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La OTAN pide más efectivos para reforzar el sur de Afganistán

El apoyo europeo al papel que desempeña la Alianza cae del 69% en 2002 al 55% en 2006

La OTAN se ha visto sorprendida por el vigor de la resistencia encontrada en el sur de Afganistán, y el general James Jones, comandante supremo aliado, reclama con carácter de urgencia el reforzamiento de sus efectivos en la región, donde unos 10.000 soldados combaten desde hace algo más de un mes a los talibanes. La petición del general fue apoyada ayer por el secretario general, Jaap de Hoop Scheffer: "Hay aliados que podrían hacer más".

El primer paso para ese necesario refuerzo es que los países cumplan con los compromisos asumidos de movilización de tropas y medios en el sur.

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"Aunque parte de la violencia era previsible, debemos reconocer que estamos un poco sorprendidos por su intensidad y porque esa oposición no aplica la tradicional táctica de atacar y huir", reconoció ayer el general Jones, recién llegado de una visita de tres días por el país, en compañía de Scheffer y de los embajadores aliados.

La ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad, comandada por la OTAN) cuenta con unos 10.000 efectivos en el sur de Afganistán, donde comenzó a operar oficialmente a partir del 31 de julio. Desde entonces, ha perecido en combates o accidentes alrededor de 25 soldados, según James Appathurai, portavoz aliado, quien define la campaña como "la mayor operación ofensiva terrestre en la historia de la OTAN".

Scheffer y Jones atribuyen la resistencia encontrada a que por primera vez en la historia afgana se pretende imponer en la región un cierto tipo de orden en nombre del Gobierno central. "Durante años hemos tenido muy poca gente allí. A veces, operaciones de comando, de entrar y salir. Ahora es diferente. Por primera vez hay soldados sobre el terreno que van a quedarse. Es el corazón de los talibanes, de la producción de droga, una tierra sin ley, con corrupción, históricamente sin presencia del Gobierno central", dice Jones. "Es como meter un palo en un avispero. Pero esta vez las avispas no van a volver".

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En la campaña de las últimas semanas, las fuerzas de ISAF se han visto reforzadas provisionalmente para hacer frente a la inesperada resistencia con hombres y, sobre todo, equipo de combate (aviones y helicópteros) llegados de la zona este del país, donde aún sigue en marcha la operación Libertad Duradera, de carácter antiterrorista, encabezada por EE UU.

Este refuerzo ha sido coyuntural y lo que Jones reclama con urgencia es un refuerzo estructural y continuado que haga bueno el compromiso de participación suscrito por los aliados antes de ir al sur. "Estamos al 85% de la previsión de fuerza. Con el 15% restante bastaría", aventura el general. "Lo que hace falta son más helicópteros, más maniobrabilidad y una fuerza de reserva, que podría ser un batallón. Estamos hablando de un reforzamiento modesto".

Mantener la presión

Un batallón cuenta, según los diferentes países, con entre 600 y 800 soldados. "Con esas fuerzas adicionales podríamos mantener la presión" sobre los talibanes y sus aliados (narcotraficantes y señores de la guerra) interesados en "que nadie intervenga en su chiringuito", según una fuente aliada.

"Esos aliados que quizá están haciendo poco en Afganistán deberían preguntarse si no deberían hacer más; hay algunos que podrían hacer más", incidió ayer Scheffer, sin identificar a ninguno, y también bajo los efectos de lo visto en Afganistán. En la ambigüedad del urgente refuerzo se mezclan los compromisos adquiridos -que se recordarán en la reunión de hoy y mañana en Varsovia de los altos mandos de la OTAN con los jefes de Estado mayor de la Defensa de los países aliados- con la posibilidad del envío de tropas ya desplegadas en otras zonas del país. Alemania, uno de los grandes contribuyentes militares en Afganistán, con alrededor de 2.700 soldados, ya ha dicho que no piensa desplazar tropas de la zona que tiene asignada en el norte.

Al igual que algunos diputados españoles, parlamentarios germanos, canadienses y holandeses han manifestado dudas sobre la participación de sus países en ISAF, en sintonía con una pérdida de apoyo de la OTAN en Europa, según un sondeo de la German Marshall Fund. El porcentaje de europeos que piensa que la Alianza sigue siendo fundamental para la seguridad nacional ha caído del 69% en 2002, tras la intervención en Afganistán, al 55% en 2006. En España se ha pasado del 55% en 2004, primer año en que se hizo el sondeo, al 49% actual.

El presidente afgano, Hamid Karzai (izquierda), habla con su homólogo paquistaní, Pervez Musharraf, en Kabul.
El presidente afgano, Hamid Karzai (izquierda), habla con su homólogo paquistaní, Pervez Musharraf, en Kabul.REUTERS

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