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Crítica:XIV BIENAL DE FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pepe Habichuela brilla en solitario

Desde el centro del escenario, el tocaor se constituye en el vértice de un ángulo que preside su noche y, por extensión, la de una estirpe flamenca como pocas, la de los Habichuela. Con la ayuda de unas proyecciones y voz en off, nos irá presentando el pasado, presente y futuro de una familia que, como un árbol, hunde sus raíces en la tierra granadina y expande sus ramas para ofrecer nuevos frutos. Con esa presentación, que está muy cuidada en el tratamiento escénico (la mano de Pepa Gamboa), el guitarrista lidera la labor de dar vida e ilustrar cada una de esas tres etapas que, tal como se fueron desarrollando, podrían dar lugar a afirmar que el pasado casi primitivo ha dado lugar a un presente glorioso, y éste a un futuro aún incierto pero que, como poco, va a ser bastante distinto.

La noche de Pepe Habichuela

Guitarra y dirección: Pepe Habichuela y Josemi Carmona. Artistas invitados: Pitingo, Pepe Luis Carmona, Amparo Bengala (cante), Carles Benavent (bajo) y David Paniagua (baile), entre otros. Teatro Central, 13 de octubre de 2006.

Es lo que correspondería a la secuencia de un concierto que fue de más a menos, con un arranque espectacular, expresión de la mejor guitarra flamenca de concierto y, sobre todo, plasmación de toda una escuela. Posteriormente, y según iban entrando las colaboraciones, el tono inicial tendería a diluirse.

La configuración de la escuela quedó, pues, bien fijada en la primera parte con Pepe Habichuela en solitario. Da gusto escuchar la pulcritud de un sonido que remite a unas esencias tan sólidas como renovadas. La granaína inicial fue así dulce y melodiosa, logrando transmitir su jondura más allá de una técnica que se mostraba impecable, riquísima en arpegios y con un bordón que era el alma interna de la composición. Después, esa misma técnica daría forma a una soleá clásica y paradigmática, limpia y luminosa, para enmarcar. Y luego, con la entrada de su hermano Carlos, el tocaor cogió alas para entregarse por fandangos a la creación de un rosario de bellísimas y flamencas falsetas.

Así podríamos haber estado toda la noche, pero ya se sabe que el concertista de este tiempo raramente va más allá en solitario y tiende a hacerse acompañar de todo tipo de colaboraciones, y más en este caso donde entraba en juego toda la familia.

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