sentido.

Vasco recio, generoso, curioso, original, su vida sí tuvo sentido. Yo lo sé. Lo han calificado de "todoterreno". Me consta que lo era. Viajero de ida y vuelta, Mikel Essery era un árbol de raíces bien implantadas que deja que sus ramas se extiendan por la tierra y den fruto. Igual que Eduardo Chillida, mi padre, quien decía: "Para poder ver lo que uno es, de dónde viene uno y lo que es lo suyo propio, hay que salir, ver otras luces, otras gentes... para poder ver lo nuestro con los ojos que traen los de fuera". Amó el mundo y mucha gente del mundo hubiera querido hoy acortar distancias para llorarle en su tumba. Nos lo han quitado a todos. Nadie le ha dicho adiós.

Mikel Essery era un hombre completo. Hombre de noche y hombre de día. ¿Dónde si no en la noche se sueltan los prejuicios, se canta a la aurora y se abraza hasta la sal del mar? "Bares, mil lugares, noches para recordar, no hay como el calor del amor en un bar..." Pero sólo de día se ven atardeceres, ruinas, dunas, montañas lejanas. Sólo ahí se forjan sueños despiertos y ansias sanas. Cosas que él amaba.

Hombre de niños y de mayores, maestro cálido... Tuve la fortuna de asistir, como investigadora, a una jornada escolar en su aula y compartir juegos y enseñanzas con los más pequeños en mis principios. Más tarde, cuando pergeñaba el programa educativo del Museo Chillida Leku, aunque extrañado de que acudiera a él, me dio cuanto sabía y podía. Todo él. El nombre de su agencia de viajes alternativos habla de su persona: banoa que en castellano quiere decir voy. Y él iba. Y nos llevaba. Y volvía. Y nos enseñaba. Hasta que nos lo han quitado. Nadie le ha dicho adiós.

¿Podemos permitir el dolor de las madres? Ahora pensemos en ello porque no es sólo Mikel Essery. A quien ha dado a luz una vida nadie debe quitarle aquello que engendró. Acudo a las mujeres para la cordura. Y si Chillida decía: "Un hombre, cualquier hombre, vale más que una bandera, que cualquier bandera", yo añado hoy porque sé que hoy me entendéis: "Un hombre, cualquier hombre, vale más que un credo, que cualquier credo".

Me queda una duda.

¿Se enteró Mikel de algo? Quiero decir ¿se enteró de que le estaban quitando la vida? No me refiero al dolor. Sino a la conciencia. ¿La tuvo? ¿Y cómo le afectó o pudo afectarle? Él, como vasco, vivió muchos atentados, ¿los vería ahora igual? ¿En qué habrían cambiado? Me interesa la opinión de los muertos. Porque con ellos se habla libremente. Son aliados perpetuos. Perfectos.

¿Quién no se ha formulado a veces preguntas que igual ellos puedan escuchar? Las respuestas moran dentro de cada uno pero se necesitan voces que descifren lo que allí hay. Atrevámonos a preguntar hoy, en este mundo de sinrazón, en silencio, a nuestros muertos, el por qué de nuestras acciones. Cuestionémonos con ellos el mundo. ¿Por qué no? En el silencio donde nadie nos oye, cuestionémonos.

Me gusta fantasear, en este momento triste, con encuentros entre muertos diversos que charlan y nos miran desde lejos. No lo dudo, tienen la perspectiva de la distancia. ¡Cuántas cosas no querrían decirnos ahora a unos y a otros! A los que penan, a los que provocan las penas, a los que, víctimas, quedan estigmatizados... Ojalá tuviéramos los oídos abiertos. Seamos valientes de tenerlos. Seamos capaces de cambiar.

Esto es un canto a la vida y un alegato sentido contra la violencia, la guerra y cualquier tipo de horror. Es bueno saber que Mikel Essery vivió. Aunque tuviera que morir en Yemen sin que nadie le dijera adiós. Desde aquí le saludo.

Mikel Essery, muerto en atentado en Yemen el pasado día 2 de julio.
Mikel Essery, muerto en atentado en Yemen el pasado día 2 de julio.

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