"La mujer sigue siendo la parte invisible de la humanidad"
Referencia absoluta de la literatura brasileña actual, escritora carismática y comprometida con la voz de Iberoamérica, Nélida Piñon (Río de Janeiro, 1937) ha pasado por Madrid, invitada a protagonizar uno de los cursos de la Fundación Mapfre, para explicar a sus atentos alumnos los secretos de la escritura.
Pregunta. ¿Cuáles son esos secretos de la escritura?
Respuesta. No lo sé, ¡son tantos! Me gusta pensar que formo parte de un arte que tiene un componente de misterio y no puede aclarar toda su trayectoria. El escritor pertenece a la casa del mito, y convivimos todo el tiempo con el mito de la creación. Por más que uno aclare lo que está haciendo siempre hay una zona de sombras y eso contribuye a la gran ambigüedad del arte.
P. ¿La literatura es contar historias?
R. Es mucho más que eso. Se puede explotar ese lado exhibicionista de la literatura. Nos gusta escuchar historias o suponer que somos parte de ellas porque no podemos estar fuera del circuito de la vida. Uno nace, estudia, hace hijos y muere, y eso es muy poco para la aventura humana, formar parte de historias nos da otra dimensión.
P. Su último libro, Voces del desierto, la recreación de Las mil y una noches, es una concatenación de historias. ¿Ha conseguido liberarse de la fascinación del desierto y sus voces?
R. Ya estoy fuera. No es que sea inconsecuente o frívola, es que para poder meterme en otra novela tengo que vaciar el armario y convertirme en una especie de franciscana para volver a buscar nuevos trajes. Es empezar otra vez, con la ventaja de que ya tienes el oficio y sabes cómo hacerlo. Ahora estoy en otro territorio.
P. ¿Cuál es ese territorio?
R. Eso ya no puedo decírselo, pero he terminado un nuevo libro de ensayos que se llama Aprendiz de Homero. Yo soy una enamorada de Homero, tengo la sensación de que somos hijos suyos pero que sólo existe si nosotros le legitimamos. Lo dije en el discurso del Premio Príncipe de Asturias: "Ellos nos deben su inmortalidad".
P. En uno de sus artículos habla de los "ruidos del corazón de Brasil" refiriéndose a su literatura. ¿Puede recordar a alguno de los grandes: Machado de Assis, Guimarães Rosa, Clarice Lispector?
R. Son los grandes muertos y siempre están presentes. En la Academia de la Lengua tenemos el busto de Machado de Assis y siempre le saludo, de usted, porque no tengo ninguna intimidad con él. Me parece extraordinario que este hombre, que era un fatalista, un pesimista y un determinista, no se haya dado cuenta de que su propia historia personal lo contradecía. Él era un mulato, pobre, autodidacta y tartamudo como Moisés. Cuando Machado de Assis muere, siendo ya el mayor escritor de Brasil, todo fue contrario a sus predicciones. Cuando pienso en él me digo que el país no tiene justificación para el fracaso. Fue un gran escritor y de una gran modernidad. Estoy muy agradecida a mis precursores. Guimarães Rossa tiene su novela extraordinaria pero a mí me interesan sobre todo sus cuentos. Hizo con el lenguaje un trabajo excepcional, fue un escritor de una gran envergadura.
P. ¿Con Clarice Lispector tuvo alguna complicidad?
R. Desde el punto de vista de la ficción no, pero la admiro muchísimo. Tuvimos una gran amistad, cuando ella murió yo tenía su mano izquierda entre mis manos y la acariciaba. Tenía un carácter difícil pero nos queríamos mucho. Yo era mucho más joven que ella pero ella tenía un gran cariño por mí y a todo el mundo le decía: "Nélida es un símbolo de lealtad". ¿Es bonito, no? Yo era firme con ella, le decía: "No estoy de acuerdo, Clariciña" y aceptaba muy bien mis opiniones. Nos queríamos mucho. Cuando nos conocimos fue ella la que tomó la iniciativa de la amistad porque era una mujer con una excepcional intuición. Yo tenía la sensación de que la mano de Dios se había posado en su hombro y le había dicho: "Escribe y no tienes que hacer mucho más". Yo no había publicado aún ningún libro y sin embargo quiso ser mi amiga en igualdad de condiciones.
P. ¿Cree que hay un universo femenino en literatura?
R. Creo que hay un universo individual y que en él hay un espacio que ha sido ocupado por la mujer. Estoy convencida de que el repertorio verbal de la mujer era inmenso pero no lo podía utilizar en la medida en que tenía que circunscribirse a un universo restringido, la sociedad la condenó a ser afásica. Su lenguaje se hizo cotidiano, simbólico y fue acusada de astucia, lo mismo que tienen que desarrollar los pueblos y colectivos que sufren persecución o dominación.
P. Y en lo personal, ¿cuál es su opinión respecto a la situación de la mujer hoy, seguimos en un universo un poco machista?
R. ¡Muchísimo! La mujer sigue siendo la parte invisible de la humanidad, por más que haga. Las decisiones del mundo emanan de los hombres. Ellos son los responsables de los aciertos y catástrofes de la humanidad. La mujer aún no ha podido ingresar en el mundo de las decisiones, hasta Dios es un concepto masculino. Hay mucho que hacer aún, se ha mejorado mucho, y creo que el feminismo es la verdadera revolución del siglo XX, pero aún falta mucho. Una revolución que se ha hecho sin sangre, la mujer ha sido de una elegancia moral extraordinaria.
P. ¿Cómo ve en este momento Brasil, podemos pensar que va hacia un mundo mejor?
R. Creo que todo es muy lento, no tenemos una visión panorámica y secuencial de la historia. No me gusta mucho hablar de mi país cuando estoy lejos pero creo que tiene dos medios excepcionales de salida: el mantenimiento de su lengua y el patrimonio de su geografía. También me parece extraordinario su mestizaje, la fusión de las sangres, tan ajena a la limpieza de sangre. Tenemos una cultura popular muy rica y el miedo es que se uniformice por culpa de la televisión y la cultura de masas. Es un país de una gran vitalidad, que ha dado grandes escritores y artistas y tiene componentes de convivencia muy estimulantes."Nos gusta escuchar historias o suponer que somos parte de ellas porque no podemos estar fuera del circuito de la vida" "Brasil tiene dos medios excepcionales de salida: el mantenimiento de su lengua y el patrimonio de su geografía"
Una dimensión humanista
El pasado año recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, otro galardón a sumar a otros como el Jabutí (una especie de Nobel brasileño) o el Juan Rulfo, por citar algunos de los muchos reconocimientos que ha cosechado en su larga carrera literaria. Presidenta de la Academia de la Lengua Brasileña, autora de numerosos ensayos en los que la memoria y la condición femenina tienen un protagonismo central, Nélida Piñon no ha perdido nunca un horizonte en el que las pequeñas cosas de la vida cobran una dimensión humanista. Autora de libros inolvidables como Tebas de mi corazón, La república de los sueños o Voces del desierto
(todos en Alfaguara), es una voz de referencia inexcusable en el panorama de las letras iberoamericanas.
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