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Tribuna:MANIFESTACIÓN DE GESTO POR LA PAZ
Tribuna
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Hacia adelante

Señala la autora que no desmayar en la lucha por la paz constituye la mejor garantía para llegar a conseguirla un día.

Cuando nos descalzamos, tras haber andado kilómetros con una herida en el pie, ponemos fin a una tortura inmensa y disfrutamos del simple hecho de no sentir más dolor. Encontramos verdadero placer en la más absoluta normalidad. Lo que ocurre es tan normal que tendemos a olvidar enseguida el dolor que padecíamos hace tan sólo unos minutos. Por eso, cuando tenemos que volver a calzarnos para hacer de nuevo kilómetros y kilómetros, al dolor se le suma el abatimiento, la desesperación, el hastío. No puede ser, otra vez esta pesadilla.

Hablar de normalidad en los años en los que ETA no ha asesinado a nadie o durante el tiempo que nos concedió el "alto el fuego permanente" es precisamente una evidencia de la falta de normalidad en la que vivimos. Porque durante esos años se han mantenido las amenazas, los chantajes, los insultos, las continuas y diarias expresiones de violencia en los pueblos y, sobre todo, porque nunca hemos tenido la certeza de que la amenaza con que ETA nos retaba cada día no se fuera a convertir en trágica realidad.

Ellos son los únicos que pueden dar el paso necesario para terminar con esta pesadilla
Nunca ha valido nada la palabra de ETA. Hace 40 años optó por las armas en lugar de por la palabra

Como muchos miles de vascos, he vivido la inmensa mayoría de mis días en la impuesta anormalidad del terror. No conozco otra situación. Quizás por eso, cuando aquella mujer anunció el "alto el fuego permanente", sentí la contenida alegría de imaginar que quizás estábamos cerca de poder vivir normalmente; eso sí, sin olvidar lo ocurrido como el testimonio que nos previniera de cualquier peligro similar en algún otro momento de nuestra historia.

Pero en esta ocasión ha demostrado, incluso a los propios, que no es de fiar, que cuando dicen A puede ser cualquier otra letra. No sé si en su seno han ganado los duros o los blandos, si son en ETA quinientos o 927, si las armas las tienen escondidas en un sitio o en otro, si su presupuesto es de un millón o dos millos de euros, o si van a ir de compras con los auténticos o con los falsos del IRA. Lo que sí sé es que con los asesinatos de Carlos y Diego han enturbiado enormemente el horizonte.

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Ahora pueden optar por volver a asesinar a cuantos puedan, creando dolor y sufrimiento por doquier; eso sí, con la certeza de que nunca obtendrán nada a cambio y de que su futuro será terminar en la cárcel. O pueden elegir acabar con todo esto y hacer realidad esa apuesta por el diálogo que continuamente jalean los líderes de Batasuna. Esta última opción contará con el aplauso de miles de vascos, pero no puede ser una apuesta por el diálogo trampa que tratan de vender: un diálogo con unos contenidos políticos determinados, con unas verdades absolutas prefijadas e inamovibles, y con la amenaza de que, si no va bien, ETA no desaparecerá. Eso no es diálogo, ni es nada. Eso es una nueva imposición de quienes tienen las armas. La apuesta real por el diálogo, por el juego político para alcanzar los objetivos que cada cual desee para su comunidad, significa una cosa: la renuncia al uso de la violencia. Nada más.

Esta renuncia es la única llave que puede abrir las puertas a la izquierda abertzale para que se incorpore al juego político en el que están el resto de partidos. Entiendo que es difícil, especialmente para todo un colectivo que ha vivido y vive creyendo firmemente que es poseedor de muchísimos derechos y pocas obligaciones, y de que su causa es de tal calibre que les permite disponer incluso de la vida de los otros. Difícil, sí, pero no imposible. Esa es la responsabilidad que tiene ETA y todo su entorno. Ellos son los únicos que pueden dar el paso necesario para terminar con esta pesadilla.

El 30 de diciembre ETA nos colocó en una situación de absoluto abatimiento y desesperación. Muchos pensamos que teníamos que señalarle directamente como única responsable del atentado, de las muertes de esas dos personas y de terminar con la posibilidad de alcanzar la paz. Este sábado, 10 de febrero, Gesto por la Paz nos ofrece la oportunidad de expresar un grito silencioso de paz y libertad, y de exigir a ETA que desaparezca de nuestras vidas, que reconozca su error y acepte que los únicos logros de la llamada izquierda abertzale se podrán medir en votos y nunca en asesinatos; que no nos torture más con su existencia.

Después de 20 años, Gesto por la Paz sigue reivindicando la paz para nuestra sociedad con el absoluto convencimiento de que algún día se alcanzará y de que hay que prepararla ya. Tenemos muchos kilómetros por delante, pero, lejos de desfallecer, tenemos que palpar y sentir la energía que desprende ese futuro en paz que nos espera. Curemos la herida y sigamos hacia adelante.

Isabel Urkijo Azkarate es miembro de Gesto por la Paz.

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