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Reportaje:

Alérgicos a la ciudad

La contaminación atmosférica multiplica la agresividad de los pólenes

Si en las zonas rurales la cantidad de polen presente en la atmósfera es muy superior a la que se encuentra en las ciudades, ¿cómo es posible que las alergias provocadas por este elemento vegetal sean mucho más frecuentes en los medios urbanos? Esta curiosa paradoja ha sido evaluada por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), que ha concluido, después de examinar la situación a escala nacional, que el 82% de los enfermos que padecen algún tipo de alergia procede de entornos urbanos, y tan sólo un 18% vive en ambientes rurales. En Andalucía se manifiesta idéntica diferencia, ya que el 25% de la población urbana es alérgica, mientras que esta dolencia sólo afecta al 15% de la población rural. La desproporción es tan evidente que los especialistas de la SEAIC aseguran que "el lugar de residencia determina la predisposición a sufrir un cuadro alérgico".

El plátano de sombra tiene una alta incidencia en los procesos alérgicos

En realidad, no se trata tanto de un factor geográfico como de las condiciones ambientales que son características de una ciudad, y en especial de la contaminación atmosférica. Además de otras sustancias químicas vertidas por diferentes actividades industriales, las partículas que liberan los motores diesel están directamente implicadas en este fenómeno, ya que, por sus características, favorecen el transporte del polen hasta el sistema respiratorio y, además, aumentan su agresividad haciéndolo más alergénico. Éste es el motivo, explica el doctor Francisco Feo, miembro del Comité de Aerobiología de la SEAIC, "por el que en las ciudades se requiere la mitad de polen para alcanzar la misma respuesta bronquial que en un entorno rural cuando previamente se han inhalado estos contaminantes gaseosos".

El notable crecimiento que ha experimentado el consumo de gasóleo frente a otros combustibles ha hecho que el problema se agrave con el paso de los años. Ya en 1999 las ventas de coches diésel superaron a las de vehículos que consumen gasolina, y desde entonces la brecha entre unos y otros no ha dejado de incrementarse. En la actualidad se matriculan un 70% de automóviles diesel frente a un 30% de vehículos de gasolina. Andalucía se ha convertido, además, en la comunidad autónoma que lidera el consumo de gasóleo con cerca de cinco millones de toneladas al año.

El volumen de partículas que se libera en la combustión de gasóleo es 150 veces mayor que la cifra registrada en la combustión de gasolina, y el pequeño tamaño de muchas de estas partículas hace que se depositen con facilidad en los pulmones. Londres es una de las ciudades donde ha podido certificarse la incidencia de este tipo de contaminantes en la progresión de las alergias: en los últimos 30 años el nivel de pólenes ha descendido, pero son mucho más agresivos al combinarse con los gases que emiten los motores de combustión y las calefacciones.

Aunque el cambio climático podría estar provocando ciertos cambios en los periodos de polinización, el volumen total de pólenes que se registra en nuestras ciudades no parece haber sufrido grandes modificaciones en los últimos años, por lo que el aumento de los enfermos de alergia no se debe a una mayor exposición a estos elementos.

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Otro factor, típicamente urbano, que también explica la desproporción en el número de alérgicos entre los pueblos y las ciudades, tiene que ver con la jardinería ornamental. En las grandes urbes se han venido plantando multitud de especies exóticas, algunas de ellas productoras de pólenes con gran poder alergénico. Es el caso del plátano de sombra, muy abundante, por ejemplo, en Sevilla capital. Hace 10 años los pólenes de esta especie ni siquiera se anotaban en los registros oficiales y hoy, sin embargo, han de evaluarse por su alta incidencia en los procesos alérgicos (más de un 20% de los enfermos de polinosis son sensibles a esta especie). Algo parecido ocurre con las diferentes variedades de ciprés que se han popularizado sobre todo en las zonas metropolitanas, donde las viviendas unifamiliares suelen contar con setos de esta especie. Pocos son los municipios que han dictado ordenanzas para limitar el uso de estos árboles por su incidencia en las alergias.

Aún cabe anotar un tercer factor, característico del medio urbano, que también incide en la elevada proporción de alérgicos. Los hábitos de higiene son más acusados en las grandes ciudades que en las zonas rurales, y a pesar de las ventajas que proporciona este comportamiento no es menos cierto que ha terminado por alterar el funcionamiento del sistema inmunológico, sobre todo en los niños. Como explica el doctor Moisés Sánchez Cano, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, "el exceso de higiene contribuye a que el sistema inmunológico se haga perezoso y produzca anticuerpos que propician las alergias".

La incidencia de todos estos factores se hace evidente cuando se utiliza como población de referencia a los inmigrantes que llegan a Andalucía desde países menos desarrollados. En origen la tasa de alérgicos es muy reducida en este grupo, sin embargo la enfermedad comienza a ser frecuente cuando estas personas llevan viviendo en la región dos o tres años, y están expuestos a las diferentes circunstancias (contaminación, especies exóticas y hábitos de higiene) que contribuyen a desarrollar esta dolencia.

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