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Reportaje:

Sin medios para achicar los túneles

La empresa de la M-30 carece de equipos para hacer frente a inundaciones como la del sábado

Pedro Zuazua

Tras la tormenta que inundó en la tarde del pasado sábado el túnel que conecta la M-30 con la autopista de Valencia (A-3), la capital sufrió las consecuencias de la falta de medios de Madrid Calle 30, la empresa a la que el Ayuntamiento de Madrid encargó la construcción y mantenimiento de la vía de circunvalación a la capital.

La lluvia empezó a las cinco de la tarde y terminó media hora después. Pero el agua tardó más de 12 horas en ser retirada del túnel, que no fue reabierto al tráfico hasta las nueve de la mañana de ayer. Según fuentes de los servicios de emergencia de Madrid Calle 30, los camiones con los que acudieron al túnel no tienen los mangotes necesarios para achicar el agua.

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Estos trabajadores afirman que llevan más de cuatro meses denunciando a Emesa (una subcontrata de Madrid Calle 30) la falta de medios que sufren y pidiendo que equipe los vehículos con los equipos técnicos necesarios para hacer frente a situaciones como la del pasado sábado. La empresa, por su parte, niega haber recibido estas denuncias hasta que, la pasada semana, se reunió con los trabajadores para estudiar las medidas a adoptar.

Algunos trabajadores aseguraron a este diario la semana pasada que en los túneles no había el voltaje suficiente para conectar algunas bombas de achique y que otras no tienen la potencia suficiente para solucionar problemas como el del sábado. Ya el pasado jueves, tras la "cascada" en el túnel bajo San Pol de Mar, las bombas no sirvieron para solucionar el problema.

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La balsa de agua del pasado sábado se formó a unos cien metros de la entrada del túnel, y llegó a tener cerca de tres metros de profundidad y más de cien metros de largo, según las mismas fuentes. Al comprobar que los medios de los que disponían no permitían retirar el agua, la empresa consiguió alquilar aparatos de mayor potencia para el achique y mangueras más grandes. Éstas, sin embargo, tampoco se pudieron utilizar, según los bomberos de Madrid Calle 30.

Para vaciar la balsa, se recurrió finalmente a camiones cisterna. En torno a las siete de la mañana se había achicado todo el agua, quedando solamente lodo. Pero incluso para limpiar ese lodo se encontraron con problemas los operarios, ya que la potencia de las mangueras con las que trabajaban no daba para limpiar el suelo, por lo que tuvo que ser un camión con agua a presión el que se encargara de la limpieza, que finalizó en torno a las nueve de la mañana.

Según un portavoz del Ayuntamiento, tanto los bomberos de la Comunidad como los del Consistorio se ofrecieron para ayudar, pero "tras comprobar que los sistemas de drenaje funcionaban correctamente, que había otros problemas en la ciudad y que los túneles tienen su propio equipo para estas situaciones", se descartó su participación.

En total, fueron casi 15 horas de trabajo las empleadas para sacar todo el agua del túnel. El hecho de que se produjera un sábado por la tarde, y en medio de un fin de semana en el que muchos madrileños abandonaron la ciudad, aprovechando la festividad del Primero de Mayo y el Día de la Comunidad, evitó que se produjeran problemas mayores.

Fuentes del Ayuntamiento aseguraron ayer desconocer "aún", el motivo de la inundación. "Lo están mirando y revisando, para no precipitarse en la conclusión y que no suceda lo que pasó el jueves", cuando Ayuntamiento y Comunidad se culparon mutuamente durante más de seis horas de la inundación en San Pol de Mar.

Fuentes de los servicios de emergencia de Madrid Calle 30 indicaron que el agua que formó la balsa procedía de una galería subterránea en forma de bóveda que pasa por encima del túnel.

El agua alcanzó tal fuerza que rompió una salida de emergencia cerca de la salida hacia la avenida de Barcelona. Todo ese volumen de agua inundó de repente el túnel en sentido contrario de circulación, lo que obligó a los conductores que se lo encontraron de frente a esquivarlo.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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