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Entrevista:JULIO M. DE LA ROSA | Novelista

"Arias Montano se sentía ahogado en España"

El escritor sevillano Julio M. de la Rosa ha ganado recientemente el VII Premio de Novela Corta de la Diputación de Córdoba, dotado con 9.000 euros, con Jazmines azules. La novela tiene como protagonista al humanista Benito Arias Montano (Fregenal de la Sierra, 1527-Sevilla, 1598), una de las cabezas más privilegiadas de la España del siglo XVI. La acción transcurre entre Amberes, Madrid, Huelva y Sevilla. La novela será publicada por Algaida en primavera. De la Rosa obtuvo el Premio Sésamo con Fin de semana en Etruria (1971) y recibió el Premio Ateneo-Ciudad de Valladolid con Los círculos de noviembre (2004).

Pregunta. ¿De qué trata Jazmines azules?

Respuesta. La cosa empieza cuando comienzo a pasar los veranos en Aracena (Huelva) con muy frecuentes visitas a Alájar y a la Peña de Alájar, que fue el paraíso de Arias Montano, donde se retiraba a estudiar, escribir y pensar. Cuando era joven lo encuentra convertido en un lugar salvaje. Arias Montano hará de ese lugar un hábitat con su casa, su capilla y su biblioteca. En la paz idílica de aquel paisaje pensé más de una vez en cómo había sido la vida no de un ermitaño, sino de un hombre que fue consejero y embajador de Felipe II. Arias Montano hizo la traducción y la edición de la Biblia de Amberes; estuvo a punto de caer en los calabozos de la Inquisición; recorrió medio mundo; siendo casi un curita juvenil, asistió al Concilio de Trento, donde intervino de manera brillantísima; dominaba 14 lenguas, entre ellas el arameo; fue amigo de Fray Luis de León, y, sobre todo, pensaba que la Biblia era fundamentalmente un texto que había que abordar desde la lingüística. A su juicio, la lectura de la fe vendría después. Un español de Fregenal de la Sierra con esa cabeza me llamaba mucho la atención. Al mismo tiempo, los obstáculos para escribir sobre él en aquel entonces me parecían insalvables. Para escribir sobre Arias Montano tenía que atravesar un océano de documentación, lecturas y viajes. Mi trabajo en la enseñanza hacía que la escritura se convirtiera en un quehacer de vacaciones y fines de semana. Cuando me jubilé como profesor en el año 2000, empecé la labor de documentación, lectura e investigación sobre Arias Montano. Y ahí está el resultado.

"La Inquisición fue como una espada de Damocles para Arias Montano"

P. ¿De dónde viene el título de la novela?

R. En el título he querido sintetizar que Arias Montano, además de un erudito y exégeta bíblico, fue un profundo experto en el conocimiento mágico. Tenía mucha vinculación con la cultura alquímica, lo que estaba muy perseguido por la Inquisición. En la peña tuvo un importante laboratorio alquímico, que clausuró por las amenazas del Santo Oficio. Allí convirtió en azules unos jazmines blancos. Uno de sus criados hizo correr la noticia por Alájar. Todo el pueblo se puso en procesión para ir a la peña y contemplar esos jazmines como un prodigio. Arias Montano también había curado a varias personas del pueblo. Todo esto le dio una aureola poco menos que de mago o alquimista, lo cual fue muy peligroso porque la Inquisición estaba detrás del tema.

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P. Arias Montano fue procesado por la Inquisición.

R. Fray Luis de León y Arias Montano estudiaron juntos y se intercambiaban libros. Arias Montano le encomendó a Fray Luis que hiciese una versión del Cantar de los cantares. Esto le valió a Fray Luis la persecución de la Inquisición y fue encarcelado, lo que le causó a Arias Montano un dolor y un temor evidente. Arias Montano pensaba que lo estaban hiriendo a través de Fray Luis.

P. ¿Se sintió culpable por el encarcelamiento de Fray Luis?

R. Arias Montano se sintió un poco culpable. El proceso al padre Sigüenza también lo traumatizó mucho. Sigüenza era un discípulo amado que acabó en las cárceles de la Inquisición.

P. ¿Encarcelaron también a Arias Montano?

R. No. Arias Montano nunca llegó a estar encarcelado, pero anduvo cerca. Lo detuvieron y lo trajeron desde Alájar al castillo de San Jorge, en Sevilla. No le leyeron los cargos. Eso quiere decir que se los podían leer en cualquier momento, lo que hizo que quedase en suspenso el juicio y, por tanto, la amenaza sobre su cabeza. La Inquisición fue como una espada de Damocles. Arias Montano se sintió siempre muy vigilado en España. Los años más felices de Arias Montano transcurrieron cuando fue a editar la Biblia a Amberes. Allí coincidió con los grandes eruditos de la época y allí se sintió plenamente libre. Tan libre se sintió que no quería volver a España. Se pasó un año recorriendo Europa por su cuenta porque en España se sentía ahogado. La vuelta a España constituyó para él un suplicio. El rey lo hizo bibliotecario en El Escorial, lo que fue una forma sutil de tenerlo entre cuatro paredes.

P. ¿Qué cualidades destacaría en el carácter de Arias Montano?

R. Fundamentalmente, su abnegación, su honestidad intelectual, su talento y su culto a la amistad. Fue un maestro en elogiar a sus amigos.

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