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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Río, luego existo

El humor como terapia, como autodefensa, como protesta contra la opresión, y la injusticia, el arma que, con razón, más temen todos los dictadores.

El veterano y gran periodista catalán Josep Pernau siempre ha tenido una propensión personal y profesional al humor; quizá nació ese día en que siendo un mocoso en su Arbeca natal (Lleida) alguien reunió a los niños del pueblo, cuando en los espasmos de la Guerra Civil los franquistas estaban a punto de entrar en la localidad, para hacerles repetir hasta memorizarlo que a los "facciosos" había que llamarlos "nacionales".

Esa muestra de humor negro bien podría estar recogida en el presente volumen, que aparece simultáneamente en catalán y castellano, como un sucinto pero muy completo recorrido por las muestras que ha dejado el ingenio dolido, descarnado y nunca plenamente resignado de los pueblos, que así, con esa sorna protectora, se han defendido de la falta de libertades.

HUMOR DE COMBATE

Josep Pernau

Rocaeditorial. Barcelona, 2007

190 páginas. 12 euros

El autor hace una antología del humor popular bajo el nazismo, el fascismo, el franquismo y el estalinismo, más el que provocaron algunas dictaduras latinoamericanas, repúblicas, en varios casos, de las que Pernau señala que llamaron "bananeras los mismos que las habían condenado al monocultivo". Y es éste, me doy cuenta ahora, al término de su lectura, un libro que propiamente debería ser hablado, tanto cuanto el chiste, la ocurrencia, están pensados para el oído más aún que para la vista; y por ello aconsejo la lectura pronunciando cada palabra, aunque sea sólo para uno mismo, puesto que así es como llegarán los que lo conozcan al efecto total que creo que el autor desearía. Como así era en el caso de la columna Opus Mei, con tantos años de publicación en El Periódico.

Sin aparatosidades, de la manera amable, sencilla, directa que el propio autor ha hecho tan naturalmente suya, además de esa galería de santos improperios -como el del nicaragüense condenado por llamar a Anastasio Somoza "Satanasio"- la obra deja en el aire toda una batería de cáusticos interrogantes: ¿es el humor de izquierdas?; ¿tiene humor la ultraderecha?; ¿los santos sabían contar chistes?; ¿acaso contar chistes bajo una dictadura no es la mayor muestra de fe imaginable?

El humor, el arma de destrucción masiva más económica, fácil de transportar y de esconder que existe, como dice el autor, "no se resigna, desafía". Muchos somos los españoles que aún nos acordamos de cuando así era entre nosotros.

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