El debate
Don Mariano Rajoy perdió una importante oportunidad (quizá la última) de mostrar a los ciudadanos que está por encima de sus siglas, que va a conseguir dominar el ala más radical de su partido, que no se deja manejar por locutores desenfrenados afines a la ultraderecha... que puede ser, en fin, presidente de todos los españoles.
Desde que Aznar le designara a dedo, Rajoy no ha dejado de deslizarse por un barranco que le conduce hacia una grotesca caricatura de lo que él mismo era y representaba hace años: cordura, educación, moderación, voluntad de consenso, buena oratoria e incluso fino humor.
Y hemos sido muchos los que hemos esperado que algún día diera un golpe de efecto, cogiera el timón de la derecha española y la condujera hacia el centrismo europeísta del que antaño él mismo hacía gala. Pero Rajoy nos ha vuelto a decepcionar.
Tras este fin de semana, y tras el debate del lunes, Rajoy ha suspendido como presidente futurible para siempre.