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Zapatero afirma que mantiene la esperanza de acabar con ETA

"El incremento del autogobierno no tiene nada que ver con la fragmentación", asegura

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reiteró ayer su voluntad de dedicar todo su esfuerzo y toda su capacidad a poner fin al terrorismo. "No me resigno, mantengo viva la esperanza; me siento, y esto es lo importante, obligado a hacerlo", afirmó. Zapatero realizó estas declaraciones durante el acto conmemorativo del número 100 de la revista La aventura de la Historia, donde reconoció que, a pesar del progreso que ha experimentado España desde la aprobación de la Constitución de 1978, quedan temas pendientes, encabezados por "la locura del terrorismo".

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El jefe del Ejecutivo se mostró convencido de que los españoles han ganado, "con el esfuerzo de generaciones", el derecho a vivir "en paz y libertad", y añadió: "No nos van a privar de ese derecho quienes son incapaces de comprender el valor de la vida, la voluntad de la mayoría y la fuerza de la palabra".

Insistió en que dedicará todo su esfuerzo a acabar con el terrorismo, "porque eso es lo que los ciudadanos exigen prioritariamente de un Gobierno; que les garantice el derecho a vivir, plenamente, en paz y en libertad".

El eje central de su discurso fue la Constitución -cuyo "valor supremo" reivindicó- y las reformas de los estatutos de autonomía, un proceso en el que, subrayó, "el acuerdo es la regla y el desacuerdo la excepción", en referencia al caso de Cataluña. "Quedará para la historia la responsabilidad de ese desacuerdo, que es la excepción", recalcó Zapatero, quien consideró que el consenso predominará también en las reformas estatutarias que se están tramitando. A su juicio, de este proceso resultará "una mejor integración del conjunto, con mayor nivel de autogobierno y mayor corresponsabilidad con lo que es común": "Una España más fuerte y más integrada".

Tras advertir de que el incremento del nivel de autogobierno "nada tiene que ver con la fragmentación", reivindicó también el papel del Estado y consideró necesario reservar para éste el 50% del gasto público, de modo que el Ejecutivo central pueda cumplir sus funciones constitucionales y fomentar la cohesión.

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Zapatero consideró que la Constitución es "una norma abierta a la vida, al cambio, a las reformas" y, también, el "símbolo supremo del consenso". Según apuntó, su fortaleza reside tanto en sus contenidos como en la "inmensa legitimidad derivada del soporte político, social y ciudadano con el que se elaboró y se aprobó".

Así, para abordar los problemas actuales, apostó por el "diálogo y el acuerdo, desde el consenso en las cuestiones fundamentales, desde el espíritu con el que iniciamos la construcción de la democracia, desde el contenido esencial de nuestra Constitución de 1978".

Será también necesario enfrentar los problemas, añadió, desde el reconocimiento mutuo de "la legitimidad del lugar institucional en el que a cada uno han situado los ciudadanos".

A su juicio, existe hoy "una tensión política desproporcionada" que no se corresponde con el estado de la sociedad, porque, aunque "algunos claman sobre el desmembramiento de España, no hay crisis de ciudadanía". Un Estado fuerte, insistió, no equivale a uno autoritario, centralista, que discrimina a sus partes o que desconfía de sus instituciones democráticas.

Para el presidente del Gobierno, "la España que queremos vivir y convivir es la España constitucional" y "todos, conscientes o no, vamos con España en el corazón".

El discurso de Zapatero, que estuvo acompañado en el acto por la ministra de Cultura, Carmen Calvo, respondió en parte a las inquietudes mostradas en una intervención anterior por el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, quien mostró su preocupación "por la creciente legitimación de las más reaccionarias pretensiones nacionalistas".

José Luis Rodríguez Zapatero, durante su intervención.
José Luis Rodríguez Zapatero, durante su intervención.EFE

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